El papel del trabajo: México | 9 de agosto de 2004 |
Empleos POCOS Y MALOS Georgina Howard México es una de las primeras 15 economías del mundo, medidas por el valor de su comercio exterior; no obstante, tres cuartas partes de la población ocupada tiene un ingreso máximo equivalente a cinco salarios mínimos, es decir, no más de 210 pesos diarios En aras de mantener la inflación a la baja, buscando anclar con ello la recuperación del poder adquisitivo del salario, sobre todo en el sector manufacturero, el gobierno ha propiciado mayor fragilidad en las condiciones generales del trabajo. Así, después de 18 años de políticas de ajuste y de austeridad, los resultados muestran que las prioridades establecidas para el desarrollo social de los sucesivos gobiernos marchan en sentido contrario. Tan es así, que los cambios en la estructura de la producción, el lento crecimiento y las crisis económicas recurrentes en las dos últimas décadas alteraron la conformación del empleo y acentuaron la segmentación del mercado de trabajo. Por un lado, se desvalorizan las percepciones que se reciben en los estratos profesionales ante la falta de empleo por otro, crece aceleradamente el autoempleo y, sobre todo, aumenta de modo vertiginoso la denominada economía informal. Esta informalidad lo es en cuanto a la falta de registro de las actividades que se desempeñan y el hecho de que no se pagan impuestos y no porque esté desorganizada. Según un reciente estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, más de 24 millones de trabajadores en México se encuentran en situación de pobreza, ya que se emplean hasta por dos salarios mínimos y sin ninguna prestación de ley. El brusco descenso en los niveles de ingreso que se advierte desde hace 20 años, señala el estudio, será reconocido como "las décadas perdidas en términos sociales para el país". Cuauhtémoc Martínez García, presidente de la Cámara Nacional de Industria de la Transformación (Canacintra), admite que en México se vive una precarización del empleo, lo que ha impedido, en buena medida, contribuir a mejorar los niveles de competitividad de la economía nacional. En su opinión, los empresarios deben visualizar el ingreso de sus empleados como una inversión a corto plazo que redundará en una mayor productividad. El reto, dice, es romper ese círculo vicioso e implementar esquemas adecuados de capacitación. De acuerdo con estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), México se encuentra hoy entre los países de América Latina en que más drásticamente se han reducido los niveles de los salarios mínimos, además de que la mitad de la población económicamente activa se emplea en el sector informal. La erosión salarial, refiere la OIT, se manifiesta en el sueldo por hora de un trabajador manufacturero mexicano que equivale a 1.51 dólares, mientras que en Alemania ese ingreso es 21.11 veces superior; en Japón 15.67, en Francia 12.81, en Estados Unidos 11.39, en Italia 10.91, en Sudcorea 4.90, en Taiwán 3.85, en Brasil 2.83 y en Argentina 1.11. A este debilitamiento del ingreso salarial habría que añadir, admite el dirigente de Canacintra, la falta de oportunidades de empleo bien remunerado. De ahí que en junio de este año, como reporta el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la tasa de desempleo abierto se ubicó en 3.78 por ciento, cifra que de todos modos no representa la situación real del mercado laboral en cuanto a la fragilidad de las condiciones laborales. En todo caso, esto significa que hay un fuerte déficit en la creación de empleos en el país, que se estima en 1.2 millones de plazas anuales, primordialmente en el sector formal. El Consejo Nacional de Población asegura que buena parte de los nuevos puestos de trabajo corresponden a actividades precarias, con alto grado de informalidad y prácticas de contratación relativamente flexibles. Prueba de que la precarización se ha incrementado en los últimos años, dice esa institución, es que casi 44 por ciento de la población asalariada trabaja mediante un contrato verbal y 8 por ciento con contrato por tiempo u obra determinada. Hoy, revela, cinco de cada 10 obreros reciben menos de dos salarios mínimos y de estos más de la mitad se emplea en el sector comercial y de servicios, mientras que en el campo 90 por ciento no percibe ni un minisalario completo. Pero lo más grave, advierte, es que una proporción considerable de las ocupaciones que se crean o que se autogestan son muy deficientes en términos de las calificaciones que se requieren, las remuneraciones que se perciben y tienen una carencia prácticamente total de prestaciones sociales. A ello habría que añadir, explica, que entre los trabajadores se advierte una creciente desigualdad salarial entre diversos grupos y al mismo interior de segmentos con diversos grados de educación, capacitación y experiencia laboral. Pero las expectativas no son tampoco halagüeñas. La firma Manpower encuestó a mil 800 empresarios en todo el país y halló que 60 por ciento de las empresas en estos momentos no tiene intenciones de contratar más personal. