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Obituario   - NUEVO -

P O L I T I C A
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México D.F. Domingo 4 de julio de 2004

Jorge Carrillo Olea

Sin inteligencia criminal

Mucha tinta ha corrido y seguirá corriendo sobre la materia que política y socialmente es ya un riesgo para la estabilidad nacional: la seguridad pública. La sociedad desde su nivel de percepción, con todo derecho y razón, hace proposiciones que se centran en los aumentos a las penalizaciones y la regulación legal de la pena de muerte y de la cadena perpetua. Los conocedores del tema ven esto con escepticismo y respeto, y cautelosamente se dicen: eso no va por ahí.

Quienes no tienen excusa, después de cuatro años en la responsabilidad, son las autoridades. Por decir lo menos, recordar cómo el Presidente, al instalar el gabinete de seguridad y respeto, le asigna en sus prioridades abatir los niveles de inseguridad. El resultado es que todo ha ido a peor. Tuvo que ser un partido de oposición el que, ganándole el espacio al gobierno, llamara a una Convención Nacional sobre la Seguridad Pública y Justicia Criminal. Nada más correcto, democrático y propositivo.

Entre las propuestas en dicha convención debería surgir un tema tan importante como ignorado hasta el momento: una fórmula para desarrollar inteligencia dirigida a combatir el crimen, a desbaratar aquella perversa pero acertada expresión de que: "el hampa sabe más de la policía que la policía del hampa"

Esto es, la creación del centro de inteligencia criminal, que como propuesta primaria debería:

a) Obtener y difundir la inteligencia requerida para aplicar la política de justicia criminal mediante el conocimiento de las organizaciones criminales en el ámbito federal y estatal, y su posible complicidad con organizaciones extranjeras. Para ello coordina toda obtención de inteligencia destinada a afrontar principalmente crimen organizado, narcotráfico, contrabando, delitos migratorios, lavado de dinero, terrorismo, delitos cometidos por y contra servidores públicos, secuestros en el ámbito federal, asaltos bancarios, delitos contra la propiedad federal, delitos cibernéticos, etcétera.

b) Proporcionar a organizaciones federales y estatales la inteligencia necesaria para su función de coadyuvar en la procuración de la justicia.

c) Apoyar el desarrollo y operación de centros de inteligencia criminal estatales. Dada la situación, esto tendría una alta prioridad.

d) Desarrollar un programa de identificación criminal antropológica, dactiloscópica y fotográfica.

e) Desarrollar el programa de registro e identificación de servidores públicos policíacos.

f) Desarrollar la investigación tecnológica necesaria para la investigación judicial.

Si dicho centro se hubiera creado oportunamente, habría sido fragmento de un sistema de inteligencia criminal, conjuntamente con Cendro (Centro para el Control de Drogas), órgano de inteligencia hoy deteriorado en su función por la ignorancia en la materia de la actual administración, que después de deformarlo, y al no saber manejarlo, lo entregó operativamente a la Secretaría de la Defensa Nacional.

Combatir a la delincuencia sin información veraz, precisa y oportuna es, como ha venido siendo, una tarea sorprendentemente torpe. Depender de agencias de inteligencia extranjeras, como está sucediendo, es intolerable. No se puede seguir así. Nacionalmente nos conduce a una situación de estrangulación.

Combatir a la delincuencia es una tarea de enorme complejidad que no ha sido considerada de manera suficientemente comprometida. Hoy estamos a la orilla de un sumidero si no se actúa con el compromiso necesario. Debe aceptarse el estado terrible de la situación y que superarlo requiere decisiones que siempre se han postergado. El Presidente no puede seguir en la retórica y en el pleito bajo y ordinario. Ningún estado ni dependencia por sí solo puede trascender con sus esfuerzos; se requiere un esfuerzo concertado.

Solventar el problema de la seguridad es una necesidad nacional, haya que modificar lo que haya que modificar: personas, estructuras legales o instituciones. Fox tiene que alcanzar a posesionarse de lo que es: el responsable de conducir el esfuerzo de los mexicanos.

 

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