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México D.F. Domingo 23 de mayo de 2004

MAR DE HISTORIAS

Vigilar y castigar

Cristina Pacheco

Después de trabajar media mañana ante la computadora Eva siente punzadas en el cuello. Para aliviarse gira la cabeza y descubre la cámara. Está colocada sobre la puerta. No es la única. Andrea Téllez, jefa de personal, le explicó a Eva que en el despacho del gerente hay otras dos y cuatro en el área de contabilidad.

Cuando terminó de mostrarle las instalaciones, Andrea guió a Eva hasta la oficina de capturistas y le presentó a sus nuevas compañeras. Conforme iban escuchando sus nombres, Raquel, Verónica, Mirna y Paulina levantaron la mano y enseguida volvieron a concentrarse en su trabajo.

Satisfecha con la prueba, Andrea
se mostró magnánima con la nueva
empleada:

-Mi despacho está en el primer piso. Si tienes alguna duda me llamas por el interfono y yo subo a verte. Por lo pronto apóyate en la guía. Es la mica verde que está en tu escritorio.

Nerviosa de imaginar que la cámara estaba siguiendo todos sus movimientos, Eva colgó su suéter en el respaldo de la silla y metió su bolsa debajo del
escritorio.

-No la pongas allí: es de mala suerte
-murmuró Josefa sin apartar los ojos de la computadora.

-Mi escritorio no tiene cajones.

-Ninguno tiene: a los jefes no les gustan porque dicen que nada más los llenamos de porquería. Podemos guardar nuestras cosas en un lócker que está en el baño, pero conste: allí también hay cámaras.

-ƑPara qué?

-Para comprobar que no tardemos más de cuatro minutos haciendo. Josefa adivinó la pregunta y adelantó la respuesta: cinco minutos equivalen a un retardo, cuatro retardos a una falta. Si acumulas dos šte corren!

Eva escuchó a sus espaldas la voz de Raquel:

-La estás asustando. Mañana no va a querer venir.

-Es mejor que sepa... -Verónica se interrumpió cuando se oyeron voces en el pasillo.

Eva tomó asiento y encendió la computadora. Se escucharon arpegios y en la pantalla apareció un cielo azul tachonado de nubes ligeras. Eva se preguntó dónde existiría algo tan hermoso.

II

Mientras desfilaban hacia el reloj marcador Josefa le había propuesto a Eva que se fueran juntas hasta el paradero. Caminan sin hablarse, concentradas en esquivar a los vendedores que desarman sus puestos móviles. En uno se venden cámaras. La video está funcionando
y capta a los transeúntes desprevenidos. Josefa se detiene para hacer muecas
ante la lente y le pide a Eva que se
acerque.

-No, gracias. Ya tengo bastante con las camaritas que hay en la oficina-. Eva sigue caminando despacio, para dar oportunidad de que Josefa la alcance:
-ƑNo te molesta que todo el tiempo nos estén vigilando?

-Ya me acostumbré. Te juro que al principio hasta en sueños veía las malditas cámaras-. Se detiene: -No te fíes de la Téllez.

-ƑEn qué sentido?

-Te enseñó sólo algunas cámaras, pero hay muchas más-. Josefa ríe: -Raquel dice que nuestra oficina es peor que la casa del Big Brother. Lo malo es que no nos pagan por fotografiarnos cuando estamos en el wáter.

-ƑCuánto tiempo llevas de trabajar allí?

-Seis años.

-ƑY siempre ha sido así? Me refiero a la vigilancia.

-Bueno, antes no estaba tan dura.

-Me parece algo horrible, un abuso.

-Ni se te ocurra decirlo. A Sonia, la que estaba en tu lugar, la corrieron porque se quejó-. Josefa inclina la cabeza: -No puedo arriesgarme a que me suceda lo mismo. Necesito mucho el trabajo.