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social reportó que durante julio el salario promedio creció 3 por ciento en términos reales, la cifra más alta desde mayo de 2002. Es decir, los trabajadores inscritos en el Seguro Social cotizaron un ingreso promedio de 170.22 pesos diarios. Así, en los primeros siete meses del año, el salario de cotización acumuló un incremento de 5 por ciento y los mayores repuntes se registraron en las áreas de los servicios sociales. La construcción, industria eléctrica y comunicaciones son rubros en los que laboró 12.4 por ciento de los cotizantes. Arturo Vieyra, analista de la Dirección de Estudios Económicos de Grupo financiero Banamex-Citibank, indicó que, a pesar de que se registran resultados positivos en la generación de empleo formal, el ritmo de avance es aún muy lento e inferior al crecimiento del PIB. Reconoce que la falta de una respuesta más dinámica en la generación de empleos formales, en relación con el crecimiento, se ha acentuado durante los últimos años, debido al deterioro en la creación de puestos de trabajo en el sector manufacturero. El Banco Mundial, en un estudio sobre la pobreza en México, publicado a finales de julio, ofrece una evaluación de las condiciones, las tendencias y la estrategia del gobierno y señala que "la pobreza sigue siendo un reto central para el desarrollo del país, pues hasta 2002, la mitad de la población vivía en pobreza y 20 por ciento en pobreza extrema. El nivel actual de pobreza se encuentra apenas por debajo de los niveles prevalecientes antes de la crisis 1994-1995". Destaca que el país ha logrado avances en términos de las capacidades humanas de la población, entre ellas, salud, nutrición y educación. No obstante, aclara, existen rezagos importantes de estos indicadores por grupo y zona geográfica". Para el líder de Canacintra, las expectativas aparecen como positivas, ya que ante la recuperación económica de Estados Unidos, que se refleja en automático en la actividad productiva de México, muchas empresas iniciarán la contratación de personal y revisarán los salarios de sus empleados. Sin embargo, no precisó cuándo se registrarán esas condiciones. Investigadores de la Universidad Obrera, señalan que la contención de los salarios impuesta por el gobierno, en aras de elevar la competitividad del país, ha propiciado no sólo que el poder adquisitivo del salario en México esté por debajo del de Taiwán, Brasil o Argentina. Con el salario mínimo vigente en el país, de 42 pesos, no es posible a un trabajador adquirir una canasta básica de 40 productos a la semana, cuyo costo diario supera los 100 pesos. Según indicadores oficiales, un millón de trabajadores del sector formal, de los poco más de 12.4 millones que cotizan en el Seguro Social, percibe un salario mínimo. La institución explica que una familia de cinco miembros tiene un déficit nutricional de 8 mil 800 calorías y de 275 proteínas, debido a que el salario mínimo sólo les permite adquirir 19 por ciento del costo de la canasta básica actual, modificando con ello su dieta. Por otra parte, en cuanto a las condiciones de la ocupación se aprecia que entre 2000 y 2003 ingresaron en el comercio informal 298 mil personas. Esto quiere decir, que en los últimos tres años, cada día hay 272 nuevos comerciantes informales en México, de acuerdo con el documento La ocupación en el sector no estructurado en México 1995-2003, publicado por el INEGI. En 2003, las personas ocupadas en el comercio informal sumaron 3 millones 416 mil, lo que representó 31.7 por ciento del total de las ocupaciones informales y 8.4 por ciento de la población ocupada total, de acuerdo con cifras del estudio. Abrir opcionesRaymond Torres, jefe de Análisis y Política de Empleo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), destaca que el empleo informal en México representa una fuga de 30 por ciento de lo que debería recaudar el gobierno en materia de impuestos sobre salarios. Si bien admite que el empleo se está recuperando, hace ver que en el corto plazo beneficiará principalmente a los informales. El aumento de este tipo de trabajo, opina, obedece a un ocultamiento de información, tanto de empleadores como empleados, para evitar pagar impuestos, además de que la excesiva regulación burocrática inhibe la creación de empresas propias. Para que se genere una mejora del empleo formal a largo plazo, indica el experto de la OCDE, se requiere mayor inspección en el pago de impuestos, facilitar la declaración de las empresas y mejorar la regulación del empleo, entre otras medidas. Hace referencia a las experiencias de otros países donde hay instrumentos para reducir el costo de los despidos, mediante la sustitución de las prestaciones de la baja laboral por cuentas de ahorro individual nutridas por cotizaciones de los empleadores, en lugar de pagar indemnizaciones, como se hace en México. El sistema de cuentas individuales de ahorro, explica, representa un pago para el empresario, quien tiene que cubrir una cotización mensual en la cuota individual del trabajador, pero es más flexible para la movilización laboral, y el tránsito hacia empleos formales. Las
ventajas estriban en que el trabajador conserva la cuenta de ahorro,
aun cuando se cambie de trabajo voluntariamente, lo que sería
imposible
en un esquema de indemnización por liquidación § |