Orlando Delgado Selley

ƑBuen trimestre?

Con su desmesura conocida, el Ejecutivo federal ha extrapolado la información del primer trimestre que indica que el PIB anualizado aumentó 3.7 por ciento, con el fin de señalar que es posible un crecimiento anual de 5.4 por ciento del PIB, ''bien por arriba de las expectativas más optimistas''. Ese optimismo carece de fundamento. Por el contrario, todas las agencias especializadas en pronósticos, lo mismo que los organismos financieros internacionales, advierten que los riesgos sobre la economía mundial, y sobre la mexicana, se han incrementado sensiblemente. El Fondo Monetario Internacional (FMI), en el examen anual que realiza sobre las perspectivas económicas mundiales, hace apenas un mes anotaba los dos riesgos mayores: el déficit fiscal estadunidense y el rápido crecimiento chino. En estos momentos se ha agregado otro: el incremento de los precios del crudo.

El déficit fiscal de Estados Unidos hasta ahora no ha impactado las tasas de interés, pero hay fuertes indicios de que pudiera ocurrir en cualquier momento. De hecho, aunque la Reserva Federal ha mantenido las tasas de referencia, los bonos a plazo de 10 años han incrementado su premio significativamente. Ello da elementos para afirmar que también habrá aumentos en las tasas a corto plazo en esa economía, lo que impactaría inmediatamente en el mundo. Además, los mercados financieros en monedas duras sufren presiones para estar en condiciones de financiar el enorme déficit estadunidense en cuenta corriente, lo que refuerza las posibilidades de que las tasas de interés se eleven.

La economía china, por su parte, ha tenido un desempeño ciertamente impresionante. En los últimos 20 años ha logrado un crecimiento promedio superior a 9 por ciento anual, elevando su participación en el comercio mundial de uno a casi 6 por ciento, y es ya la sexta economía del mundo. Estos ritmos continuarán en los próximos años, lo que impactará el funcionamiento de la economía mundial. Los precios de ciertos insumos estratégicos podrían seguir creciendo por la enorme demanda china, particularmente los energéticos, acero y productos agropecuarios. Los países que le exportan bienes manufacturados intensivos en tecnología crecerán, al tiempo que los países en desarrollo que compiten con China pueden perder participación en el mercado mundial si no hacen los ajustes necesarios para mejorar su productividad.

El mercado petrolero ha estado viviendo lo que se considera ya un verdadero ''choque''. Lo novedoso es que la oferta es relativamente poco elástica, en tanto la demanda sigue creciendo pese al incremento en los precios. Así las cosas, pareciera que no se trata de una situación circunstancial, sino que los precios podrían seguir creciendo. Ello generaría presiones inflacionarias en los países importadores de crudo, complicando las expectativas en las tasas de interés. Para la economía de Estados Unidos esto implicará dificultades adicionales en sus intercambios con el exterior, complicando el financiamiento de sus déficit gemelos, el fiscal y el de la cuenta corriente.

En este panorama ser optimista equivale a ser ignorante e iluso. Nuestra economía, atada a la de Estados Unidos, se verá favorecida por los precios del crudo, pero muy golpeada por la apreciación del dólar, por la elevación de las tasas de interés y por la eventual reducción del ritmo de crecimiento de la economía mundial, particularmente de la estadunidense. A esto deben sumarse las vulnerabilidades específicas internas derivadas de un financiamiento escaso y caro, de una recuperación económica que no genera empleos nuevos, de un manejo monetario que sigue privilegiando el control de la inflación.

El mayor riesgo para nosotros, sin embargo, es el crecimiento de la economía china. Sin un plan que establezca la estrategia para evitar ser desplazados por los productos chinos en el mercado estadunidense, nuestra participación decrecerá irremediablemente.

Este plan demanda capacidades estratégicas que determinen los sectores en los que podemos competir favorablemente y una visión que ponga por delante el interés general de la nación. En esto la responsabilidad del gobierno federal es insoslayable. Por supuesto, los diferentes partidos políticos tienen mucho que aportar para hacerlo viable. En el orden del día nacional debiera ser el primer punto. Sin embargo, el gobierno panista sigue apostando a derrotar anticipadamente la propuesta de Andrés Manuel López Obrador, sin importar el costo para ellos, beneficiando a sectores específicos del priísmo. Además de todo, su miopía es alarmante.

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