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México D.F. Martes 27 de julio de 2004
Los platos rotos
Ayer,
mientras el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, y el secretario
ejecutivo del Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB),
Mario Beauregard Alvarez, se esforzaban, en una comparecencia ante legisladores
de la comisión especial de investigación del rescate bancario,
por encontrar argumentos para justificar que los contribuyentes deban "pagar
los platos rotos" de ese turbio rescate, el banco español BBVA-Bancomer
-una de las entidades bancarias que no "pagan platos rotos"- dio a conocer
que sus ganancias en México en el primer semestre de este año
ascendieron a más de 3 mil 800 millones de pesos, 8.1 por ciento
más que en el mismo periodo del año anterior.
Asimismo, en tanto Beauregard inventaba subterfugios para
minimizar los costos adicionales que tendrá para las arcas públicas
el acuerdo pactado entre Hacienda, el IPAB y los bancos el pasado 15 de
julio -"únicamente para hacer frente al componente real de la deuda"-,
la firma calificadora Moody's Investors Service señaló que
lo que ha permitido a Santander -que tampoco está sujeto al pago
de "platos rotos"-, otro de los grupos financieros españoles que
operan en México, expandir sus operaciones al resto de Europa, ha
sido su volumen de ganancias en América Latina.
Las ganancias astronómicas de BBVA en México
y el reposicionamiento del Santander en Europa contrastan con la carga
de "platos rotos" que ésos y otros bancos, eficazmente auxiliados
por funcionarios como Gil Díaz y Beauregard Alvarez, se empeñan
en trasladar, íntegra, a la sociedad mexicana, cuyo crecimiento
económico fue calificado ayer de "mediocre" por el Centro de Estudios
Económicos del Sector Privado (CEESP).
Esa consideración forma parte de las presiones
de la iniciativa privada para imponer las "reformas estructurales" propuestas
por Ernesto Zedillo y retomadas por Vicente Fox, que pueden resumirse en
la entrega del sector energético del país (Pemex y CFE) a
la inversión privada extranjera, el desmantelamiento de las conquistas
laborales que aún permanecen vigentes y la imposición del
IVA a alimentos y medicinas. El calificativo de mediocre es suave, habida
cuenta del exasperante estancamiento generalizado logrado por la gestión
económica foxista.
Sin embargo, cabe preguntarse qué economía
podría crecer de manera satisfactoria con una carga financiera como
la del rescate bancario, equivalente a 18 por ciento del PIB, es decir,
más de un billón de pesos. Incluso si los funcionarios del
gabinete económico trabajaran para los intereses nacionales y no
para los de la banca extranjera, como parece ser el caso de Gil Díaz,
con un lastre semejante no habría reactivación económica
posible. Y no la hay. Peor aún, la escasez de recursos públicos
y el pago, por los causantes, de los "platos rotos" provocados por la torpeza
zedillista, los manejos fraudulentos de los banqueros y la connivencia
de priístas, panistas y foxistas para legalizar el saqueo, generan,
inexorablemente, escenarios de ingobernabilidad.
Es curioso que, ante los legisladores, Gil Díaz
haya evocado tales escenarios para justificar la más reciente trapaza
del rescate bancario: el canje de bonos acordado entre el gobierno y los
banqueros el pasado 15 de julio. "Conjuramos un gran riesgo -dijo- porque
de no haberlo llevado a cabo se hubieran generado disturbios, perturbaciones
y problemas en el mercado financiero." A lo que puede verse, el secretario
de Hacienda no está al tanto de los peligros de desestabilización
-incluidos, por supuesto, disturbios, perturbaciones y problemas en el
mercado financiero, así como otros más graves- que implica
seguir regalando a los bancos extranjeros recursos que tendrían
que estarse invirtiendo en salud, educación, vivienda, alimentación,
reactivación del campo, creación de fuentes de trabajo y
apoyo a la pequeña y mediana empresas. Da la impresión, en
suma, de que el actual gobierno está empeñado en seguir rompiendo
platos.
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