México D.F. Miércoles 9 de junio de 2004
Los recursos de Oportunidades se destinan al consumo de alcohol, según testimonios
Los programas oficiales, estrategia contrainsurgente en zonas chiapanecas
En Ocosingo las cantinas anuncian que reciben los cheques, dice un campesino tzeltal
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Municipio Autonomo Francisco Gomez, Chis. 8 de junio. Uno de los efectos de los programas de gobierno en las comunidades indígenas ha sido el reforzamientos del machismo, el patriarcado y, por supuesto, la continuación de las mismas prácticas clientelares a partir de la administración gubernamental de la pobreza.
En pocos días, y siempre en situaciones fortuitas, este enviado escuchó tres testimonios de zapatistas prácticamente iguales sobre el efecto de los programas tipo Progresa y Oportunidades en las familias, en tres regiones distintas y otros tantos municipios autónomos: Tivó (San Andres Sackamch'en de los Pobres), La Realidad (San Pedro de Michoacán) y en el camino de la cañada de Patihuitz, a unos kilómetros de La Garrucha (Francisco Gómez).
Un hombre mayor acompañado de su esposa, ambos vestidos a la usanza tzotzil más tradicional, lamenta la situación de los pobladores de Tivó que reciben recursos de los programas gubernamentales, a diferencia de los que están en resistencia y son bases de apoyo:
-Van aquí nomás en San Andrés a recoger esa su paga, y allí mismo la dejan en posh (aguardiente típico de los Altos). O no regresan, o ahí los traen viniendo las mujeres. Nosotros no tenemos dinero, pero tenemos nuestro trabajo, y no estamos más jodidos que ellos.
En La Margaritas dejan toda la paga
En su casa a medio reconstruir en La Realidad, una familia de mujeres viudas y con un hijo adulto muerto de enfermedad hace poco, termina de acomodar bajo un cobertizo la leña, "para todo el año", luego de partirla a hachazos durante dos fatigadores días. Una de ellas es costurera y confecciona un vestido de chillante azul prusia, como gustan las tojolabales de la comunidad:
-Esas mujeres de los que se hicieron priístas, puro llorar. ƑAcaso las toman en cuenta los hombres? Las mandan a cobrar el Progresa (que se entrega a las mujeres) y luego luego se los quitan los maridos. Unos hay que las acompañan y allí mismo, en Las Margaritas, dejan toda la paga. En el trago, allí queda.
Lorenzo es un campesino tzeltal que ha platicado varias veces con este enviado a lo largo de los años. Es de La Garrucha, pero en esta ocasión nos encontramos en el camino. Lo acompañan otros indígenas del municipio Francisco Gómez. Están realizando "un trabajo" en una zanja hecha por la lluvia que casi corta el paso:
-Lo mismo de Aric oficial que Aric independiente, los vemos que van a Ocosingo a cobrar sus programas. Ahora ya hasta hay cantinas con un letrero que dice que se aceptan los cheques. En nuestro municipio somos 87 comunidades, y con sólo nuestro trabajo la mayoría la vamos pasando. Jodidos somos, que ni qué, pero también así están ellos (los de otras organizaciones), y para colmo tienen otras miserias que nosotros no tenemos.
Como expresa un joven zapatista junto a la caseta telefónica del anexo de Guadalupe Tepeyac, El Carmen (donde no son zapatistas):
-Todo es por el trago. Muchos lo que quieren es ponerse bolos. Unos conozco que es su razón para salirse de la resistencia.
Haciendo a un lado cualquier "moralina", en Chiapas la inducción del alcoholismo ha sido un rasgo histórico de la dominación racista sobre los pueblos indios. Ahí está el horrorizado testimonio de Fernando Benítez en su monumental obra Los indios de México, en el volumen dedicado a los pueblos de las montañas chiapanecas. Pueblos de hombres caídos, de hombres derrumbados en las orillas de los caminos. Hombres violentos. Hombres derrotados.
Primer freno al alcoholismo
Pese a todo, la situación es hoy muy distinta de la que describió Benítez en los años 70. El proceso de emancipación y afirmación de los pueblos indígenas ha avanzado extraordinariamente desde el Congreso Indígena de 1974, celebrado en San Andrés Larráinzar (después de la visita de Benítez). Varios factores influyeron en dicha transformación que dignificó a los indios de Chiapas.
El primer freno al alcoholismo atroz lo pusieron las iglesias cristianas, tanto la católica, impulsada por Samuel Ruiz desde la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, como las proliferantes iglesias "protestantes": evangélica, presbiteriana, testigos de Jehová y otras. Más allá de si la teología de la liberación samuelista es liberadora y la de las otras (despectivamente llamados "sectas") son infiltraciones del imperialismo, el hecho es que influyeron en una reducción espectacular de la miseria alcohólica.
Al aparecer públicamente el zapatismo, en 1994, fue evidente que una de las claves de su éxito organizativo (y de la efectividad de su secreto, de su clandestinidad) había sido la erradicación del trago. También fue una de las circunstancias que permitieron el surgimiento de las reivindicaciones de las mujeres (con todo y su ley revolucionaria, que es más bien un programa de lucha al interior de sus comunidades y familias, al interior mismo del movimento rebelde).
No resulta en cambio ningún secreto que la ofensiva militar de 1995 trajo como una de sus secuelas más fuertes el retorno del alcohol, y su uso deliberado para "aflojar" y dividir las comunidades. La estrategia contrainsurgente del gobierno federal y las Fuerzas Armadas posee, hasta la fecha, un arma inapreciable con la combinación dinero de programas-consumo de bebidas.
Cuántas veces en los meses posteriores a la ofensiva zedillista se vieron convoyes militares escoltando y hasta transportando a través de las cañadas, decenas de cartones de cerveza y bebidas destiladas para su distribución y consumo en San Quintín, Monte Líbano, Amparo Aguatinta. Ahora el procedimiento ha cambiado. La política es la misma.
Si algo impide que los campos de Chiapas aparezcan minados de cuerpos exánimes es la resistencia de los pueblos autónomos, que como sello de marca colocan siempre al paso letreros que anuncian "este es territorio zapatista" y prohíben el consumo y cultivo de alcohol y drogas. A esto se suman los lineamientos de las iglesias cristianas que, si bien de manera menos profunda, han retirado la embriaguez de los usos y costumbres.
Uno lo nota cuando deja el municipio de Chamula y la cabecera municipal de San Andrés (donde se localiza una base militar) hacia el interior del municipio autónomo. Son muchos menos los hombres que se tambalean en los caminos (por ejemplo, hacia Tivó), y vienen de los expendios de posh de San Juan Chamula (donde la religión "tradicional" y el control caciquil priísta garantizan la bebida).
Eco (supongamos que bien intencionado) de las tiendas de raya porfiristas, el multipremiado programa Oportunidades del gobierno foxista y en particular el transexenal Procede tienen un efecto que hoy, dadas las circunstancias políticas del Chiapas indígena, significa contrainsurgencia.
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