México D.F. Miércoles 9 de junio de 2004
Para la mayoría, la espera de 48 horas
por una entrada a la final fue infructuosa
La verbena terminó en caos al iniciar la venta
de boletos
La inmensa fila de aficionados se desdibujó en
cuestión de minutos Los miembros de La Rebel fueron de
los pocos formados que obtuvieron accesos al Pumas-Chivas, el domingo en
CU
AGUSTIN SALGADO Y EMIR OLIVARES
Para la mayoría la espera de alrededor de 48 horas
resultó infructuosa. De nada les sirvió haber pasado dos
días y sus respectivas noches a la intemperie con el propósito
de obtener un boleto para el partido de la final del torneo Clausura 2004.
Lo
que desde el domingo por la tarde había sido verbena apenas se abrieron
las puertas de la Cantera para iniciar la venta del boletaje se convirtió
en caos y conatos de bronca.
La mala organización por parte del Club Universidad
y la falta de apoyo, tanto de la delegación Coyoacán como
de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal,
provocó que la fila que se formó a lo largo de una de las
cuadras más grandes de la ciudad de México -abarca la Casa
Club Cantera y la planta de asfalto del Gobierno capitalino- se desdibujara
en cuestión de minutos.
Al final miles de boletos fueron adquiridos, pero lo que
menos importó fue el orden en que los aficionados llegaron.
Para ser de los primeros se tuvo que llegar con la adrenalina
provocada todavía por el juego semifinal. Los miembros de La
Rebel se trasladaron del estadio Olímpico México 68 a
la colonia Ajusco -zona donde se ubica la Cantera- en cuanto la semifinal
contra Cruz Azul finalizó.
Los campamentos
De inmediato se organizaron: los más afortunados
montaron sus tiendas de campaña, mientras los menos venturosos extendieron
sus cobijas y, en el peor de los casos, bolsas de plástico.
Ya entrada la noche del domingo las caguamas, los
gallos (carrujos de marihuana) y alguna que otra botella de ron
o de tequila aparecieron entre las pertenencias de la autodenominada barra,
que cada 15 días se congrega en la tribuna del pebetero.
Para ser de los segundos fue necesario llegar durante
las primeras horas del lunes. Este último grupo fue calificado por
los primeros, quizá injustamente, como "pumas de ocasión".
Lo cierto es que a muy pocos de ellos les tocó
un lugar en Totonacas y casi todos se apostaron en la banqueta de avenida
del Imán. A quienes llegaron después del mediodía
le correspondió un número mayor al 2 mil y después
de 24 horas de espera apenas avanzaron un par de metros de la fila.
Para ser de los terceros e inexistentes para los vendedores
de boletos había que llegar el lunes por la tarde y noche.
Miles de aficionados y miles de historias, cada uno con
su verdad, cada uno con su deseo. Sin embargo, es de destacar la aventura
de tres aficionados michoacanos, quienes desde el pasado domingo por la
tarde, después de saber el resultado de la semifinal, partieron
desde Zitácuaro, con destino a la ciudad de México para conseguir
los boletos.
Sin saber de los requisitos que la directiva del club
estableció para la preventa los michoacanos no escatimaron en gastos
ni les importó ausentarse de su trabajo durante toda la semana.
Al desconocer dónde y cómo serían
vendidos los accesos, los tres jóvenes divagaron por la capital
con el siguiente recorrido: estadio Olímpico Universitario, Tienda
Puma (ubicada en Insurgentes Sur), para terminar su travesía en
las instalaciones de la Cantera.
"Nosotros pasamos por aquí (Cantera) como a la
una de la mañana del lunes y no había nada de gente, pero
pensamos que los boletos los iban vender en CU, como siempre", subrayó
uno de ellos.
Por su falta de información los michoacanos llegaron
a las 10 de la mañana a las instalaciones de la Cantera y obtuvieron
tres lugares cercanos a las instalaciones de la planta de asfalto.
Al estar sin contraseñas para adquirir los boletos,
los aventureros optaron por ofrecer dos de sus lugares a cambio de tres
boletos de la semifinal.
De nada valió su largo viaje y su desmesurada pasión
al darse cuenta de que era la una de la tarde y la fila sólo había
avanzado un par de metros. Entonces decidieron marcharse y buscar mejor
suerte en el sistema de compra por teléfono.
Durante la madrugada nadie imaginaba cómo habría
de terminar el día. Las tiendas de abarrotes que abren las 24 horas
del día no se daban abasto en la venta de cerveza y otros productos.
Los arbustos resultaron insuficientes para las vejigas
llenas y las calles se convirtieron en pequeñas canchas de futbol
que provocaron el cierre parcial de avenidas, y el negocio para unos cuantos:
a cambio de 20 pesos y una goya la cascara se suspendía y se permitía
la circulación de los vehículos.
Sin embargo el caos estaba por venir.
Los desmanes
A las nueve de la mañana se inició la venta
de boletos. Los primeros resultaron ser los mejores organizados. Hasta
las 14 horas los miembros de La Rebel fueron de los pocos que obtuvieron
boletos.
"No muevo a nadie" decía el Chiquis, uno
de los que organizaba la entrada de la banda: "es un desmadre y no nos
vamos mover" advirtió a un policía que intentó poner
orden.
Entre empujones, conatos de bronca y mentadas de madre
varios cientos de personas se fueron infiltrando en la fila.
El caos se generalizó, los aficionados se congregaron
en la entrada principal de la Cantera y las taquillas cerraron por espacio
de dos horas.
Al ser insuficientes las integrantes del cuerpo femenil
de la SSP que se desplazaron al lugar fueron los propios aficionadosquienes
formaron la valla de seguridad, que a la postre en vez de respetar los
lugares sirvió para deshacer la fila.
En el momento más caótico llegó el
director general de la Policía capitalina, Raúl Flores, quien
dialogó con los inconformes. Ya controlada la situación,
el presidente del Club Universidad, Aarón Padilla, apareció
con un altavoz mediante el cual garantizó la venta de boletos.
Finalmente volvieron abrir la puerta de la Cantera para
que los aficionados accedieran a los autobuses improvisados como taquilla,
que para esos momentos ya no tenían en venta accesos de la planta
alta de Ciudad Universitaria.
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