Antonio Gershenson

Política económica

A veces los posibles temas para estos artículos se sobreponen. ƑEscribir sobre las propuestas de implantar en México la pena de muerte, cuando que en Estados Unidos, al legalizarse la prueba del ácido desoxirribonucleico, se comprobó la inocencia de cientos de sentenciados a muerte, los cuales fueron liberados, y quedó en la incógnita cuántos inocentes más habían sido ya ejecutados cuando de dio esta legalización?

ƑO sobre esa otra declaración, acerca de la formación de un bloque con Estados Unidos y Canadá, para "defender nuestra competitividad" ante países asiáticos, cuando que nuestra balanza comercial es favorable sólo con Estados Unidos, y es cada vez más desfavorable con el resto del mundo, y cuando Argentina tiene balanza comercial favorable con China, porque le venden frijol soya y otros productos que no son ajenos a nuestra economía?

Sin embargo, aparece otro tema que considero más relevante, que creo que es central para los meses que vienen: el que podría ser llamado puntero en las encuestas para 2006, pese a los ataques en su contra, presentó un planteamiento de política económica alternativa para el país. Eso es parte de algo que, en mi opinión, debemos discutir de manera central y medular.

De hecho, la política económica está planteada como la principal definición política en estos tiempos. Desde el momento en que una gran mayoría de los ciudadanos votó por el cambio, en 2000, hubo ese relevo en el partido gobernante, pero la política económica fue refrendada, aun dejando a los mismos equipos en las áreas de las que más depende esa política; y en los casos en los que hubo cambios, éstos fueron en un sentido no compartido no sólo por la mayoría de los votantes, sino tampoco por la mayoría de los legisladores, lo cual, junto con una carencia de política negociadora, ha llevado a la parálisis en varios ámbitos, o hasta retrocesos.

Puede ser que el rating de quienes abordemos este asunto no alcance a los de los de lucha súper libre (en la que se vale todo), en sus variantes de máscara contra desafuero o bien de luchas de mujeres en el lodo. Pero creo que debemos correr ese riesgo.

Por lo pronto, y a reserva de tratar otros temas después, me refiero al planteamiento sobre política energética que se hizo en el discurso. Se plantea "modernizar el sector energético" utilizando "los recursos energéticos como palanca para el desarrollo nacional". "Deben promoverse otras ramas de la economía, pero nada es más estratégico para alcanzar un crecimiento perdurable, que impulsar el aprovechamiento integral del petróleo, del gas y de la energía eléctrica".

"El sector energético del país tiene gran potencial económico desaprovechado. Su importancia radica en que se extiende desde la extracción hacia la refinación, la petroquímica y la generación de electricidad. Los productos de esta industria son insumos de otras y así se va formando una importante cadena de valor económico. Por eso creemos que los recursos energéticos deben sustentar la industrialización del país."

Este y otros son planteamientos generales sobre cuya base, más adelante "habrá que definir, con mayor profundidad, nuestra propuesta alternativa". Agrego algunas de mis opiniones al respecto.

El sector energético, además de su importancia por lo que produce y genera, tiene gran concentración, especialmente en algunas áreas. Por ejemplo, en el país existen sólo seis refinerías, dos en el norte, dos en el centro y dos en el sur. Eso facilita su planeación a largo plazo, que sería más difícil, por ejemplo, en la industria textil, que incluye unidades de diversos tamaños por todo el país y con una gran variedad de productos. Esta planeación es una de las condiciones para garantizar un crecimiento sostenido, pues el mercado se caracteriza por ciclos a lo largo del tiempo. No afecta al país que fluctúe la producción de telas o de ropa, pero sí el que se desplome, o aun que se frene, por ejemplo, la producción de petróleo o la generación de electricidad. La regulación de la industria textil mediante el mercado es posible, es viable. No así las industrias energéticas, como lo muestran las crisis de energía en California, en el noreste estadunidense, en Inglaterra, en Argentina, en Ecuador, etcétera.

Es cierto que lo producido y generado en las industrias energéticas es insumo de otras ramas. Y también sucede lo contrario, sobre todo si se ve hacia adentro del país, por lo que al crecer y desarrollarse las industrias energéticas, aumentarán sus compras de tubería, de cable, de equipos electromecánicos..., y varias ramas de la actividad económica aumentarán sus ventas, además de comprar otros insumos para esta producción, con lo que se genera un efecto multiplicador.

Si diversificamos las fuentes para generar energía, como es necesario, esto también generará empleos en diferentes ramas de actividad, y en diferentes regiones dependiendo de la disponibilidad de cada recurso.

Lo anterior ratifica el carácter estratégico, señalado en la Constitución, de las industrias energéticas. Sólo cabe destacar, también, el planteamiento del desarrollo integral de estas industrias. Es claro que con ese desarrollo integral, estas industrias no sólo serán más vigorosas, sino más eficientes. La generación de electricidad con las fuentes de calor de Petróleos Mexicanos que no están totalmente aprovechadas (ya planteada en una reforma aprobada en el Senado), la exploración combinada de recursos y el aprovechamiento común de los derechos de vía, son sólo algunos ejemplos.