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México D.F. Viernes 21 de mayo de 2004
El jazzista se presentará el 27 de mayo
en la Ollin Yoliztli y el 28 en Guadalajara
Africa es la madre de toda la música, afirma
Omar Sosa
El cubano transmite la voz de los espíritus de
los ancestros de la religión yoruba
Para muchos, su propuesta melódica es catalogada
como el jazz del siglo XXI
ANTONIO MALACARA ESPECIAL
Omar Sosa (Camagüey, Cuba, 1965) es una leyenda del
jazz. Ha rediseñado el legado musical africano fusionándolo
con el jazz y la música contemporánea, oficiando un ritual
que se manifiesta entre la liturgia y el espectáculo. Su música
poco o nada tiene que ver con los estándares del sonido afrocubano
o el así llamado latin jazz; se trata de una propuesta realmente
original. Sosa afirma que el orden narrativo está dictado por ancestros
espirituales, dioses tutelares de la religión yoruba a los que sigue
al pie de la letra y de las notas. Es la música, el jazz del siglo
XXI.
El
músico regresa a México para presentarse el próximo
jueves 27 de mayo, a las 20:30 horas en la sala Ollin Yoliztli (donde también
gratis dará una clase magistral a las 17 horas), y el día
siguiente, en el teatro Galerías de Guadalajara.
En 1992, el pianista salía por primera vez de Cuba
y llegaba a Los Tuchos, oscuro antro de Mérida, Yucatán,
acompañando a la cantante Xiomara Laugart. Pedro de la Hoz, célebre
periodista cubano, recuerda: "Nuestro pianista malgastaba su talento en
un espectáculo de mala muerte".
Hoy las cosas han cambiado: Omar Sosa está en lo
suyo. "Es bastante simple -comenta el músico a La Jornada
desde su casa en Barcelona-, es un poco la respuesta a todo lo que, de
una manera u otra, he vivido. Mira, cuando salí de Cuba... es un
poco loco, pero bueno, el primer sitio a donde fui fue a México,
a Mérida..."
-Con Xiomara Laugart.
-Sí, con el show... bueno, no me acuerdo
ni cómo se llamaba; pero para mí fue un show que no...
bueno, sales de Cuba, ves una cultura completamente nueva... pero mucho
antes de este primer viaje, ya yo había ido, haciendo mi servicio
militar, a Angola, Etiopía, Congo y Nicaragua. Fueron sitios a los
que iba en condiciones completamente diferentes; pero algo que siempre
te marca es la raíz de los sitios, la gente.
-Has declarado que Angola te marcó mucho musicalmente.
-Sí, y son cosas (de las) que uno no se da cuenta,
hasta que te sientas un día y sale la música.
La experiencia mexicana
-¿También México te marcó?
-México me marcó en el hecho de poder encontrarme
a mí mismo y darme cuenta que, de una manera u otra, podía
transmitir algo como músico. Hasta ese momento había sido,
como dicen en Estados Unidos, sideman, o dirigía grupos musicalmente;
pero no había tenido ese coraje de mostrar una idea como solista
y como instrumentista en sí. En Mérida fue donde primeramente
lo experimenté. Yo tengo un amigo que nunca más he visto...
se llama Alejandro, era periodista en Mérida, trabajaba en un Canal...
ya ni me acuerdo, porque hace tantos años... pero él me dijo:
"Omar, tú no haces nada de latin jazz", y le digo "sí, yo
tengo una carpeta de música". Entonces él fue el que me empujó,
me dijo: "Mira, ten, tanto lo que aquí; hagamos un temita"; pero
teníamos un tema instrumental en el show, un tema que yo
había arreglado, y me dijo: "¡Pero si tienes eso!, ustedes
pueden hacer cosas de latin jazz. Mira, aquí hay una persona que
tiene su casa como un pequeño club; yo podría hablar con
él, ustedes podrían ir a tocar con el cuarteto". Creo que
tú eres la primera persona a la que le cuento esto... porque nunca...
hace mucho. Y fuimos a tocar a la casa de uno de los ejecutivos, no sé
si era de Televisa o telealgo, no sé exactamente; pero ese día
tocamos y me sentí muy bien, porque yo decía "qué
rico es poder tocar lo que tú quieres".
