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México D.F. Domingo 30 de mayo de 2004
Tauromaja, reciente exposición
del monero
Rocha transita del cartón a la pintura y el
grabado
La muestra, resultado del trabajo de cuatro años;
se inaugura el miércoles en Casa Lamm
MERRY MAC MASTERS
Inserto en la tradición de los caricaturistas que
han extendido sus inquietudes a la pintura y el grabado, Gonzalo Rocha,
monero de La Jornada desde hace 20 años, habla acerca
de la ''naturalidad'' de este tránsito que también se observa
en Abel Quezada, Miguel Covarrubias y el propio Manuel Ahumada, igualmente
monero de esta casa editorial. Rocha preparó la exposición
Tauromaja, que se inaugura el miércoles 2 de junio a las
19:30 horas en Casa Lamm (Alvaro Obregón 99, colonia Roma)
''No
sé si sea muy común -expresa Rocha-, pero sí es una
inquietud latente que he pensado como algo relevante que uno desarrolla
para no quedarse estancado en el trabajo. Esto da, aunque es muy diferente,
una manera de aprender y deleitarse. Sí es importante que no se
pierda el placer de dibujar, que, por lo repetitivo, puede suceder''.
Pintar o grabar, no obstante, implica una disciplina,
porque ''nadie le dice a uno que lo entregue. Justo allí está
la gracia, el placer. Por primera vez uno acaba en sus tiempos, cuando
uno quiere. Por otro lado, implica que no lo dejes. Lo veo en los trabajos
de Abel Quezada. Al mirar un catálogo de su obra, fue fundamental
en la caricatura mexicana, y creó personajes relevantes, pero su
pintura abarca también un momento grande''. Un cuadro, además,
es ''menos perecedero''.
Rocha continúa: ''En Covarrubias no lo sé
del todo porque para mí sus caricaturas son mejores que sus cuadros,
donde siento que fue muy ilustrador a la hora de trabajar. Sin que desmerezca,
era un dibujante excelente, pero no se tomó el tiempo que un Abel
Quezada si lo hizo para una pintura''.
Después de mencionar las incursiones del caricatuista
Daumiere en la pintura y el mismo caso, pero al revés, de Paul Klee,
anota: ''José Clemente Orozco tuvo un lapso importante en la caricatura.
Lo curioso es que hay quienes tienen la posibilidad y quienes, no. Mientras
Orozco sí fue caricaturista, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera
no, porque eran muy serios. Ya tenían un trabajo que no les permitía
hacer humor''.
Tauromaja -exposición integrada por un cuadro
al óleo, grabados y dibujos- es un trabajo que Rocha empezó
hace cuatro años en torno a una invitación del Museo José
Luis Cuevas para participar en la exposición Al lápiz.
Había hecho unas lecturas acerca del cubismo y, aunque su trabajo
tiende hacia lo figurativo, se acogió a la influencia de Picasso
de los toros, que también incluye la fase del cubismo que aborda
la geometría desde varios puntos de vista, pero de una manera más
lúdica.
A partir de la maja desnuda de Goya, con unos toros picassianos,
Rocha empezó a buscar ''lo suyo''. Hizo unos dibujos a tinta ''más
táctiles'', que dan la sensación de un contrapunto entre
las formas cubistas de un toro imaginario con la piel de la mujer que sea
efectivamente ''piel''. Todo eso culminó con una serie de grabados
en donde ya trabajaba casi en la placa. Aunque en efecto existía
un pequeño boceto, ''el chiste era jugar mucho con químicos,
con una técnica muy diferente y donde los accidentes de alguna manera
te dan la pauta por donde seguir''.
Rocha, quien trabajó grabado en el taller oaxaqueño
de Juan Alcázar, obra que se expuso el año pasado en la librería
Grañén Porrúa, enfatiza la manera en que Picasso cambió
durante toda su vida, es decir, nunca ''se estacionó" en un estilo.
Los toros, agrega, resulta un tema ''latente'' en México que se
relaciona con ''nuestra identidad''.
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