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México D.F. Miércoles 12 de mayo de 2004
BAJO LA LUPA
Alfredo Jalife Rahme
"El choque chino"
Los escenarios para el aterrizaje económico
NI TIEMPO NI espacio existen para comentar noticias trascendentes, como las querellas intestinas en el gabinete bushiano (en particular, la rebelión militar contra la casi dictadura de la burocracia civil de los neoconservadores straussianos y los racistas huntingtonianos), la expansión europea, el doble voto en la isla de Chipre, el magnicidio en Chechenia, las consecuencias del reciente periplo asiático de Dick Cheney y la resurrección geopolítica de Latinoamérica (sin Fox Quesada ni Calderón Hinojosa), que abandona precipitadamente en las urnas el suicida modelo neoliberal.
EL MUNDO VA muy aprisa y los eventos serán vertiginosos en los próximos cinco meses y medio, durante los cuales Baby Bush, autonombrado "presidente de la guerra" e iluminado por la gracia divina, intentará llevar a su paroxismo el montaje hollywoodense de la "guerra contra el terrorismo global": su nicho de ambientación ideal para relegirse y en el que Al Qaeda (whatever that means) realizará atentados que beneficien en última instancia la relección.
JOHN ZOGBY, EL consagrado encuestador de Estados Unidos, da por derrotado para el 2 de noviembre a Baby Bush, el presidente de la tortura físico-sicológica universal, y solamente un error garrafal de Kerry le permitiría la relección (Zogby, International, 9 de mayo de 2004). A mayor desesperación y debilidad del torturador Bush, el mandatario más odiado del mundo, mayor será la probabilidad de un acto terrorista mayúsculo -al que, por cierto, preparan a la "condicionada", controlada e intoxicada opinión pública por el método skinneriano mediático. Es obligatoria la lectura El cálculo de la política de la catástrofe, de David Sanger (NYT, 2 de mayo de 2004), que expone las consecuencias electorales de otro "11 de septiembre". Zogby detecta que el electorado estadunidense está más pendiente de la situación económica que del empantanamiento en Irak, y quizá su error metodológico radique en que no considera cuál sería en las urnas la reacción "pavloviana" de los aterrorizados ciudadanos. Bajo la lupa, sin encuestas o nigromancia de por medio, propone la siguiente fórmula conceptual: con terror gana Bush, sin terror vence Kerry -al menos que la gran nación estadunidense se percate, como la portentosa ciudadanía española frente al 11 de marzo, de la manipulación mediática.
EN TAL ESCENARIO dantesco de la geopolítica bushiana, tan proclive al "síndrome Armagedón", se han venido a conjugar tres fuerzas deflacionarias mayúsculas: el alza del petróleo, la desaceleración china y la inminente elevación de las tasas de interés por la Reserva Federal, como señala Stephen Roach, el solvente economista de la correduría Morgan Stanley (Cartas salvajes globales, 10 de mayo de 2004). Salvo leves matices y variantes, se trata de la tesis expuesta por Bajo la lupa (5 de mayo de 2004): "Ƒ1973 (Choque petrolero) más 1994 (Crisis financiera)?", al que le faltaría enfocar "El choque chino".
CON JUSTA RAZON, Roach considera que "el riesgo consiste en que se enfoca a cada uno (de los tres factores) en forma aislada. Sin embargo, es su interacción la que resulta más importante", lo cual "pinta un panorama preocupante para la economía de Estados Unidos en 2005" (y, por ende, para el mundo, que se encuentra conectado al dolarcentrismo) para concluir que el "actual rebote en la economía global sería uno de los más cortos" -como se empieza a desgranar en la abrupta caída de las infladísimas bolsas globales. Roach conoce muy bien el mercado chino y apuesta a un "leve aterrizaje" en la desaceleración de su economía, sin dejar de enumerar a las víctimas propicias: Japón, Sudcorea, Taiwán, Australia y, en general, todo el sudeste asiático, lo cual recuerda el "efecto Dragón" de 1997-98, con la notable excepción de India, que en forma inteligente perforó mercados del exterior en la rama del software (y próximamente los textiles), pero sin abrirse mucho en el interior y sin depender de las "inversiones extranjeras directas" (IED). Las IED son otro mito más de los muy mentirosos neoliberales locales, por cierto, muy aldeanos y poco actualizados, en particular Manuel Somoza, mandamás de Fidelity, con varios cadáveres en el clóset desde la quiebra bursátil de 1985 en México, quien sin rubor no se aburre de engañar en todos los medios y en sus monólogos insulsos frente a conductores muy a modo. El verdadero motor del desarrollo chino es su fenomenal ahorro interno (44 por ciento de su producto interno bruto, PIB) -en India es casi la mitad, de 24.2 por ciento-, mientras el monto de la IED en China representa un minúsculo 5.6 por ciento en proporción ("China, India: diferencia en los detalles"; Lynnette Ong; Asia Times, 30 de abril de 2004). El PIB de China es de 1.4 billones de dólares, el doble de Brasil, que compartía el mismo PIB con China hace 10 años, lo cual refleja la vapuleada que ha sufrido Latinoamérica con el suicida modelo neoliberal.