-¿Qué fue lo que tocaste?
-Tocamos un tema que está grabado en Prietos
(2001); después de tantos años lo grabé, se llama
El león dormido.
-Cambiaste entonces de ruta.
-Sí, claro. Había oportunidad de tocar un
poco más, llegó un buen rumor: hay posibilidad de moverlo
hasta el Festival de Jazz de Cancún. Pero como dice el dicho: las
oportunidades se dan una sola vez en la vida. Pero bueno, parece que se
dan dos veces en la vida, porque, gracias a Dios, parece que voy a regresar
a México.
Mamá Africa
-En tu propuesta hay mucho de música venezolana,
ecuatoriana, marroquí; evidentemente, está también
todo el legado cubano; pero el eje central de tu obra es Africa...
-Definitivamente. Madre África. ¿Por qué
madre África? Somos hijos todos de la misma madre. Bueno, si conoces
mis declaraciones, te darás cuenta que te voy a decir lo mismo.
-Repítelo por favor.
-Todos venimos de la misma madre, y algo por lo que lucho
yo cada día, es por esa magia que hay cuando todos nos sentamos
a la mesa, un domingo o un día familiar, y la familia está
unida, es muy importante que esté unida, y nos sentemos a comer
del mismo plato; y ese plato es la raíz que mamá África
nos ha dejado, es el legado que va con nosotros; en este caso, va conmigo
a cada sitio que voy. Siento que en cada sitio hay un poquitico de ese
legado de África, musicalmente, con percusión... por ponerte
un ejemplo: tenemos la marimba en Ecuador, que viene de Tanzania, tenemos
la marimba de Mozambique, tenemos la marimba costarricense, la nicaragüense
y la mexicana. ¿De dónde viene eso?, podrán decir,
sí, de los indios; muy bien, pero si tú escuchas el camino,
o vas buscando el camino, acabas en África; porque son instrumentos
súper tradicionales de esa cultura. No quiero ser absolutista, porque
no soy historiador ni musicólogo, soy un compositor, un creador
que siente que madre Africa es la esencia y la base de toda la música.
-A este legado africano, cada individuo, cada pueblo le
da su propio diseño, su reinterpretación...
- Por supuesto...
-... y el que le da Omar Sosa es totalmente contemporáneo,
digamos que es la música del siglo XXI.
-No, pues gracias. Tenía un amigo que me decía
"oye, tú estás loco, esto es para el siglo XXI". Y le decía
"no, no, tú no has escuchado música del siglo XXI".
-Pero ahora sí la estamos escuchando contigo.
-Oh, bueno, muchas gracias; pero es simple, es transmitir
la voz de los espíritus de los ancestros.
Ancestros espirituales
-Por ahí iba la siguiente pregunta, porque has
dicho también que a estos ancestros espirituales los sigues tú
al pie de la letra, ¿al pie de la letra?
- Sí. Sin ellos no soy nada. Inclusive, cada paso
que yo doy en mi vida, ellos tiene que dar su aprobación, y tú
sientes cuando se da la aprobación, porque lo sientes en sueños,
lo sientes en tu vida día a día, hasta mi hijo, hasta la
familia que tengo hoy. Mucha gente me dirá que estoy loco. Si sé
que estar loco (es) por creer en los espíritus de los ancestros,
quiero estar cada día más loco. Te soy honesto: nunca en
mi vida pensé que fuese a pasar esto. Nunca.
-¿Pasar qué?
-Todo lo que está pasando: tocar, componer, tener
12 discos, ahora trabajo en el número 13. Es muy fácil hacer
un disco, un disco lo hace cualquiera, por inspiración o por negocio;
pero cuando sientes que hay voces que te hablan constantemente descubres
que hay algo más profundo que sólo salir al mercado a tocar
porque me siento bien. No es solamente sentirme bien, es hacer que ese
mundo espiritual ancestral que viene a través tuyo se sienta bien.
Pero la lucha más fuerte es poder tener libertad de espíritu
y paz interior. Mi lucha, más que estudiar el piano, es poder tener
paz interior para poder transmitir claramente lo que me llega.
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