NUMEROS | 14 de junio de 2004 | |
En México es muy baja la proporción del producto interno bruto (PIB) que se destina a la inversión productiva. Esto es lo que se llama coeficiente de inversión que, desde 1988, no logra rebasar de manera decisiva 20 por ciento. Durante todo este periodo, el promedio de dicho coeficiente está por debajo del promedio alcanzado entre 1960 y 1980. La crisis de 1995 llevó este indicador a su nivel más bajo (14.6 por ciento) y la recuperación posterior ha sido a todas luces insuficiente para acrecentar el acervo de capital de la economía que sirva de sustento para un crecimiento robusto y sostenido de la actividad productiva y del empleo. La inversión en maquinaria y equipo ha mostrado una tendencia descendente desde 2000. En tanto que la construcción apenas exhibe una leve recuperación, luego del largo estancamiento que registró. Entre 2001 y 2003 la inversión total tuvo tasas de crecimiento negativas, sobre todo aquella que se origina en el sector privado, mientras que la inversión pública creció pero representa ya una proporción muy pequeña del total, por lo que es incapaz de compensar las deficiencias. La inversión extranjera no ha satisfecho las necesidades de la acumulación de capital en México. El papel dinámico del gasto en inversión deberá asociarse de manera directa con el restablecimiento de la expansión del mercado interno §
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