*Enrique Florescano*
La lucha polÃtica que se desata en 1808, cuando llegan a Nueva España las noticias del derrocamiento de Fernando VII por los ejércitos de Napoleón, y más tarde la rebelión de Miguel Hidalgo de 1810 y la fundación del Imperio en 1822, impulsan la aparición de distintos sÃmbolos de identidad que chocan entre sà y luchan por sobreponerse unos a otros. Algunos de estos sÃmbolos recogen las alegorÃas antiguas del virreinato, otros forman extrañas combinaciones entre lo viejo y lo nuevo, y unos más crean emblemas inéditos para representar a la patria. AsÃ, la invasión napoleónica en España y la abdicación de Fernando VII, producen en Nueva España una copiosa folleterÃa en apoyo del soberano derrocado. En esta época los españoles y los americanos identifican la patria como el conjunto de la MonarquÃa, tal como se aprecia en esta declaración de una señora yucateca, publicada el 10 de septiembre de 1809 en el Diario de México:
si hijos mÃos, la patria, la amable patria, no es otra cosa que la dulce unión que ata a un ciudadano con otro por los indisolubles vÃnculos de un mismo suelo, una misma lengua, unas propias leyes, una religión inmaculada, un gobierno, un rey, un cuerpo, un espÃritu, una fe, una esperanza, una caridad, un bautismo y un Dios, padre universal de todos...
![]() FIGURA 1. Las alegorÃas de
 España y de Nueva España juran unirse para defender la religión y a Fernando VII. |
Los sÃmbolos patrióticos de Hidalgo y Morelos
Cuando Hidalgo se pronunció por una patria independiente el 16 de septiembre de 1810, en sus proclamas llama a esa patria América. En estos años la patria recibe el nombre de América o América Septentrional y los patriotas rara vez son llamados mexicanos. Hidalgo, consecuente con su formación de criollo y cura ilustrado, levantó la imagen de la virgen de Guadalupe como bandera de la insurgencia (Fig. 3). En el transcurso de la lucha armada Hidalgo y Morelos proclamaron la independencia de España, reconocieron en el pueblo la fuente original de la soberanÃa y sentaron las bases para organizar polÃticamente a la nación liberada. Los fundamentos del nuevo proyecto de nación se esbozaron en los decretos que Hidalgo y Morelos promulgaron en distintos momentos de la insurrección, en el Acta de Independencia, en los documentos previos al Congreso de Chilpancingo, en los Sentimientos de la Nación y en la Constitución de Apatzingán.
![]() FIGURA 2. Las alegorÃas de España (izquierda) y Nueva España (derecha), unen sus recursos para prestar ayuda económica a Fernando VII, prisionero de los franceses.  |
Poco después de la muerte de Hidalgo las fuerzas insurgentes acordaron celebrar una reunión para organizar el mando, que llamaron Suprema Junta Nacional Americana o Junta de Zitácuaro (1811). Ahà se esbozó la primera forma de gobierno revolucionario y el 19 de agosto de ese año se acordó la elección de un escudo para actas, proclamas y documentos oficiales (Fig. 4). Este sello recoge el emblema del castillo que aparecÃa en el escudo de armas otorgado por Carlos V a la ciudad de México, la imagen del águila mexicana parada sobre el nopal que se habÃa afirmado durante el virreinato, y le suma a estos emblemas las banderas y los cañones de la guerra. Como se observa, el castillo hispano se ha esfumado y sólo quedó de él un puente con tres vanos. Arriba del puente aparecen las iniciales del versÃculo que solÃa acompañar a la guadalupana: Non fecit taliter omni nationi (No hizo nada igual con ninguna otra nación). A los lados del escudo cuelgan las ramas de encino y de laurel. Como se advierte, el águila está coronada y no aparece la serpiente. José MarÃa Morelos se sirvió de una variante de este escudo en sus documentos oficiales de 1811 a 1815. En 1812, Ignacio Rayón, otro jefe revolucionario, dio a conocer sus Elementos constitucionales, en los cuales estableció como celebraciones de carácter nacional el 12 de diciembre, el dÃa que se conmemoraba la aparición de la virgen de Guadalupe, y el 16 de septiembre, el dÃa en que Hidalgo lanzó el grito de independencia.
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FIGURA 3. Imagen de la virgen
 de Guadalupe en una de las banderas enarboladas por los insurgentes. Este lienzo se conserva en el Museo Nacional de Historia. |
En los sellos y estandartes adoptados por Hidalgo y Morelos para representar el movimiento insurgente están presentes el emblema indÃgena del águila y el nopal y la alegorÃa religiosa de la virgen de Guadalupe, dos representaciones de la patria y el territorio que habÃan echado raÃces en el imaginario colectivo en los siglos xvii y xviii.