PESE A LA visita del premier chino, Wen Jiabao, a su mancillado homólogo británico, Tony Blair, en general los medios financieros de Gran Bretaña y sus aliados globales no comparten el optimismo de Roach y se pronuncian sin tapujos por un "aterrizaje duro", al que llaman "el choque chino". James Kynge, The Financial Times ("ƑLa economía China, en peligro de fundición?", 2 de mayo de 2004), parece inclinarse por el escenario del "aterrizaje suave", y aduce que la economía se encuentra sobrecalentada, debido a "pletóricas inversiones que han puesto en evidencia los cuellos de botella en el transporte, así como la carestía crónica de agua y electricidad". Las autoridades chinas han iniciado el ajuste mediante restricciones crediticias a su banca, repleta de deudas incobrables, y "la dislocación ha empezado a reverberar en todo el mundo", lo cual ha afectado los precios de las materias primas. El año pasado China participó en 60 por ciento del comercio mundial, y "una caída abrupta de la fortuna china convulsionaría la economía global. China ha sido la locomotora detrás del resurgimiento asiático y su demanda se ha colocado como el indicador de los precios de las materias primas". De un año a la fecha las inversiones fijas se dispararon un azorante 43 por ciento, del cual la construcción constituye la tercera parte, que a su vez estimula la mitad de la demanda de acero. Wen Jiabao realizó una junta secreta con autoridades provinciales y municipales hace tres semanas para conminarlas a frenar las inversiones en "los sectores sobrecalentados de la construcción: bienes raíces, aluminio, cemento, acero y automóviles". Kynge cita a analistas "independientes", quienes aducen que la tasa de crecimiento de la economía ha sido deliberadamente subreportada de un 12 por ciento real a un 9 por ciento anual, y que las medidas adoptadas para frenar su desbocamiento la llevarán a un 8.5 por ciento este año. En contrapunto, Stephen Roach advierte que la medición del engañoso PIB de China no es un adecuado indicador de la desaceleración, que debería ser mejor vislumbrada en su producción industrial ("Se cocinan perturbaciones en Asia", 30 de abril de 2004, y "Cuando China estornuda", 3 de mayo de 2004). Por su parte, Kynge refiere que "la inflación es el tema principal que condiciona el prospecto de la economía china. Las presiones inflacionarias forman el juicio de Beijing sobre el calentamiento de la economía, la necesidad de un alza en las tasas de interés y el ajuste para revaluar su divisa, el yuan/reminbi". El problema radica en la conflictiva medición de la inflación; para el mismo periodo de marzo de este año el índice de precios al consumidor fue reportado por la Oficina Nacional de Estadísticas en 3 por ciento, frente al 7 por ciento expuesto por el banco central. La diferencia es crucial cuando la tasa de préstamo a un año del banco central es de 5.31 por ciento, lo cual la obliga tanto a una elevación sustancial de las tasas, que no se han movido desde hace 10 años, como a una forzada flexibilización de su divisa, que se encuentra en paridad fija con el dólar.
