México D.F. Miércoles 12 de mayo de 2004
Alejandro Nadal
Economía mexicana: en el pantano
Durante los pasados tres años el gobierno ha insistido en que no se puede establecer una política macroeconómica para fomentar el crecimiento. La explicación que ofreció es que es imposible ir contra el ciclo económico de Estados Unidos. Así, en los años de recesión simplemente teníamos que abrazar la mala suerte y esperar que pasara el vendaval.
Pero hace ya más de un año que la economía estadunidense entró en un proceso que se parece cada vez más a una recuperación. ƑNo se debería estar aplicando una política monetaria expansiva, promotora del crecimiento para aprovechar las ventajas de esa recuperación?
La lógica dice que sí, pero el Banco de México opina lo contrario y procede a restringir todavía más el circulante y aumentar las tasas de interés. ƑPor qué? Porque desde la perspectiva del banco central lo único que importa es estabilizar la paridad que se ha visto muy castigada. Si el tipo de cambio se dispara por encima de lo previsto desencadenará presiones inflacionarias y eso es anatema para el banco. Por eso el aumento del corto, el alza de la tasa de interés y el freno a la actividad; es el modelo que ya conocemos: para avanzar, primero hay que frenarnos.
Algunos podrían pensar que la economía mexicana por fin comienza a recuperarse. Los datos del primer trimestre de 2004 indicarán que el PIB creció un 2.8 por ciento, lo que contrasta favorablemente con los años recientes. El gobierno va a cacarear el huevo con gusto, pero la pregunta importante es si ese resultado se va a mantener a lo largo del año.
Hay indicios de que no será así. El primero es el comportamiento de la inversión privada. Ya tiene tres años cayendo: en 2001, 2002 y 2003 se redujo 5.9 por ciento, 4 y 5.7, respectivamente. Quizás el primer trimestre de 2004 la caída sea menor, pero seguirá a la baja. Es el indicador más sobrecogedor sobre el desempeño económico de México. Desgraciadamente no es el único.
En el primer bimestre del año, el PIB de la industria manufacturera cayó 0.6 por ciento, y apenas creció 1.1 por ciento en febrero. Nada para emocionarse. Y la producción de las maquiladoras, que aumentó 3.8 por ciento en enero, apenas creció 1.4 por ciento en febrero. Ese comportamiento y el de las manufacturas son señales de alarma. Aunque las exportaciones a Estados Unidos tuvieron fuerte aumento en el primer trimestre, es posible que buena parte de ese crecimiento se deba a que se redujeron los inventarios que se habían acumulado en esas industrias. Detrás de todo esto se esconde un problema más profundo relacionado con la competitividad, que el Ejecutivo no quiere ver (aunque asoma de manera distorsionada en algunos informes del Banco de México).
En 2002 y 2003 las exportaciones aumentaron muy poco: 1.5 por ciento y 1.1 por ciento, respectivamente. Es cierto que Estados Unidos atravesaba por una recesión durante 2002, pero en 2003 ya estaba regresando el crecimiento. Si las exportaciones mexicanas no aumentaron, no se debe a un "retraso natural", como cree el Banco de México. Eso es absurdo: si algo tienen las maquiladoras es que pueden responder muy rápidamente a incrementos en la demanda. Hay otra explicación sobre el mediocre desempeño del sector exportador.
Durante el mismo periodo las exportaciones chinas hacia Estados Unidos aumentaron espectacularmente. De hecho, México ya fue desplazado por el país asiático como segundo proveedor de exportaciones hacia Estados Unidos: China es responsable de 12 por ciento, mientras que México se encarga del 11 por ciento. Si examinamos la composición del comercio, el panorama es más desalentador porque una buena parte de las exportaciones mexicanas es petróleo. En cambio, la composición de las exportaciones chinas evoluciona rápidamente hacia productos de alto valor agregado y mayor intensidad tecnológica.
La falta de competitividad de la economía mexicana es evidente. En el periodo 2000 a 2003, el déficit comercial con Europa pasó de 10 a 14 mil millones de dólares. El déficit con China pasó de 2 a 9 mil millones de dólares en ese lapso. El pesado déficit en la balanza comercial no puede absorberse, a pesar del credo oficial de que el motor del "crecimiento" son las exportaciones. Sólo las remesas de los migrantes ayudan a equilibrar la ecuación.
Por cierto, por falta de competitividad no se debe entender, como entienden el gobierno y sus acólitos, el que los salarios sean muy altos. La falta de competitividad proviene de muchos factores: falta de inversión en educación, cero investigación en tecnología, infraestructura deficiente y un tejido industrial que lleva años descosiéndose. Volvemos al punto de partida: la caída en la inversión privada nos dice que no hay incorporación de progreso técnico (en nueva maquinaria y equipo) en el aparato productivo. Esa es la raíz de la falta de competitividad. Y si no somos competitivos no se puede ver de qué manera el "motor" del "crecimiento" nos sacará del pantano.
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