.. |
México D.F. Miércoles 12 de mayo de 2004
Carlos Monsiváis
Cristina Pacheco
Por desgracia, por razones del acta de nacimiento que nunca entenderá la fantasía, no podré iniciar este homenaje a doña Cristina con una reminiscencia: ''De niño, esperaba con ansiedad la noche del domingo, porque mis padres podían faltarle a todo menos al programa de Cristina Pacheco. Me gritaban: Ya acaba tu tarea y baja". šOh dolor! Ya que lo anterior no es cronológicamente aceptable, ni creíble esta remembranza y por eso desecho las evocaciones suplentes. Pero hubiesen valido la pena. Imagínese: yo veía a una señora muy atractiva y muy simpática y muy inteligente que hablaba respetuosa y jovialmente con todos y les daba voz a grupos y gremios y personas en horarios Triple A, y yo oía cómo se dirigía al pueblo, y yo pensaba que sin darse cuenta el pueblo me imitaba porque yo y toda la gente que conocía se expresaba así y uno siempre cree que llegó antes.
Lástima que lo anterior no sucedió y que, más bien, conocí a Cristina cuando ella todavía estudiaba preparatoria en San Ildefonso, de seguro en lo que se llamaba el Tercer Patio, y de seguro también la vi en el café que frecuentaba, La Casona, y luego en Filosofía y Letras, y luego entró a trabajar a Difusión Cultural de la UNAM en el décimo piso de Rectoría y luego, y luego... Y un día, años más tarde, me dijo: ''Voy a entrar a la televisión", y me contó de su proyecto y su ánimo festivo me puso sombrío, sólo para garantizar lo binario del encuentro. Y a los veinticinco años a doña Cristina, institución flexible y necesaria, se le celebra con toda justicia, y al participar también en el homenaje, me asombro de lo que ella ha visto y conversado y viajado en cinco lustros de incursiones telegénicas: las depresiones del desempleo, las fatigas de la pobreza, la alegría de estar juntos y ante la cámara, la pasión por los oficios y los barrios, el sentido de pertenencia que es el espejo de la convivencia, el júbilo de hallar afecto y cariño en sitios donde, para citar la eterna frase del un tanto más perecedero Alfonso Martínez Domínguez, la mano de Dios que no ha puesto el pie.
Aquí nos tocó vivir. Aquí nos tocó atestiguar. Aquí nos tocó reconocermos. Aquí nos tocó aplaudir y chiflar. Cristina Pacheco no deja barriada, vecindario o sitio de encuentro sin visitar y sin interrogar con la felicidad que le procura la felicidad que va encontrando, y que cada vez más algo le debe. Con ella no funcionan los imposibles, se le dice ''Allá tras lomita" y un minuto después la lomita ya se ve del otro lado, el misterio de las apariciones de la entrevistadora urbana. El día en que la vi entrevistarse a ella misma -y me aseguran que no fue truco óptico- pensé que ya sólo le falta dialogar con el imaginario colectivo pero no se lo quiero comentar para no volverme un ave de buen agüero.
Cristina escribe relatos, crónicas, testimonios; Cristina Pacheco entrevista al pueblo en particular y a la locataria en general; Cristina la del Canal 11 y Siempre! y La Jornada entrevista pintores (La luz de México) y escritores y gente del espectáculo y personalidades que son personajes que son leyendas que son evocaciones que son las visitaciones de la memoria. El Canal 11 es también su casa, la institución que aloja otra institución, y gracias al Canal 11 dos días a la semana ella ingresa a su tercera y múltiple casa, invitada con alborozo por los televidentes. šQué magnífico! Una periodista que organiza la biografía de las comunidades populares y la autobiografía de los sectores de la cultura. Ella incansable y yo fatigado nada más de verla en acción perenne. No se vale, admiradísima Cristina, aquí nos tocó vivir pero no a tu ritmo.
(Texto leído ayer en la ceremonia por el 26 aniversario del programa Aquí nos tocó vivir)
|