México D.F. Domingo 18 de julio de 2004
De visita en La Habana, la bailarina rebate
señalamientos de las conservadoras
Pide Niurka a gobernantes pensar en las familias mexicano-cubanas
No creo en el poder, no creo que un solo hombre, igual
a los demás, guíe un país, asevera
BLANCHE PETRICH Y GERARDO ARREOLA ENVIADA Y CORRESPONSAL
La Habana, 17 de julio. Niurka Marcos, bailarina
de cabaret, actriz y cantante, pide a los gobernantes de México
y Cuba que llegaron a tensar la relación hasta casi la ruptura que
"miren tantito para abajo y vean que el pueblo necesita, que tomen la mejor
decisión, porque las familias cubano-mexicanas necesitamos estar
juntas".
En plan familiar, la bailarina que llegó a México
de la mano del famoso espectáculo del Tropicana hace ya 20 años,
cuando tenía apenas 16, viene de vacaciones a su tierra en medio
de una comitiva: sus tres hijos, su actual compañero, camarógrafos
que siguen todos sus movimientos, sus hermanas, sobrinos y otros allegados.
No se hace del rogar para una entrevista fuera del ámbito
de la farándula. Rebate a las mujeres conservadoras que señalan
con dedo acusador a las cubanas radicadas en México, recuerda que
como todos los niños cubanos juró ser como el Ché
y cuida sus expresiones políticas: "No creo en el poder, no
creo que un sólo hombre, un ser humano igual que todos, guíe
un país incluso con sus errores. Cuando hay errores, hay guerras,
y cuando hay guerras mueren personas. Eso no es crítica, pero es
que no creo en la ley del hombre, creo en la ley de Dios".
Dice
que decidió hacerse católica cuando iba a nacer Romina, su
segunda hija, hoy de nueve años y se bautizó en Progreso,
Yucatán. "Tomé mis decisiones sola, luché sola; sola
me levanté de los golpes de la vida".
Habanera, egresada de la Escuela Nacional Circense de
Cuba y de 36 años, gafas oscuras y un top negro de generoso escote
con una frase (I almost really give a fuck), Niurka se explaya con
La Jornada en el hotel Nacional, frente a la espectacular vista
de la bahía, antes de irse a la playa con la parentela.
Rechaza condena a las cubanas
Cuenta que no fue ella quien decidió quedarse a
vivir en México "ni fui la típica cubana que se casa con
mexicano para obtener su residencia". Al contrario, cuando se separó
de su primer marido regresó a La Habana y devolvió su visa
FM 2. Pero el destino decidió por ella y fue en México nuevamente,
donde surgieron las propuestas de trabajo.
"Todas las casualidades de mi vida se dieron en México:
mi primer matrimonio, que me dio a mi primer hijo mexicano, Itzcóatl,
de 13 años". No piensa regresar a vivir a Cuba, pero proclama sus
raíces. Aquí están sus hermanas y su padre. Dos hermanos
viven en México y su mamá vive en Veracruz. Y como emigrada,
ayuda a su familia, "desde luego".
-¿Recuerdas un desplegado que sería en 1997
o 1998 en el que unas señoras yucatecas se quejaban de que las actrices
y bailarinas cubanas que llegaban les robaban a sus maridos...?
-Lo recuerdo perfectamente, responde.
El tema, es notorio, le atañe directamente. "Yo
vivía en Mérida, viví ahí siete años".
Y en efecto, su acento tiene notas de la península, de la isla y
del Distrito Federal. "Entonces tenía un programa de televisión
en Mérida y contesté ese desplegado. Les dije a esas mujeres
lo siguiente: uno, no podemos condenar ni juzgar a otras mujeres siendo
mujeres. Las cubanas o las extranjeras, de donde sea que vengan, no conocen
la casa de tu marido; tu marido va al antro o al lugar donde ellas se presentan.
Cuando los maridos van buscar algo en la calle es porque algo falta en
casa. He visto a muchas mujeres de esas que se quejaron en Mérida
o en Cancún tocándoles las pompis a los streapers. Desde
el momento en que comenté eso en el programa se dejó de hablar
del desplegado."
-¿Crees que esas mujeres, las del desplegado, no
tienen amplitud de criterio?
-Yo no subestimo a ninguna mujer. Al contrario, la mujer
mexicana es luchadora, independiente. En el mundo entero las mujeres hemos
demostrado tener pantalones, preparación, estudios, carrera para
sacar a los hijos adelante.
-¿De niña fuiste pionera?
-¡Claro! Todos los niños cubanos lo son.
También me tocó decir: seremos como el Ché. Y
lo dije con gran lealtad.
Recuerda las escuelas primarias que recorrió de
niña, según el barrio en el que vivía con su madre,
en La Habana Vieja, Centro Habana, Santos Suárez. Ahora la casa
familiar está en el Vedado.
"No fui de la Juventud Comunista Cubana ni del Partido
por obvias razones. Una artista de cabaret no podía ser de ninguna
de estas organizaciones. Y además porque me salí de Cuba
muy jovencita, tenía 17 años."
-¿Hoy cómo ves la situación en Cuba?
-No me interesa la política. En lo social, mi gente
es solidaria, maravillosa, generosa. Ahora está ansiosa. Bastante,
diría yo. Muestra esa ansiedad.
-¿Hace cuánto que no venías?
-¡Uf! Muchísimo, cinco años, creo.
Y veo muchos cambios. La gente depende más del turismo, que tiene
gran afluencia. Los cubanos tienen más conocimiento de la vida que
están viviendo, conocen más del mundo. Es gente con gran
criterio y sabiduría.
-Algunos cubanos que emigran reniegan de la revolución.
Otros no. ¿Dónde te ubicas?
-Yo tengo un criterio muy centrado respecto a esto. A
todo ser humano Dios le da un destino, se lo pone en sus manos y la gente
lo toma o lo deja. Yo, todo lo que el destino me ha puesto en las manos
lo acaparo, lo adopto y lo enriquezco. Mi destino me ha tratado muy bien,
me ha consentido mucho.
Perjudicar al pueblo
A su manera, Niurka expresa su visión igualitaria:
"Todos los pueblos necesitan lo mismo: un pan para acostarse por las noches
con la barriga llena, ropa para no salir desnudos, escuela y trabajo. Lo
que marca la diferencia es lo que te ofrece el gobierno y la disciplina
y la educación que tienes. Fuera de eso, todos somos iguales, hacemos
el amor, comemos, nos bañamos, todo igual.
Como cualquier integrante de una familia mexicano-cubana,
Niurka se preocupó cuando la relación bilateral entre los
dos gobiernos se deterioró. "México y Cuba están lleno
de hijos procreados por gente de los dos países. Y si los gobiernos
llevan las cosas a mayores, los perjudicados vamos a ser los del pueblo.
Yo por eso digo: lo que pase allá arriba, al pueblo nos vale; pero
que miren tantito a los del pueblo, no nos vayan a perjudicar".
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