Los sÃmbolos enarbolados por AgustÃn de Iturbide
La creación del Ejército Trigarante encabezado por AgustÃn de Iturbide en 1821 fue producto de una alianza cuya mira era garantizar la permanencia de la fe católica como religión oficial de la patria, la unidad de los criollos y los españoles y la independencia de España. En 1821 Iturbide proclamó el Plan de Iguala, que se propuso unir a la élite novohispana temerosa de las ideas liberales que habÃan triunfado en España, a los militares que tenÃan mando de fuerzas y a los antiguos insurgentes que continuaban luchando por la independencia. Según Lucas Alamán, las ideas esenciales de este plan eran "la conservación de la religión católica, apostólica, romana sin tolerancia de otra alguna; la independencia bajo la forma de gobierno monárquico moderado y la unión entre americanos y europeos. Éstas eran las tres garantÃas, de donde tomó el nombre el ejército que sostenÃa aquel plan, y a esto aluden los tres colores de la bandera que se adoptó y que ha venido a ser la bandera nacional".
![]()  FIGURA 4. Variantes del escudo oficial de la Suprema Junta Nacional Americana, establecida en Zitácuaro en 1811.  |
Al tiempo que la lucha por la independencia adquirió nuevo sesgo y liderazgo, el renacimiento de los emblemas indÃgenas se hizo presente en los actos polÃticos. Iturbide, poco antes de hacer su entrada en la ciudad de México, acordó con los miembros del cabildo cancelar el emblema de origen hispano que ornaba el escudo de armas de la ciudad y sustituirlo por el de la antigua Tenochtitlán. Cuando el Ejército Trigarante entró a la ciudad de México y "quedó consumada la Independencia, Iturbide decretó, el 2 de noviembre de 1821, que la bandera de México fuese con los mismos colores, pero en franjas verticales y en el siguiente orden: verde, blanco y rojo; y al centro el águila, de perfil y con corona imperial, las alas caÃdas, posada sobre el legendario nopal nahoa" (Fig. 7).
![]() Â FIGURA 5.
 Bandera atribuida a las tropas de Morelos. FotografÃa proporcionada por el Museo Nacional de Historia. |
AgustÃn de Iturbide adquirió su formación militar y polÃtica en las filas del ejército realista que habÃa combatido a los insurgentes. Su escuela fue el ejército y desde ese mirador contempló los acontecimientos que condujeron a la Revolución de 1789 en Francia y más tarde el ascenso vertiginoso de Napoleón y su marcha triunfal por Europa. La influencia que estos hechos tuvieron en la formación polÃtica de Iturbide fueron decisivos, pues fue él quien trasladó al escenario mexicano la vistosa parafernalia ceremonial que en adelante acompañó al ejército, asà como los emblemas y sÃmbolos polÃticos que nacieron en la Francia revolucionaria.
![]()  FIGURA 6. Bandera de las Tres GarantÃas, 1821. FotografÃa tomada de Jiménez Codinach, 1997: 232.  |
![]() Â FIGURA 7. Bandera del
 Imperio de Iturbide, 1822-1823. Como se advierte, presenta los colores verde, blanco y encarnado en franjas verticales, y con el águila coronada. FotografÃa tomada de Jiménez Codinach, 1997: 247. |
Los antiguos recintos del virreinato, planeados para celebrar otras ceremonias, fueron transformados para darle cabida al nuevo culto nacional. Un ejemplo de estas innovaciones es el de la plaza mayor de la capital, en cuyo centro se levantaba la estatua ecuestre de Carlos IV. El 27 de octubre de 1821, con motivo de la jura de la independencia, este espacio sufrió la siguiente transformación fÃsica y simbólica (Fig. 9):
En la bella plaza mayor y dentro de la elipse en que se halla colocada la estatua ecuestre colosal de bronce del señor Carlos IV, levantaron un templete de figura rotonda [...] en el remate del templete se miraba sobre un nopal parada, un águila, la que simbolizaba la libertad de la nación. Los lienzos que cubrÃan el pedestal representaban, el primero, la elevación de la América Septentrional al rango de nación independiente y libre [...] la América representada con todos sus sÃmbolos y vestida del manto soberano, sube por las gradas conducida por su digno hijo el grande Iturbide [...] al otro lado se miran los fuertes generales del Ejército Trigarante con plumaje y banda tricolor [...] en las gradas del trono está un genio con carcax, arco y macana, que son las armas antiguas con que peleaban los mexicanos...
