México D.F. Domingo 9 de mayo de 2004
Lleno total en el Auditorio Nacional el pasado
viernes
El sonido Bayou de Creedence Clearwater Revisited conquistó
ARTURO CRUZ BARCENAS
No son los Revival, sino Creedence Clearwater Revisted,
banda cuya virtud mayor es que ha adquirido vida propia. Stu Cook y Doug
Cosmo Clifford, bajo y batería, respectivamente, no lo habían
planeado así, pero desde 1995 han continuado el camino del grupo
californiano hoy parte del Salón de la Fama del Rock and Roll.
En
su concierto del pasado viernes, en el Auditorio Nacional, lleno hasta
el tope, la banda que mimetiza el sonido del pantano, mezcla de country,
pop y rock, no expresó grandes parlamentos, ni una frase que pudiera
considerarse célebre.
Llegaron, agradecieron la presencia del público
y, simplemente, tocaron una tras otra de sus canciones. Born on the
Bayou abrió el rosario de éxitos, que millones de mexicanos
hicieron suyos desde las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado.
En esos años, muchos de los asistentes al Auditorio
Nacional estudiaban en el naciente CCH o en las vocacionales, o prepas.
En Radio Capital transmitían La hora de los Creedence, que
hizo época en su horario mañanero de las 10 y más
tarde a las 6.
En las esquinas de los barrios, de las cuadras de las
colonias populares, los muchachos escuchaban a los Cridens en un
radio de pilas. Los afortunados, los menos, por supuesto, los oían
en el aparato de un auto.
Eran los días de aprenderse en círculo de
Do y apoyados por un Guitarra fácil se rascaba la lira
hasta que salía una rola y los cábulas decían
"échate En la esquina como un perro". Ni quien supiera inglés.
Puro sentimiento del marinero.
Revisited comenzó en la década de los 90
en fiestas privadas, pero ahora su tour abarca 100 presentaciones
al año. "Nunca tuvimos realmente la intención de tocar en
público", ha dicho Cook. Lo que no sabe es que sus fans en
México han sido fieles. No hay puesto de discos piratas donde no
estén los Creedence. Ese público ha aumentado, según
se pudo ver en el concierto en el foro de Reforma, donde si bien la mayoría
bordeaba los 40 años, muchos jóvenes acudieron "porque nos
gusta esa música", dijeron.
Green river, Lodi, Conmotion... y la que sumergió
en su pasado a miles: Who'll stop the rain. Un levantón con
Suzie Q y Hey tonight?, prendidota y a una velocidad que
hizo bailar y brincar a los casi 10 mil espectadores.
¡Mientras pueda ver la luz! y la clásica
Down on the corner, más Mirando desde mi puerta, con
su rasgueo tipo lavadero. Campos de algodón, Especial de media
noche, Orgullosa María, Hijo afortunado y un remate maravilloso
con Have you ever seen the rain?, coreada hasta el desgañitamiento,
al unísono.
Algunos enojados gritaban "¡ahí va el agua!",
exigiendo que se sentaran los de adelante. "Parece que no saben que esto
es un concierto", les respondieron. Se fueron con Traveling band,
archirrapidísima.
Los encore se repitieron y cada quien pedía
la suya. Molina en la prendidez emocional, Up around the bend,
para cerrar macizo con una interpretación magistral de Run through
the jungle.
Dos horas del arraigado sonido Bayou, del pantano. Al
salir las expresiones reflejaron el agrado por lo escuchado: "La guitarra
parecía que hablaba", "valió la pena" y otras parecidas.
La Credencemanía sigue viva en México.
|