-Igual que todas. Estuve siete meses desempleada y te juro que fue la época más pinche de mi vida. Miento. Fue peor la de antes, cuando me divorcié-. Eva sonríe cohibida: -Bueno, nomás me separé: Julián y yo no estábamos casados.

-Los viejos quieren todo de a gratis. Ya no cumplen.

-Julián sí. Fui yo la que no quiso. Era un hombre muy posesivo. A veces, mientras yo andaba trabajando, me seguía.

-ƑA qué te dedicabas?

-A la venta de tuppers, de casa en casa. Tenía que entrar con mi muestrario a todas partes. Una vez se me ocurrió meterme en un hotel. Julián me vio y cuando regresé a la casa me acusó de puta. Quiso golpearme y fue cuando me dije: "Eva, šmándalo al diablo! ƑPara qué sigues con él si ni siquiera te mantiene?"

-ƑJulián no trabajaba?

-Nomás cuando le salía alguna cosa: era yesero-. Eva sonríe: -Una mañana salimos juntos. Hice como que seguía mi ruta, pero me regresé a la casa, recogí mis cosas y me largué. A Moy, el encargado de mi cuadrilla de demostradoras, le pedí que me dejara dormir en la bodega mientras encontraba en dónde meterme. Una compañera me avisó que en su edificio, allá por Mixcalco, rentaban cuartos. Alquilé uno. Estaba horrible, peor que una méndiga perrera.

-Pero al menos te deshiciste de Julián.

-šNo fue tan fácil! Conocía mi ruta y siguió persiguiéndome. Por eso mejor renuncié al trabajo. No me arrepiento, aunque haya estado siete meses haciendo de todo. Hasta en el tianguis de la San Felipe anduve de cargadora.

-No conozco ese mercado. Dicen que es grandísimo.

-Cuadras y cuadras donde hay de todo: desde un tornillo hasta cámaras de video.

-A ver cuándo me llevas.

-Está difícil. El día bueno es el jueves y nosotras estamos trabajando-. Eva se vuelve hacia Josefa: -ƑDan la quincena en efectivo?

-No, con cheque. Si el día de pago cae en viernes, ya te fregaste. A la hora en que salimos no hay dónde cambiarlo.

Eva se detiene y saca de su bolsa un calendario minúsculo:

-šQué mala suerte! El 15 es viernes-. Devuelve el calendario a la bolsa: -El sábado voy a tener que salirme tempranito del cuarto. Le aseguré a la portera que iba a pagarle ese día. Si le digo que tendrá que esperarme hasta el lunes, se va a poner a ladrar porque ya le debo un montón de rentas. ƑTú también alquilas?

-Me encantaría, aunque fuera un cuartito, pero no puedo. Vivo con mi mamá. Está enferma y se me hace feo dejarla sola.

-ƑQué tiene?

-El doctor dijo que un soplo en el corazón. Mi mamá no le creyó. Según ella está enferma desde que una fulana le echó mal de ojo porque envidiaba que estuviera casada con mi papá.

-ƑEs muy guapo?

--Antes sí, no sé ahora. Hace años que no lo veo. Era boxeador. Cuando se enfurecía, a mis hermanitos y a mí nos golpeaba como si fuéramos su costal y su pera. Lo que me da coraje es que mi madre nunca nos defendió. Al contrario, lo justificaba. Lo hizo para granjeárselo, pero no sirvió de nada. El acabó por abandonarla, y de paso a nosotros.

-ƑTienes hermanos?

-Cinco, bueno... seis: uno está en el Tutelar. Lo culparon de vender drogas nomás porque usaba aretes y pantalones guangos. šPobre chavo! Quiere salir. Pienso que es mejor que se quede allí. Por lo menos está aprendiendo a hacer pan.

-ƑLo tratan bien?

-Dice que sí, pero que no puede acostumbrarse a que lo vigilen todo el tiempo, hasta cuando va al baño.

-Igual que a nosotras. En serio que no entiendo por qué nos tienen tanta desconfianza.

-Porque somos pobres, sólo por eso.

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