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México D.F. Viernes 21 de mayo de 2004
ECONOMIA MORAL
Julio Boltvinik
La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente
La izquierda y las necesidades humanas
Análisis marxista de su determinación
Punto de partida: vinculación entre necesidades y producción
EL RECHAZO DE la existencia de necesidades comunes a todas las personas y "la creciente consideración de las necesidades humanas como concepto subjetivo y culturalmente relativo", argumentan Doyal y Gough, constituye una "creencia que ha contribuido al predominio intelectual de la nueva derecha". Porque si la noción de necesidades humanas objetivas carece de fundamento, entonces Ƒqué alternativa queda si no creer que los individuos saben mejor que nadie lo que es mejor para ellos mismos y alentarlos a perseguir sus propias metas subjetivas o preferencias? ƑY qué mejor mecanismo hay para ello que el mercado? El desplazamiento de las necesidades por las preferencias permite justificar plenamente el dominio del mercado sobre la política".1
LA DEFENSA DEL concepto de necesidades humanas es una parte de la lucha de la izquierda. Necesitamos avanzar en su comprensión y elaboración, para lo cual, entre otras cosas, necesitamos reflexionar sobre lo que nos distingue de otras especies, la esencia humana2; también necesitamos entender cómo se determinan las necesidades humanas en sociedades concretas. Hoy abordo este último tema. En la entrega de la semana pasada (Economía Moral, 14/05/04) mostré, de manera muy abreviada, cómo para Marx la producción es el elemento determinante de las necesidades. Hoy examinamos la obra de Jean Pierre Terrail, quien en diversos trabajos referidos a Francia3 desarrolla esta idea de Marx en los siguientes términos:
a) Es necesario rechazar la tesis según la cual "las necesidades proceden del sujeto (individuo o grupo social)" como su fuente original. Tampoco se trata de sustituir el sujeto individual por el sujeto colectivo (la sociedad), pues ello no basta para modificar el fondo: la separación de lo económico y lo social, de la producción y las necesidades. La producción sigue colocada frente a las necesidades como simple instrumento de su satisfacción. La teoría neoclásica del consumidor sostiene la ficción de la instrumentalidad de la producción al servicio del consumidor soberano y sus necesidades.
b) Concebir las necesidades como independientes de la producción es otorgarles una primacía lógica y referir la historia de las sociedades humanas al desarrollo de las necesidades, la cultura y similares. Así como no es posible concebir la producción como independiente de las necesidades que satisface, tampoco es posible concebir éstas como independientes de la producción, lo que lleva a nuestro autor a concluir que las necesidades que la producción satisface son las necesidades de la producción misma, las demandas de su propia reproducción. Para el materialismo histórico, dice Terrail, no hay necesidades sociales que no sean requeridas y producidas por la acción y reproducción del modo de producción.
c) Terrail se pregunta cómo se determinan las necesidades. Responde citando la frase en la cual Marx señala que la necesidad del objeto ha sido creada por la percepción del objeto y que la producción no solamente produce un objeto para el sujeto, sino también un sujeto para el objeto. Esta formulación, sin embargo, le parece demasiado abstracta (general) y, para ir más allá, indica que los agentes del consumo son los mismos de la producción, productos como tales de su propia actividad material.
d) La teoría de los modos de producción como teoría de los agentes de la producción, o de las formas históricas de individualidad, dice J.P. Terrail, constituye el punto de partida para estudiar los hechos de consumo. Estas formas históricas de individualidad se refieren a los individuos como personificación de categorías económicas, como representantes de determinados intereses y relaciones de clase, caracterizan al individuo social u objetivo y no a personas concretas en su singularidad. Están formadas por inclinaciones y capacidades que se correlacionan con las demandas del modo de producción.
e) Es en el proceso de trabajo donde confluyen una apropiación práctica de la naturaleza y formas particulares de socialidad. Es, por tanto, el lugar donde se forman y reforman las ideas sobre el mundo y la sociedad, y donde se desarrollan los valores sociales y los modelos de conducta. Es decir, una cultura social de clase que influye en los patrones de consumo y las necesidades.
f) En lo que concierne a los productores directos, ciertas necesidades son objetivamente inducidas y requeridas por la reproducción del proceso de producción; las más evidentes son: la necesidad de reproducir la fuerza de trabajo (reponer las energías perdidas y reproducir el grupo) y la necesidad de una fuerza de trabajo capacitada.
g) Las necesidades del capitalista como agente social son las necesidades del capital. Se desarrolla en el pecho del capitalista un conflicto faustiano entre la pasión por la acumulación y el deseo de disfrute. Sin embargo, la proporción de su ganancia que el agente del capital necesita acumular es independiente de su inclinación hacia el placer: depende del estado de la competencia, del desarrollo tecnológico. Durante el comienzo del capitalismo, cuando el capital necesita una tasa de acumulación significativa para imponer su superioridad, presiden su desarrollo la ética protestante y la renunciación a los placeres mundanos. Pero al llegar a cierto nivel de desarrollo, una prodigalidad convencional, que es una exhibición de riqueza también, y por tanto una fuente de crédito, se vuelve una necesidad de negocios del capitalista. El lujo entra en los gastos de representación del capital.
