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De cómo
transformar la vergüenza en orgullo
Antonio Contreras
Jean Genet nació en París en 1910
un día que Dios estuvo enfermo, grave. Nunca conoció a sus
padres, por lo que fue criado por instituciones de beneficencia pública.
A los 10 años de edad, ingresó a un reformatorio acusado
de robo, desde entonces y durante las tres décadas siguientes conoció
como inquilino muchas de las cáceles más famosas de Europa.
En Francia, luego de su décima condena por robo, fue sentenciado
a cadena perpetua, la cual no cumplió gracias a la defensa que de
él hicieron personajes como Andrè Gide, Jean Paul Sartre
y Jean Cocteau.
Ampliamente leído y vilipendiado, Genet hizo arte
de su biografía. Su universo literario, como su vida misma, está
poblado de seres marginales sin más destino que la santidad o el
crimen. En su obra (novelas, piezas teatrales, ensayos) se aprecia la búsqueda
de una identificación con los parias y los abyectos, trátese
de travestis, presidiarios, ladrones, o militantes antirracistas y anticolonialistas.
La cuestión es luchar, siempre y por doquier, contra lo que él
llama el Poder.
En Una moral de lo minoritario. Variaciones sobre un
tema de Jean Genet, el filósofo e historiador del pensamiento
Didier Eribon --muy conocido por los lectores asiduos de Letra S--
señala que para Genet escoger el mal no significa transgredir lo
prohibido, sino escoger ser lo que la sociedad ha hecho de él, y
"transformar en orgullo, en principio de vida, lo que debería ser
sentido como vergüenza, vivido como maldición." Añade
que Genet no escribe para "comunicar sus emociones pasadas", sino para
crear una novedad, para "componer un nuevo orden moral, todavía
desconocido para él".
Desde las perspectivas moral, literaria y psicoanalítica,
Eribon desmenuza las entrelíneas tanto de Genet como de quienes
se ocuparon de él, ya sea a favor o en contra, para concluir que
Genet, en su afán de sintonizar con la experiencia de otros oprimidos,
se acerca mucho al Foucault de Historia de la locura, quien no sólo
trataba de tejer, a través de las épocas, lazos con las distintas
figuras de la exclusión, procurando trazar la genealogía
de una alienación común, sino que también quería
implantar encuentros en la acción entre los disidentes de todo género,
pues a todos los une su enfrentamiento con el poder.
De acuerdo con Didier Eribon, Genet gestó nuevas
posibilidades de discurso, aunque reconoce que no se puede escribir o actuar
en lugar de otros: "las minorías deben conquistar su libertad por
sí mismas". Al respecto, el autor de Nuestra señora de
las flores declaró a un periodista mexicano, hace más
de 20 años, que "aquellos que viven su homosexualidad como un infierno
merecen estar ahí: han caído en la trampa."
Didier Eribon
Una moral de lo minoritario. Variaciones sobre un
tema de Jean Genet
Anagrama
Barcelona, 2004. |