EN UNA CONFERENCIA sobre regulación bancaria, el pasado 6 de mayo, Alan Greenspan, el polémico presidente de la Reserva Federal, quien se ha vuelto excesivamente locuaz, fustigó que el "crecimiento de China no era sostenible", para arrojar más sal a la herida mediante su ironía críptica (en el doble sentido de la palabra), de que en caso de una "desaceleración exitosa" (...) disminuirán las presiones al alza de las materias primas", según apunta Stratfor (6 de mayo de 2004), el centro de pensamiento vinculado con la petrocracia texana. Desde luego que Greenspan nunca implicó qué tan "sostenible" era el descomunal déficit gemelo (fiscal y presupuestario) del dolarcentrismo que le ha tocado manejar y que ha puesto de cabeza al planeta entero. Stratfor se dice "pesimista" y apuesta a un "aterrizaje duro": "la moratoria temporal de los empréstitos chinos constituye un drástico movimiento para recuperar el control de una economía desbocada", pero no deja de recalcar que en medio de la deflación de las materias primas y los metales (no toca el devenir del oro ni de la plata) "el precio del petróleo no sufrirá impacto alguno, ya que China continuará a empaparse con el crudo, sin importar lo que acontezca a su economía".
WEN JIABAO NO masca esas palabras y describió a la agencia británica Reuters (28 de abril de 2004) las ominosas señales que planean en la economía: "Las inversiones fijas se han acelerado demasiado rápido y a amplia escala, mientras la masa monetaria y el crédito han crecido velozmente. Las presiones inflacionarias han aumentado, por lo que tenemos que tomar medidas efectivas y estrictas para resolver estos problemas lo más pronto posible". Días después sucumbían las infladas bolsas asiáticas, cuyos efectos alcanzaron los bonos del Tesoro de Estados Unidos.
MARC ERIKSON ("ƑSíndrome China en reversa?", Asia Times, 6 de mayo de 2004), quien por cierto apuesta a un "aterrizaje suave" (sin dejar de percibir las circunstancias que pudieran derivar en un "aterrizaje duro"), refiere que Japón y Corea del Sur serán golpeados sin misericordia: el crecimiento de dos terceras partes de la economía nipona se vincula con el crecimiento exportador chino. Erikson sitúa el talón de Aquiles en la putrefacta banca china, cuyos cuatro principales bancos estatales exceden 160 por ciento del PIB, que exhibe 40 por ciento de deudas incobrables, lo cual delata una verdadera burbuja a punto de estallar. De manera interesante, Erikson señala que, al unísono de un alza sustancial en las tasas de interés, la hipotética revaluación de su divisa podría converger con la paridad del dólar de Hong Kong, que se cotiza en 7.8. No hay que olvidar que Hong Kong pertenece a China bajo la modalidad de "un país y dos sistemas". No es el momento óptimo para los ajustes que golpean los ingresos bancarios, "cuando restructuran sus carteras y luchan por su supervivencia. El escenario del aterrizaje duro comienza con el pánico creado en un banco local, a lo que el gobierno reacciona muy tarde, con la consecuencia de un sistema financiero en fundición generalizada". Queda claro que los escenarios de los aterrizajes, duros o suaves, se juegan en el vulnerable sistema bancario chino.
TAMPOCO HAY QUE perder de vista que China contribuyó 28 por ciento en el crecimiento exportador de Alemania y 21 por ciento en el de Estados Unidos. Aquí lo importante consistirá en los segmentos que se desacelerarán en China, que consume 55 por ciento de la producción global de cemento y 36 por ciento de acero (James Regan, Bloomberg, 10 de mayo de 2004). Por lo pronto, el incremento a las tasas de interés ya empezó en Gran Bretaña, cuyas finanzas se encuentran estrechamente vinculadas con las de Estados Unidos, donde el Banco de Inglaterra (el central) va en el tercer aumento de un medio punto en los pasados seis meses. Frente al triple rencuentro "inesperado" (sic) del "fin del dinero barato", el "fin del petróleo regalado" y la desaceleración china, el "sabio de Omaha", Warren Buffett, segundo hombre más rico del mundo, convertido en asesor inmejorable del favorito candidato presidencial John Forbes Kerry, ha optado por conservar una asombrosa liquidez de 57 mil millones de dólares (el equivalente a las reservas que alardea el Banco de México), del total de sus activos por 180 mil millones de dólares de la empresa que dirige, Berkshire Hathaway. Llamó poderosamente la atención, en la reciente reunión de accionistas de esa empresa, que Buffett haya confesado su mínima credibilidad en el dólar. Hoy, más que nunca, es momento de escuchar a los sabios.
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