José Steinsleger

Tiempos de guerra

A fines del siglo XVIII, Francia y España luchaban contra Inglaterra (asunto de Borbones), Inglaterra contra América del Norte (asunto de colonias), Prusia contra Rusia y Austria contra Baviera (asunto de monarcas). Cansada, la plebe de Francia hizo la revolución (asunto de clases). Temerosa, la burguesía llamó a Napoleón (asunto de tradiciones) y el corso impuso orden, conquistó Europa y se proclamó emperador (asunto de esperar).

Pero en 1801, cuando Haití declaró su independencia, monárquicos y burgueses, nobles y plebeyos, imperialistas y republicanos, ateos y creyentes, ignaros y doctos, cerraron filas en defensa de la "civilización". Mucho negro alzao. šA ellos! Unos tras otro, los haitianos derrotaron a todos los ejércitos imperiales, incluido el de Napoleón. šQué descaro!

Causa de admiración en su época, la independencia de Haití fue sitiada y devino en asunto de "opinión". Por esto, los liberales nos dicen hoy que el desembarco de Normandía selló la suerte de Hitler, en lugar de lo que fue: desastre militar y escaramuza de boy-scouts conducida por generales ineptos. Para ellos, el Día-D nos habría regalado este mundo libérrimo que Ronald Reagan ayudó a construir, tras liberar (según sus Memorias) un "campo de concentración" de imposible localización geográfica.

El hombre murió de alzheimer, enfermedad que cultiva la historia neoliberal para que olvidemos gestas como la batalla de Stalingrado. Porque Stalingrado remite a Stalin y "Stalin-era-como-Hitler-Ƒno?" En fin: que la historia acabó, el muro se cayó y a quien evoque el Día-D Blockbuster le enviará una copia (free!) de El soldado Ryan. Vamos a ver si, con igual enjundia, el próximo 30 de junio evocan el medio siglo del Día-D de Guatemala. Uno a diez que nos recordarán la guerra fría.

Ah... la historia. ƑDisciplina que alucina a los vencedores o visión de los vencidos? El liberal Pierre de Rosanvallon, director del Centro de Investigaciones Políticas Raymond Aron, dice que el siglo XXI está pasando "de una sociedad de clases a otra de individuos" (El País, 5/6/04). No aclaró si la profecía cabe a iraquíes, palestinos, afganos, chiapanecos, haitianos, colombianos, venezolanos, o si "ellos" tienen la culpa de ser como son.

Con motivo del bicentenario de aquel "código" inventado por Napoleón con varias copas de coñac encima, otro charlatán recordó días atrás "el espíritu de Bonaparte" (sic). Dijo: "Los ideales de humanismo, de justicia social, de equidad, de inteligibilidad y de facilidad de acceso al derecho, la voluntad reformadora y unificadora que presidieron la elaboración del Código Civil no han perdido, en efecto, su actualidad". Claro, como en Francia, donde 3 millones de desocupados tuvieron que pagar por la modernización de su economía y su crecimiento.

De acuerdo con las reglas del programa de televisión española El que piensa pierde, el charlatán merecería la condecoración que el país galo cuelga en el gaznate de sus déspotas ilustrados, nacionales o extranjeros. Dejémoslos con sus ensueños: si John Kerry gana las elecciones, tendremos un "factor de equilibrio" (sic), George Soros ocupará la silla de Alan Greenspan y Hugo Chávez será revocado con el voto de 500 mil fallecidos. Luego, la Casa Blanca y la OEA dirán que el escrutinio fue "transparente". Gustavo Cisneros, gángster mediático, corre con los gastos del reventón.

šAy, Marat! šAy, Robespierre! Hijos de Saturno... Ƒdónde estáis? Vade retro. Al mal tiempo buen humor, que la hipnosis internáutica da para todo. Ser indeciso es virtud y ser tolerante exige desconocer que si el vaso desborda luego de estar ni medio lleno ni medio vacío, las miserias de la democracia liberal son opción obligada antes que reflexión o cargo de conciencia.

Con tal de vivir "en libertad" olvidemos el pasado, miremos al futuro y que vivan los gobernantes prófugos de la justicia, la depredación ambiental, la entrega, el saqueo, el tributo esclavo, los salarios de hambre y la desesperada desesperación de quienes día a día recorren la ciudad inmensa, en pos del mendrugo. Que ya los expertos en "gobernabilidad" y "transparencia" han dicho que somos "niños" y todo cambiará cuando haya "reformas" y de la democracia "representativa" pasemos a la democracia "participativa".

Pero Dios es grande. El colonialismo imperial y sus sicarios, diestros en simular democracias de papel, se han quedado sin discurso y padecen mala salud. Por ello, cada preferencia excluyente, cada aislamiento, cada palabra, gesto o tono despectivo, cada mitificación, debe servirnos de llamada de atención. Esta vez, no pasarán.