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México D.F. Domingo 27 de junio de 2004
¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Silverio y Pachis
Apenas 66 años de casados
Entre la gloria y la lucha
EL 24 DE junio es fecha significativa para la fiesta
de los toros, no sólo porque en 1526, según crónicas
de Torquemada y López de Gómara, se celebró en la
capital de la Nueva España el primer festejo taurino, al estar Cortés
"viendo correr ciertos toros".
LO
ES TAMBIEN porque el viernes 24 de junio de 1938, en la capilla del
Sanatorio Español, contrajo matrimonio una joven pareja, ella de
16 años y el de 22, cuyo nombre ya empezaba a sonar en el entonces
deslumbrante planeta de los toros: el todavía novillero Silverio
Pérez Gutiérrez y la jovencita María de la Paz Domínguez
Jimeno. En poco tiempo, gracias a su sentimiento privilegiado y a la dimensión
que logró imprimir a las suertes fundamentales del toreo, él
se convertiría en uno de los ídolos más importantes
de todos los tiempos y ella en La Pachis, que devino sinónimo
de amor inteligente, habilidad, carácter, fuerza de voluntad, autoestima
y eficaz estrategia de convivencia.
SI ESTAR CASADA con un profesionista común
y corriente ya tiene sus bemoles, compartir 792 meses, tres mil 168 semanas
o 24 mil 90 días con el torero más querido de la afición,
Compadre del pueblo de México, Faraón de Texcoco y,
para colmo, Tormento de las mujeres, requiere de mucho más
que una compañera convencional, abnegada, sumisa o respondona.
CONVERSADORA DE LUJO, lectora incansable -"tengo
insomnio desde que el río arrastró a mi hijo José
Antonio"-, suspicaz, guapa y brava desde siempre, autora de las interesantes
memorias Mi Silverio Pérez, faraón y hombre, María
de la Paz recuerda: "La ceremonia fue a las ocho de la mañana porque
en el Sanatorio Español estaba internado un jesuita ya mayor de
apellido Villanueva que tenía interés en casarnos. Las monjas
se esmeraron en arreglar la capilla, mi mamá organizó una
modesta comida y yo tuve a bien desmayarme en plena ceremonia, quizá
por el humo de un cirio al lado del reclinatorio. Debo decirte que cuando
me llevaban desmayada, Armillita, maestro y amigo de Silverio, tuvo
que cargar la cola del vestido".
SILVERIO, UNO DE los mexicanos más carismáticos
e inteligentes que ha habido, es amigo de la vida y enemigo de las discusiones.
Cuando le pregunto cómo han sido estos 66 años, responde
con su mágica sonrisa: "¡Muy sabrosos!" En cambio La Pachis
no tiene empacho en matizar lo dicho por su esposo y precisa: "Mira, ha
sido una lucha constante y desigual entre la fama y la familia, entre la
esposa y muchas mujeres muy guapas, pero supongo que talento sigue matando
carita, de otro modo no te lo estaría diciendo".
EL HUMOR CONTINUA apuntalando, luego de 66 años
de casados, el amor de estos dos seres excepcionales. "Deberíamos
contratar un tequiducto -sugiere Pachis- por la cantidad de tequila
que consumimos. Entre más me achico, más crece mi copa. Con
cinco hijos, 12 nietos y tres bisnietos 'La Pachis fuma como chacuaco
y bebe como cosaco', pero ya tengo 83 años, ¿para qué
me voy a andar cuidando? Cuando voy a la recámara no fumo por atención
a mi marido, que fumó hace años pero sólo un cigarro
para ir al baño".
EL COMPADRE, EN cambio,
comenta: "Mi mujer y yo somos muy católicos. Diario nos encomendamos
a Dios y a la Virgen de Guadalupe, a la que tengo por todos lados, incluso
aquí en la cantina". A los 88 años de edad, elegante y erguido,
el Monarca del trincherazo se para del bar y lleva una copa vacía
a la cocina, luego da de comer a las palomas en el corredor, más
tarde las tres empleadas domésticas se despedirán de él
con un beso en la mejilla. Genio y tormento...
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