![]()  FIGURA 8. Pintura anónima de la entrada del general Iturbide y el Ejército de las Tres GarantÃas en la ciudad de México. Foto tomada de Jiménez Codinach, 2001: 42.  |
Otra serie de imágenes dan cuenta de la pomposa ceremonia de coronación de AgustÃn de Iturbide. AsÃ, una escultura en plata muestra una sorprendente doble coronación: la patria, vestida con indumentaria indÃgena, recibe una corona de plumas de manos de Iturbide, y al mismo tiempo ella le ciñe al héroe la corona imperial (Fig. 11). Otro cuadro, que imita la coronación de Napoleón pintada por Jacques Louis David que se conserva en el Museo del Louvre, ilustra la entronización de Iturbide. A la izquierda se ve a la patria testificando el acto, con semblante y atuendo de matrona criolla y con tocado tricolor. "Iturbide está sentado en un trono [...] con el cetro en una mano y en la otra un ramo de olivo [...] lo coronan la paz y la fuerza [...]; el tiempo le ofrece el águila imperial; la iglesia y las naciones sancionan el acto; el comercio, la industria y el poder militar rodean a la historia alada, que escribe sobre un gran libro, mientras un águila (México) ataca a un león vencido (España) [...] en una tribuna en lo alto la sociedad mexicana aplaude" (Fig. 12). Como puede verse, esta pintura exhibe la variedad de tradiciones y las numerosas figuras y alegorÃas europeas que se habÃan incorporado en la representación de los hechos históricos mexicanos.
Una pintura de 1834 presenta otra alegorÃa de la patria liberada por Miguel Hidalgo y AgustÃn de Iturbide. La patria ocupa el lugar central con la apariencia de una bella mujer criolla de tez blanca, coronada por una diadema tricolor; en su mano izquierda sostiene el gorro frigio, el sÃmbolo liberador de los esclavos romanos que se tornó emblemático en las representaciones de la patria francesa, la popular Marianne de 1789.
![]() Â FIGURA 9. Fragmento de una
 pintura dedicada a los festejos de la jura de la independencia en la plaza mayor de la capital, el 27 de octubre de 1821. Esta obra anónima está fechada el año de 1834. FotografÃa tomada del Museo Nacional de Historia. |
Imágenes de la Patria en la era republicana
El fugaz Imperio de Iturbide (mayo 1822-marzo 1823) concluyó de manera catastrófica, con el Congreso y los lÃderes de las regiones levantados en su contra. Ante la precipitada abdicación del emperador, el Congreso adoptó la República Federal como forma de gobierno, una decisión que transformó los antiguos emblemas de la patria. En la Constitución Federal de 1824 el emblema que aparece en el escudo nacional es el del águila combatiendo con la serpiente, sin corona, parada sobre el nopal heráldico que brota del montÃculo que emerge de la laguna (Fig. 14). La república mantuvo la bandera tricolor del Ejército Trigarante y esta bandera se convirtió en el sÃmbolo representativo de la nación independiente. Era la imagen visual que en los actos públicos identificaba a la patria liberada y expresaba los sentimientos de unidad e identidad nacionales. Fue el primer emblema cÃvico, no religioso, que unió la antigua insignia de los aztecas con los principios y las banderas surgidas de la guerra de liberación nacional.
![]()  FIGURA 10. Å¡Resurrección polÃtica de América!, grabado anónimo. FotografÃa tomada de Los pinceles de la historia, 2000: 138.  |
La imagen que representa la patria en el siglo XIX es la de una mujer mestiza, adornada con collares de perlas y vestido mexicano, y acompañada por el carcaj o las flechas, el cuerno de la abundancia que denota su riqueza y a veces el cocodrilo que alude al territorio, tal como se ve en la pintura de una matrona que personifica el Imperio de principios del siglo XIX (Fig. 16). Esta es la imagen canónica de la patria mexicana que veremos reproducirse a lo largo del siglo con ligeras variantes.
Una magnÃfica "AlegorÃa de México" de la primera mitad del siglo reproduce esta imagen (Fig. 17). AquÃ, una bella mujer de rasgos clásicos y gesto altivo, con faldellÃn de plumas y una suerte de túnica, coronada por una diadema y un penacho tricolor, sostiene en una mano un arco y en la otra un cuerno de la abundancia. A sus pies se ve una macana, el águila y el lienzo tricolor. Otra "AlegorÃa de la Patria", pintada con colores brillantes, presenta a la patria cubierta con faldellÃn y capa, coronada por un tocado de plumas. La custodian cuatro banderas tricolores; arriba vuela un águila que sostiene en el pico una corona de laurel. Inspirado en este simbolismo, Manuel M. Delgado proyectó en 1828 una "fuente de la Libertad", rematada por una patria triunfal. Este proyecto se convirtió en realidad, como lo muestra una pintura de Pedro Gualdi del "Paseo de la Independencia", uno de cuyos atractivos era la fuente de Delgado.
