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Obituario   - NUEVO -

P O L I T I C A
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México D.F. Jueves 8 de julio de 2004

Ted Lewis y Jason Mark*

La democracia estadunidense necesita ayuda

Millones de conciudadanos han dejado de participar en nuestra democracia. Ya son demasiados los estadunidenses que piensan que quienes detentan el poder no valoran sus puntos de vista, que el sistema ha sido amañado en contra de personas como ellos, y que, por lo tanto, no vale la pena participar en el proceso electoral. Más de la mitad de los votantes de Estados Unidos se rehúsan a participar en los comicios presidenciales.

Las irregularidades que ocurrieron durante los comicios presidenciales de 2000 agudizaron la desilusión de la ciudadanía pues la competencia técnica y la equidad más elemental de nuestros procedimientos electorales repentinamente se vieron puestos en duda. Cuatro años después, las inquietudes respecto del funcionamiento básico de nuestra democracia están subvirtiendo la confianza de la sociedad civil, distrayéndonos del debate en torno a las ideas que debería ser la base de una democracia viva.

Es por eso que Global Exchange, una organización internacional de derechos humanos, de manera coordinada con otras organizaciones civiles, religiosas y de derechos humanos de Estados Unidos ha lanzado una convocatoria a la sociedad civil mundial para que vengan al país este próximo otoño a observar nuestros sistemas electorales.

Creemos que el escrutinio abierto, el periodismo serio y las recomendaciones concienzudas de parte de los observadores internacionales pueden ayudar a reconstruir la confianza de la ciudadanía en nuestra democracia.

En aras de que las indagaciones sean abiertas, los observadores gozarán de libertad para investigar cualquier aspecto que consideren pertinente. De igual manera, les pediríamos centrar su atención en tres polémicas que están socavando la confianza de los ciudadanos respecto de que sus votos realmente cuenten:

Acusaciones de marginación injusta a votantes de bajos recursos o pertenecientes a minorías étnicas en algunos estados y condados.

Desacuerdos en cuanto a las protecciones y seguridad de las pantallas de computadora activadas al tacto.

Inquietudes en torno a las consecuencias de la aportación de recursos monetarios por particulares y empresarios en las contiendas electorales.

La democracia es un proceso de aprendizaje: prueba de ello es la experiencia estadunidense. Al momento de la fundación de la república, la denominación "nosotros el pueblo" se aplicaba únicamente a los varones blancos propietarios de tierras. Gracias a las díficiles luchas a lo largo de los siglos, la definición de aquella frase se amplió para incluir a los pobres, a los afroamericanos, a las mujeres y a los indígenas. Este largo experimento de autodeterminación es prueba de que, a pesar de las fallas y las insuficiencias de la expresión democrática, la voluntad soberana del pueblo tiene una sabiduría que los monarcas, los generales, los teócratas, los caciques y los dictadores jamás podrán igualar.

La historia es testigo de que la esencia misma de la democracia lleva el espíritu de la experimentación y del crecimiento. Los estadunidenses nos sentimos muy orgullosos del dinamismo de nuestra democracia y de su disposición abierta a la innovación. La democracia es, de hecho, algo viviente que, al igual que los demás seres vivos, requiere de nutrimentos. La democracia de Estados Unidos necesita la ayuda de los demás para mantener su vitalidad.

Creemos que nuestros amigos de la sociedad civil internacional, al venir con ánimo democrático y solidario, cuentan con las aptitudes para ofrecernos esa ayuda.

Los observadores que vengan tendrán que regirse por las más altas normas de independencia y profesionalismo, debiendo limitarse a investigar el proceso, sin participar en política. Los promotores de la igualdad y la democracia serán bienvenidos, mientras que los que hagan proselitismo a favor de partidos y candidatos no lo serán.

No pensamos que nuestros amigos internacionales pueden resolver nuestros problemas, pero confiamos en que sus indagaciones puedan ayudar a crear un proceso político más transparente. Esto, a su vez, fortalecerá la confianza de la ciudadanía en nuestro sistema.

Queremos asegurarnos de que la democracia estadounidense sea la mejor posible, acatando los principios que se plasmaron en los documentos fundacionales de nuestra nación. Estados Unidos, la primera democracia moderna del mundo, ha servido de modelo a muchos, aunque no siempre haya sido un modelo ejemplar. Es por ese motivo que está en juego mucho más que la legitimidad de una sola democracia. Si la democracia estadunidense se tambalea, el ideal de la democracia resulta víctima también. Desde cualquier perspectiva, esto sería un terrible golpe a las esperanzas que el mundo tiene de que el gobierno sea del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Si a usted le interesa saber más acerca de la observación que se tiene planeada para los comicios de otoño, o si usted no es ciudadano estadunidense y quiere solicitar acreditación como observador, favor de acudir a: www.fairelectionsinternational.org.

* Miembros de Global Exchange (www.globalexchange.org), organización internacional de derechos humanos con sede en Estados Unidos que ha participado en la observación de contiendas electorales en 16 países de tres continentes

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