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México D.F. Jueves 3 de junio de 2004
Orlando Delgado Selley
Autismo económico
Hace cuatro años alumnos franceses de economía expresaron públicamente su descontento por lo que se les enseñaba. Semanas después 140 profesores los apoyaron. Al año siguiente, el alumnado del doctorado en Cambridge, seguido de economistas profesionales, investigadores, académicos y estudiantes en Kansas, exigieron que se abriera el currículum económico. En 2002 el estudiantado de Harvard trató de cambiar la enseñanza de la economía, pero falló. Los estudiantes franceses se rebelaron contra la enseñanza de la economía neoclásica, el dogmatismo y rechazaron cualquier crítica o pensamiento reflexivo. Lo que se les enseñaba carecía de vínculo con la realidad. Los modelos aprendidos no servían, aunque pudieran ser bonitos.
La rebelión fue contra el autismo económico (los textos fundacionales están en www.autisme-economie.org). El predominio de las matemáticas explica que los economistas actuales puedan ser técnicamente brillantes, pero absolutamente ignorantes de los hechos fundamentales de la historia de un pueblo. El autismo, sin embargo, no es privativo de economistas. Con frecuencia los gobernantes son autistas, por convicción o conveniencia. Hace apenas unos días, Vicente Fox nos informó que México era el país más atractivo para la inversión extranjera. Nadie en el mundo puede confirmar esa visión. Sólo existe en la mente del equipo gobernante.
The Economist publicó los resultados de una encuesta internacional realizada entre 500 ejecutivos con el objetivo de conocer qué país tiene mayores posibilidades de atraer inversión extranjera: 23 por ciento piensa que China es el más atractivo, seguido de India, con 19.4; la zona del euro, 16.9; Estados Unidos, 13 por ciento; los nuevos socios de la Unión Europea, 12.8; Brasil con 3.9, empatado con Rusia, y siguen otros países. México no aparece. Se calificaron nueve criterios: nuevos mercados de consumidores, costos laborales bajos, posibilidad de nuevos socios, nuevos mercados empresariales, acceso a mano de obra altamente calificada, oportunidades de compra, actividades de investigación y desarrollo, y eficiencia en la cadena de abastecimiento.
La petición de los estudiantes y profesores franceses fue respondida por una docena de economistas influyentes en el establishment francés, defendiendo la "cientificidad" de la economía. Ratificaron que lo predominante no era la economía neoclásica, sino la teoría que explicaba las relaciones económicas básicas: consumo, producción, inversión. Según ellos no hacía falta pluralidad en la enseñanza ni contrastar puntos de vista, sino "rigor". En consecuencia, el autismo económico siguió dominando la enseñanza. Sin embargo, el movimiento ha continuado en la economía post autista que, aunque no ha logrado cambiar la currícula económica en Francia, ni en las grandes universidades estadunidenses, ha generado un importante debate en torno a la enseñanza de la economía y del papel de los economistas (en www.paecon.net pueden consultarse los materiales, incluyendo post-autistic economic review).
En el gobierno del cambio es evidente el autismo. La economía va muy bien, porque el PIB trimestral creció más de lo esperado. Para ellos no tiene importancia el enorme peso de la economía informal, la falta de empleos formales, especialmente para los jóvenes profesionales, así como la concentración creciente de la riqueza y del ingreso. La pobreza es un tema con relevancia en el discurso, no en las decisiones políticas. El modelo económico, cuestionado en el mundo entero, les parece indiscutiblemente adecuado. Reclaman ayuda para combatir la pobreza, pero no hacen nada para corregir las causas de las crecientes desigualdades. Su visión del mundo y de lo que hay que hacer en el país es religiosa. Exactamente igual que los economistas autistas que piensan que poseen una teoría general capaz de explicarlo todo y de proponer el camino a seguir a cualquier país, sin importar la situación en la que se encuentre.
Cada vez es más aceptado que la política neoliberal no puede producir un crecimiento mundial estable y compartido. Joseph E. Stiglitz lo ha señalado incansablemente, sin embargo, su libro de texto sigue sosteniendo visiones autistas. Así, con esa perspectiva, los problemas de la globalización pretenden ser explicados por malas aplicaciones de un modelo adecuado. Por eso sigue habiendo quien sostiene que todo va bien, aunque nadie lo crea. Podría incluso ir mejor, pero el Congreso de la Unión no lo permite, siguen diciendo. El autismo, pues, persiste. [email protected]
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