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5 de julio de 2004
gyz

GARROTES Y ZANAHORIAS

Bad news are good news. Que las malas nuevas venden, no es novedad. En la Presidencia de México, sin embargo, buscan modificar esa idea con la que en un tiempo se hizo periodismo en muchos países. Desde hace un mes, millares de correos electrónicos reciben un mensaje desde Los Pinos, con el título ­quizá poco imaginativo­ de "Las buenas noticias también son noticia".

Con tal propuesta, la Presidencia busca cambiar la percepción de que el país va cada vez más para atrás. O de que al menos no avanza. El despacho de información hace un recuento de notas ocurridas durante la semana. En el envío de la semana anterior, dio cuenta de que el gobierno federal había aumentado la tasa de reposición de reservas petroleras de 20 a 45 por ciento del crudo extraído; que en el año se habían generado 208 mil empleos formales; que el Instituto Federal Electoral estaba capacitando a funcionarios electorales iraquíes, y que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) había reconocido la política industrial del país.

El paquete de información despachado desde Los Pinos es completado con citas que, probablemente, busquen infundir optimismo. Las dos más recientes: "Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace", atribuida a Jean Paul Sartre. "Feliz es el hombre que sabe qué recordar del pasado, qué disfrutar en el presente y qué planear para el futuro", cuyo autor, según la Presidencia, es A. Gibson.

Es curioso que un Presidente que desaconseja la lectura de periódicos y que considera que la ignorancia de la actualidad es un mecanismo para ser feliz haya emprendido una iniciativa de esta naturaleza.

Parece una estrategia menor comparada con el descrédito que a pulso se ha ganado la administración federal, precisamente por sus acciones ­o inacciones­ en el terreno de la economía. Es poco creíble que una población cada vez más enterada pueda ser convencida con mensajes más bien cursis que sinceros.

Es lugar común sostener que una cifra puede ser vista e interpretada de muy diversas formas. ¿Qué pesa más en el ánimo de la población? ¿Decir que hay 208 mil empleos nuevos sin acotar que antes ya se había perdido medio millón? O de qué forma puede tomarse la noticia de que la ONU premió la política industrial de México, cuando las pequeñas y medianas empresas se hunden en un pantano de trámites y regulaciones onerosas.

Una inquietud razonable es tratar de determinar si para el promedio de los trabajadores mexicanos la situación va mejor ahora que en 2000. Probablemente sea previsible la respuesta si un empresario pequeño o mediano es interrogado sobre las dificultades ­o facilidades, si es el caso­ para emprender o ampliar un negocio.

Es más fácil demostrar que el país, en el terreno económico, se halla empantanado que afirmar lo contrario. La evidencia documentada demuestra que México va perdiendo de manera permanente terreno en el comercio mundial, que existen miles de acciones ­lo dicen los propios grupos empresariales­ que el gobierno podría tomar por sí mismo para mejorar el entorno para la inversión sin esperar a lograr acuerdos en el Congreso.

Una buena noticia podría ser que la Secretaría de Hacienda lograra reducir la evasión fiscal de una tasa de 50 por ciento a otra de 30 o 20 por ciento y que, por tanto, la necesidad de elevar el IVA puede esperar. Buena noticia también puede ser que por fin se llegue a los nombres de los funcionarios que participaban en el robo de gasolina a Pemex y que, por supuesto, sean castigados. O que Hacienda ya no elevará los precios de los combustibles para hacer cuadrar las cuentas §

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