México D.F. Jueves 13 de mayo de 2004
Uno, resuelve con soltura su papel más
difícil, y el otro convence como sacerdote perverso
García Bernal y Giménez Cacho, lo más
rescatable de La mala educación
La cinta de Pedro Almodóvar inaugura Cannes
"No se necesita ser anticlerical. La iglesia se degrada a sí misma
cada vez que aparece en los medios", expresa el cineasta español
LEONARDO GARCIA TSAO ENVIADO
Cannes, Francia, 12 de mayo. La función
inaugural del Festival de Cannes suele estar destinada a una película
hollywoodense o francesa, de no muy alta calidad. Por eso sorprende que
ese dudoso honor haya sido otorgado a La mala educación,
largometraje número 15 de Pedro Almodóvar.
Para
no romper la tradición, se trata de un esfuerzo fallido. Por mucho
que en su rebuscada trama abunden los elementos efervescentes -curas pederastas,
shows de travestis, una ficción dentro de la ficción,
una intriga de identidad robada y mucho sexo gay- la película se
queda como un tibio ejercicio melodramático de tintes negros. Todo
se siente demasiado artificial para convencer en su supuesta búsqueda
de la pasión, entre personajes de ocultas intenciones. Lo extraño
es que Almodóvar parece haber perdido incluso su sentido del humor,
una de sus cualidades más evidentes. En cambio abundan las veleidades
formales que llaman la atención a sí mismas y no están
visualmente justificadas.
No es que uno quiera sonar chovinista, pero lo más
rescatable de La mala educación es el desempeño de
los actores mexicanos. Gael García Bernal ha resuelto con soltura
su papel más complicado a la fecha, un amoral buscón que
recuerda algo al Tom Ripley, de Patricia Highsmith (cabe anotar que, vestido
de mujer, el actor es casi idéntico a su mamá, Patricia Bernal).
Por su parte, Daniel Giménez Cacho también convence como
un sacerdote perverso dentro de la ficción, que resulta ser la filmación
misma de un episodio del pasado que trastornó la vida del protagonista.
En la posterior conferencia de prensa, la primera del
festival, Almodóvar fue la estrella; contestó a los periodistas
con su habitual ironía. A la pregunta sobre si la película
era anticlerical, respondió: "No se necesita ser anticlerical. La
iglesia se degrada a sí misma cada vez que aparece en los medios".
En cuanto a si La mala educación tenía
elementos personales, apuntó que sólo en el sentido de que
él también estudió, como los personajes, en un colegio
religioso durante los años 60 y fue participante en el destape social
de la España a principios de los años 80, época en
la que se sitúa la acción presente de la película.
Los demás participantes de la conferencia -entre
los que se encontraban los actores García Bernal, Fele Martínez
y Javier Cámara- permanecieron como convidados de piedra hasta que
el moderador les hizo una pregunta sobre la experiencia de ser dirigidos
por Almodóvar. No obstante los rumores de que las relaciones entre
el primero y el realizador no fueron óptimas, García Bernal
se portó diplomático, y señaló que fue un orgullo
trabajar con un director muy específico que al mismo tiempo concede
mucha libertad.
Mientras tanto, siguen intrigando algunos aspectos del
festival considerado el más importante del mundo, pero no el más
pragmático. Por ejemplo, que no se haga una traducción simultánea,
por medio de audífonos, durante las conferencias de prensa en otro
idioma que no sea el francés o el inglés. O también
que el festival se divida entre lo oficial -la competencia, las retrospectivas
y la sección Una Cierta Mirada- y lo no oficial -la Semana de la
Crítica y la Quincena de Realizadores- de tal manera que uno se
ve obligado a buscar por separado sus respectivas programaciones y catálogos.
Los otros festivales de categoría "A", como Berlín y San
Sebastián, también ofrecen diversas secciones, además
de la competencia, pero se las arreglan para integrarlas como una misma
entidad. Con esa territorialidad, la directiva de Cannes da la impresión
de querer desaparecer a las secciones "menores". Eso sí se antoja
como de mala educación.
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