h) Las necesidades que el capital está obligado a tomar en cuenta cuando remunera la fuerza de trabajo, no son las necesidades "en sí" de la fuerza de trabajo (las de los trabajadores y sus familias), sino las necesidades de su reproducción desde el punto de vista del capital. Pero los trabajadores intentan reproducirse para sí mismos, participar en la riqueza material y cultural que la producción aumenta constantemente, lo cual lleva a un enfrentamiento cotidiano con el capital. Los análisis históricos de Marx en El Capital muestran, por ejemplo, cómo el desarrollo de la maquinaria aumentó las jornadas de trabajo, incorporó el trabajo infantil y femenino, lo que como reacción provocó la organización de los trabajadores, y llevó finalmente a la legislación de fábrica que, entre otras cosas, limitó la jornada de trabajo.4 Esto, a su vez, estimuló el desarrollo tecnológico para elevar la productividad y las ganancias (búsqueda de la plusvalía relativa). Así, las adquisiciones de un periodo de lucha aparecen como la base del desarrollo de nuevas formas de producción, de donde surgen nuevas necesidades y nuevas condiciones de lucha.5
j) Aunque el punto de partida es la producción de las necesidades, es preciso entender cómo se interiorizan las necesidades. Partir para pensar las necesidades sociales de las obligaciones objetivas de la reproducción de la fuerza de trabajo evita autonomizar (como lo hacen la economía y la sociología no marxistas) las esferas de la producción y el consumo. La naturaleza del proceso de producción (condiciones de trabajo) y la naturaleza del proceso de consumo (condiciones de restitución y reproducción de la fuerza de trabajo), son los determinantes fundamentales de las necesidades.
k) A medida que las relaciones mercantiles capitalistas se expanden y van haciendo retroceder las formas precapitalistas de producción y de consumo, las actividades tradicionalmente domésticas (cocina, confección, conservación de la ropa, cuidado de los niños) tienden a escapar cada vez más del marco familiar. Esta evolución favorece el trabajo femenino, lo que a su turno acelera dicha evolución. Las formas de la vida familiar se modifican. La concentración de la producción supone la urbanización masiva de la población y su acceso a formas de habitación y de transporte adecuados. La elevación de la calificación media necesaria de la fuerza de trabajo, la desaparición de las formas individuales de transmisión del saber, implican la generalización y la prolongación de la instrucción pública. La modificación de las formas del trabajo industrial, la dilatación de los desplazamientos, el crecimiento de los perjuicios urbanos, todo eso liga la reproducción de la fuerza de trabajo a la aparición de nuevas formas de reposo, de distracciones, de producción sanitaria.
l) Las necesidades y las prácticas de consumo constituyen todo un modo de vida que se modifica constantemente. La formulación de las reivindicaciones por parte de las organizaciones de clase no "crea" las necesidades pero desempeña un papel activo, decisivo, al permitir la toma de conciencia de su contenido objetivo. La intervención de las organizaciones (movimientos, sindicatos, partidos, el Estado), contribuye activamente a la constitución de los "sistemas de necesidades" de las clases sociales y no simplemente a explicitar necesidades preexistentes.
m) El Estado tiene un papel importante en la definición y establecimiento de las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo. Su evolución lleva al desarrollo de luchas que tienen como contenido sus políticas sociales. Las intervenciones del Estado no aparecen como los actos de un sujeto abstracto, sino como la sanción de una relación de fuerzas establecidas coyunturalmente6.
COMO SE VE, un esquema formidable, que enriquece mucho el análisis. Tiene muchos aspectos por desarrollar y algunos problemas, pero se me ha acabado el espacio.
1 Len Doyal y Ian Gough, A Theory of Human Need, MacMillan, Londres, 1991, pp.1-2. (Existe edición en español). He publicado resúmenes de este libro en esta columna (Economía Moral, 07/06/02) y también en la revista Comercio Exterior, mayo de 2003.
2 Una lectura magistral del pensamiento de Marx en materia de antropología filosófica ha sido llevado a cabo por Giörgy Markus en Marxismo y Antropología, Grijalbo, 1985, México. En la entrega del 10/01/03 de esta columna presenté algunas de sus ideas principales.
3 "Producción de necesidades y necesidades de la producción", en Jean Pierre Terrail et al., Necesidades y consumo en la sociedad capitalista actual, Grijalbo, México, 1977, pp. 13-34; "Commodity Fetishism and the Ideal of Needs" y "The Historical and Social Nature of Needs", ambos en Edmond Preteceille y Jean Pierre Terrail, Capitalism, Consumption and Needs, Basil Blackwell, Oxford, 1985.
4 Si aceptamos que la clase capitalista sólo cede en su sed insaciable de ganancia cuando está en peligro la viabilidad de la reproducción, es fundamental el papel de la evolución del fondo de trabajo al que puede echar mano. Terrail señala que la limitación de la jornada de trabajo es una necesidad para la preservación de la clase obrera y, por lo tanto, para el capital. Sin embargo, lo que interesa al capital es la dotación de fuerza de trabajo en general y no la de un grupo humano en particular. Cuando el grupo humano particular puede ser reemplazado, cuando el fondo de trabajo parece inagotable, el capital se endurece, ataca por la raíz misma la sustancia y la fuerza de trabajo. Cuando corre peligro de agotarse el fondo de trabajo, la clase capitalista cede. Esto es muy importante para el análisis de la globalización contemporánea, ya que la descentralización internacional del proceso de producción ha permitido al capital echar mano de un fondo de trabajo casi inagotable, acostumbrado a percibir salarios bajos, y dispuesto a trabajar jornadas agotadoras.
5 Es necesario hacer notar aquí que este proceso necesidades-lucha-satisfacción-desarrollos productivos se presenta, en los países dependientes tecnológicamente, de una manera trunca ya que la tecnología utilizada es independiente de las reivindicaciones de los trabajadores.
6 El retroceso de los estados de bienestar en muchos países reflejaría, en los años ochenta y noventa, el debilitamiento de las clases trabajadoras (como resultado de la ampliación del fondo de trabajo acarreado por la descentralización internacional de la producción industrial) y la disminución en la importancia cuantitativa de los asalariados formales y organizados. (Véase pie de página 4). [email protected]
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