México D.F. Viernes 21 de mayo de 2004
La pensión ciudadana en el DF, el derecho
más importante de los últimos 20 años, dice
Discrimina de la seguridad social el actual modelo
económico: Laurell
Debe el Estado atender el problema, considera No es
un acto de populismo, sino de previsión para cubrir una deuda con
la sociedad En aumento, la cifra de ancianos sin este beneficio, señala
BERTHA TERESA RAMIREZ
La titular de la Secretaría de Salud del Distrito
Federal, Asa Cristina Laurell, anticipó en entrevista que la pensión
universal ciudadana -elevada a ley en la ciudad- constituirá a corto
plazo el derecho social más importante que se haya logrado en los
últimos 20 años, luego que la aplicación del modelo
económico neoliberal provocó el estancamiento del empleo
formal y con ello las aportaciones a la seguridad social y las pensiones.
La funcionaria alertó que en este periodo el país
no ha podido alcanzar los niveles de crecimiento que se esperaban, ya que
mientras el crecimiento per cápita se ha ubicado por abajo del uno
por ciento, no se han creado los empleos y los ingresos suficientes para
resolver el problema de la pobreza.
Aunado a ello, la población de adultos mayores
sin seguridad social se incrementa frente a un sistema de seguridad social
que se basa en la capitalización individual mediante las administradoras
para el retiro (Afore), que aseguran a la población que aportó
cotizaciones y discriminan a la población que no tiene empleo fijo.
Deuda con la sociedad
Indicó que el Estado debe considerar qué
va a pasar con la población que -cada vez más- no ingresa
al empleo formal y, por lo tanto, a la seguridad social. Señaló
que poner atención a este problema no es un acto de populismo, sino
de previsión para atender una deuda con la sociedad, sobre todo
si se considera que en 10 años la población mexicana se enfrentará
a un mayor nivel de envejecimiento.
Desde 2001, en su ensayo Mexicanos en defensa de la salud
y la seguridad social, la doctora Laurell advertía que la cuestión
de la seguridad económica de los adultos mayores se estaba convirtiendo
en un problema social de suma importancia en México, no sólo
por razones éticas y de solidaridad, sino por un conjunto complejo
de causas.
Indicaba
que en 1995 había en el país 4 millones de personas con 65
años o más, para 2000 este número creció a
4.8 millones y en 2010 serían 7 millones de personas. Es decir,
en 10 años la cifra se habrá incrementado 2.2 millones. A
ello, señalaba, se tendría que añadir el hecho de
que sólo una minoría recibe pensión, por insuficiente
que sea, del IMSS o del ISSSTE, ya que los jubilados sólo representan
30 por ciento de los adultos mayores.
De manera simultánea, las familias se enfrentan
con dificultades para atender a sus integrantes mayores de edad, por el
vertiginoso empobrecimiento que han sufrido. "Recordemos que 78 por ciento
de los hogares mexicanos se encontraban en condiciones de pobreza en 1996".
A esto se agrega que las mujeres, las cuidadoras de siempre,
están incorporándose al trabajo remunerado, por lo que les
resulta materialmente imposible cumplir esta tarea.
Este cambio de la institución "familia" hace surgir
un vacío que el Estado no está cubriendo o siquiera proporcionando
un mínimo de apoyo para ayudar a las familias a solventar su situación.
Para la mayoría de ellas las soluciones del mercado
resultan además inalcanzables en vista de sus bajos ingresos. "Estamos
así ante una triple falla de las fuentes de bienestar social -la
familias, el Estado y el mercado-, que redunda en la desprotección
crítica de un grupo numeroso de ciudadanos. Una expresión
cruel de esta situación es la incorporación al paisaje urbano
de ancianos y ancianas pidiendo limosna".
La funcionaria señaló que en el mundo existen
varios sistemas de protección social. México optó
por la vía del seguro social al cual sólo tienen derecho
aquellas personas que hayan contribuido con una aportación específica
al IMSS o al ISSSTE.
La idea original de este proyecto era que gradualmente
toda la población se iba a incorporar a estos sistemas en la medida
en que se incorporara al empleo formal, y esto fue cierto hasta los años
80, ya que año con año un número mayor de personas
ingresaron al Seguro Social en sus distintas variables; sin embargo, a
partir de la aplicación del modelo neoliberal se estancó
el empleo formal y con ello las aportaciones económicas a las instituciones
de seguridad social.
Aunado a esto, durante ese periodo se incrementó
la esperanza de vida de la población de adultos mayores y por lo
tanto el número de personas que requieren de garantías sociales
en la vejez.
Ante ello nos enfrentamos a un sistema de jubilaciones
y pensiones que asegura sólo a una parte de la población
y deja fuera de la seguridad social a más de 70 por ciento de las
personas en edad de jubilarse a nivel nacional.
La funcionaria previó que la inseguridad social
puede afectar a un mayor número de adultos mayores, aunque hayan
aportado a algún sistema de seguridad, ya que en 1995 se realizaron
reformas a la Ley del Seguro Social mediante las cuales se aumentó
el número de semanas que se tienen que cotizar para alcanzar el
derecho a una jubilación o a una pensión.
Tarea difícil
Apuntó que si esto se combina con una situación
en la que el empleo no sólo es escaso, sino también altamente
inestable, y "el hecho de que la gente vaya acumulando las mil 200 semanas
que se requieren, según la ley, para alcanzar la jubilación,
se vuelve una tarea cada vez más difícil de cumplir".
Por otra parte, alertó que el sistema de capitalización
individual tampoco va a garantizar mejores pensiones, ya que las comisiones
que cobran las Afore es de entre 25 y 30 por ciento de las cotizaciones
que efectúan los trabajadores.
Además, muchas personas ni siquiera llegan a reunir
el fondo que se requiere, por lo que el Estado tiene que subsidiar estos
fondos, abundó la funcionaria, quien señaló que los
críticos de este tipo de sistema, en su momento advirtieron que
pasar de un sistema de capitalización individual o crear la pensión
universal ciudadana tenía el mismo costo económico.
Al adoptar aquella decisión, dijo, el gobierno
federal en realidad tomó una decisión política, ya
que en ese momento creyeron que por medio de esto se permitiría
poner grandes fondos en manos de las Afore, con lo cual se esperaba reactivar
la economía; sin embargo, a nueve años de que se aprobó
esa ley, esto no ha sucedido, pues estos fondos han tenido que estar respaldados
por papel gubernamental, "finalmente, por medio de recursos fiscales".
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