![]() Â FIGURA 11. La Patria corona a Iturbide,
 y ésta, a su vez, le ciñe la corona imperial. Trabajo en plata, siglo XIX. FotografÃa de VÃctor Gayol, proporcionada por el Museo Nacional de Historia. |
La patria como expresión del territorio, la autonomÃa y la independencia, está retratada en una elocuente litografÃa anónima, publicada hacia 1836. Ahà se ve a Antonio López de Santa Anna inclinándose ante ella, que resplandece en lo alto, acompañada de otras alegorÃas que representan la Ley, el Progreso, el Comercio y la Historia. Santa Anna parece jurarle lealtad y expresarle su decisión de defenderla (Fig. 19).
![]()  FIGURA 12. José Ignacio Paz, AlegorÃa de la coronación de Iturbide, ca. 1822. Foto proporcionada por el INAH.  |
La Patria destruida por la disensión interna y humillada por la invasión extranjera
Los mexicanos celebraron la consumación de la Independencia en 1821 con ilusiones desmesuradas y la fundación de la República federal en 1824 con el candor optimista de llegar a ser una de las grandes potencias del mundo en el siglo XIX. Las fiestas que festejaron la Independencia fueron precedidas y seguidas por un alud de folletos, panfletos, alegorÃas, libros, reflexiones y discursos imbuidos de un patriotismo que dibujaba un horizonte halagüeño para los pobladores de un territorio que contenÃa todos los recursos imaginables. Desde fines del siglo XVIII el optimismo criollo habÃa calificado a la patria de "opulento reino", "rico paÃs" de "dilatados y fértiles dominios", "el mejor paÃs de todos cuantos circunda el sol", etcétera. Humboldt confirmó más tarde esas apreciaciones entusiastas cuando asentó en su Ensayo polÃtico del reino de la Nueva España que el vasto territorio, "bien cultivado, producirÃa por sà sólo todo lo que el comercio va a buscar en el resto del globo, el azúcar, la cochimilla, el cacao, el algodón, el café, el trigo, el cáñamo, el lino, la seda, los aceites y el vino. ProveerÃa de todos los metales, sin excluir aun el mercurio; sus excelentes maderas de construcción y la abundancia de hierro y cobre favorecerÃan los progresos de la navegación mexicana..." Y por si esto fuera poco, este optimismo descansaba en la arraigada convicción religiosa, entonces la más poderosa de las fuerzas que alimentaban el patriotismo, de que México era un paÃs especialmente protegido por Dios, pues fue la tierra escogida para que ahà reinara la virgen MarÃa en su advocación de Guadalupe.
![]()  FIGURA 13. Anónimo,
 LitografÃa de la patria independiente, ca. 1822. Colección particular. Como se advierte, esta litografÃa recoge las alegorÃas que entonces identificaban a la nación: el águila y el nopal, la patria americana representada por la figura de una mujer indÃgena, la bandera tricolor y el Grito de Dolores. FotografÃa tomada de Antonio Rubial GarcÃa, 2002: fig. 35. |
El hundimiento militar y moral que dejó tras si la invasión norteamericana hizo añicos el cándido optimismo de los primeros años de la Independencia. El horizonte de la nación se tornó negro. Un amargo sentimiento de culpa invadió la reflexión sobre los acontecimientos que condujeron a esa catástrofe. Angustiados, los mexicanos se preguntaron por qué la invasión extranjera no suscitó un movimiento de resistencia nacional. ƑPor qué cada una de las batallas que se dieron se tradujo en victoria para los norteamericanos y en vergonzosa derrota para los mexicanos? ƑPor qué los partidos continuaron enfrascados en sus querellas faccionales cuando en el campo de batalla se jugaba la existencia misma de la Patria?
Estas y otras preguntas fueron objeto de un intensÃsimo debate en el seno de los partidos, en el congreso y en los periódicos, foros donde los representantes de las distintas corrientes polÃticas manifestaron sus ideas sobre los quebrantos del presente y las reformas que habrÃa que emprender para enderezar el futuro de la nación.
Otro signo del decaÃdo ánimo nacional se expresó en el lenguaje de la caricatura polÃtica, que habÃa cobrado fuerza desde que el italiano Claudio Linati introdujera la litografÃa en 1815. En los años de la invasión norteamericana, la caricatura era ya uno de los medios más efectivos para transmitir mensajes. Desde mediados de siglo, al igual que antes la pintura o la escultura, la caricatura representó a la patria mediante una bella mujer indÃgena o mestiza, distinguida por sus atavÃos americanos. En estas imágenes la patria simbolizaba lo autóctono y la exuberancia de la naturaleza, como se aprecia en una representación de ella publicada en el Calendario liberal de 1859 (Fig. 21). Pero en el tránsito de 1821 a 1847 la imagen de la patria se descompone. Una caricatura la muestra rica y espléndida en 1821 y luego zarandeada, miserable y humillada en 1847 (Fig. 22). Aparecen entonces en la prensa otros personajes, como El Calavera, que llaman a la defensa de la patria ante la agresión norteamericana, o contemplan aturdidos el hundimiento de la República.
![]()  FIGURA 14. Escudo de la República Federal Mexicana de 1824. FotografÃa tomada de RodrÃguez, 1994: 141.  |
Como sabemos, en esta época la cizaña polÃtica dividió el paÃs entre centralistas y federalistas, republicanos y monarquistas, conservadores y liberales... La lucha de facciones despedazó la nación y volvió imposible la unidad. Los conceptos de patria, nación y república fueron entonces los más debatidos y objeto de rÃspidas controversias polÃticas. Entre 1823 y 1850 ni siquiera hubo acuerdo sobre los orÃgenes de la patria, pues el grupo conservador sostuvo como fecha fundadora de la nación el 21 de septiembre de 1821 (cuando el Ejército Trigarante hizo su entrada triunfal en la capital y se consumó la Independencia), mientras que el grupo liberal argumentó que la nación nació el 16 de septiembre de 1810, con el grito de Hidalgo en el pueblo de Dolores. Los datos sobre la crisis polÃtica de esta época señalan que el Estado se habÃa desintegrado, reinaba la ingobernabilidad y no existÃa la nación, pues el cuerpo social estaba dividido por insondables grietas polÃticas, económicas, sociales y culturales.
![]() FIGURA 15. Escultura en madera policromada de tamaño natural que actualmente se exhibe en el Museo de la Ciudad de Campeche. Se instaló en la Alameda de esa ciudad en 1834. FotografÃa proporcionada por el arquitecto José Enrique Ortiz Lanz. | ![]() FIGURA 16. Pintura anónima de principios del siglo XIX, titulada Å¡La personificación del Imperio Mexicano!. FotografÃa tomada de Los pinceles de la historia, 2000: 126.Pintura anónima de principios del siglo XIX, titulada Å¡La personificación del Imperio Mexicano!. FotografÃa tomada de Los pinceles de la historia, 2000: 126. | ![]() FIGURA 17. AlegorÃa de México, pintura anónima, siglo XIX. FotografÃa tomada de Los pinceles de la historia, 2000: 116. |
![]() FIGURA 18. Escultura Å¡La América! de Pedro Patiño Ixtolinque, realizada en 1830. Foto tomada de Acevedo, 2001: lƃm. 55. | ![]() FIGURA 19. LitografÃa anónima publicada hacia 1836. En el primer plano, se ve al presidente Antonio López de Santa Anna inclinándose ante la patria, que resplandece en lo alto, acompañada por tres mujeres que simbolizan la ley (izquierda), el progreso o el comercio (derecha) y la historia (extremo izquierdo). Abajo tres niños, el indÃgena, el criollo y el mestizo, representan a los hijos de la patria. Santa Anna parece jurar fidelidad a la patria y asumir la decisión de defenderla. Ésta le señala su destino: o la gloria con sus laureles a la izquierda, o el baldón a la derecha. FotografÃa tomada de Barajas, 2000: 134. |
![]() FIGURA 20. La tumba de Hidalgo, pintura de Felipe Castro fechada en 1859. Aquà la patria, representada por la diosa de la Libertad, se recarga amorosamente sobre la tumba de Miguel Hidalgo, quien ha ofrendado su vida por ella. | ![]() FIGURA 21. La patria en el Calendario liberal de 1859. La patria está representada por una bella mujer con atuendo indÃgena, rodeada de una vegetación exuberante y de animales (el cocodrilo) propios de América. |
![]() FIGURA 22. LitografÃa publicada en 1848 que muestra, arriba, a la patria opulenta y luego sumida en la miseria y la humillación por la guerra de 1847. | ![]() FIGURA 23. LitografÃa de Constantino Escalante publicada el 16 de octubre de 1861 en La Orquesta. Aquà se ve a los presidentes conservadores de México, desde 1821 hasta 1861, formados en fila india, golpeando el cuerpo inerme de la República. |
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