México D.F. Lunes 16 de agosto de 2004
"Récord histórico de participación",
dicen las autoridades electorales venezolanas
Chavistas y antichavistas se unieron en un solo grito:
"¡queremos votar!"
Denuncian la existencia de un cidí con
falsa información oficial de un triunfo opositor
ARTURO CANO ENVIADO
Caracas, 15 de agosto. Por vez primera en años,
los venezolanos se ponen de acuerdo en un grito: "¡Queremos votar,
queremos votar!", gritan miles, desde el comienzo de la tarde, en los centros
de votación repartidos por todo el país. Chavistas y antichavistas
se unen de manera insólita en el mismo grito.
La posibilidad de sacar a Hugo Chávez de Miraflores
(voto sí), o de dejarlo ahí (voto no), echa
a la calle a millones de venezolanos, en una jornada que, según
las autoridades electorales, establece un "récord histórico
de participación".
A
lo largo del día se multiplican las escaramuzas entre la oposición
y el oficialismo, aunque el asunto central es la lentitud con la cual funcionan
los centros de votación, debido al complicado conjunto de candados
antifraude establecidos para el referendo, sobre todo por insistencia del
gobierno de Chávez.
A la participación que sobrepasa todas las expectativas,
se suma el irregular funcionamiento de las máquinas "cazahuellas",
dispositivos electrónicos conectados a un banco de huellas digitales,
destinado a garantizar que ningún ciudadano votara más de
una vez.
Casi a la una de la tarde, el Consejo Nacional Electoral
ordena tres medidas para agilizar las votaciones: que la captación
de huellas se haga hasta el final del proceso de votación individual,
en lugar de al principio; dividir las colas según las mesas de votación
existentes en cada centro, y extender el cierre de los centros hasta las
8 de la noche. Resulta insuficiente. A esa hora, se anuncia que el cierre
oficial será hasta la medianoche, porque muchos ciudadanos siguen
en las colas.
"¡Fuera el cazahuellas!", "¡Queremos
votar!", gritan en El Hatillo, al este de la ciudad, una zona clasemediera
de voto mayoritariamente opositor. "¡Queremos votar!", gritan en
el barrio popular Las Adjuntas.
Unidos al fin los venezolanos en un grito común.
Otra coincidencia: desde las primeras horas de la tarde,
ambos bandos filtran a los periodistas sus respectivas victorias. El oficialismo
y la oposición se atribuyen cómodas ventajas.
No obstante, pese a la amenaza del dirigente opositor
Enrique Mendoza, los dos bandos acatan la orden de silencio impuesta por
el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Superior de Justicia.
Sólo nosotros podemos dar los resultados, insiste el CNE. Pero la
incertidumbre se prolonga porque la promesa es darlos tres horas después
de cerradas las votaciones, siempre y cuando haya una tendencia irreversible
en favor de alguna de las opciones.
El voto en territorio antichavista
Pedro Paris hizo cola cinco horas. Le fue bien y le parece
poco. El y su familia han marchado y caceroleado hasta el cansancio.
Durante el paro finalizado en febrero del año pasado, en la casa
de Paris, en Cumbres de Curumo, se hacían las reuniones del comité
vecinal que preparaba a los clasemedieros para una invasión de las
"hordas chavistas", que nunca ocurrió. Los vecinos tenían
un plan de seguridad para el momento en que su colonia se convirtiera en
una zona de matanza. El plan incluía un censo de los vecinos que
tenían armas. Los correos electrónicos de estos habitantes
del este de Caracas estaban llenos de alertas y planes de ataque.
El viernes pasado también recibió un mensaje
electrónico con la advertencia de que "los círculos" se iban
a dejar caer la madrugada de este domingo. Lo hicieron: un camión
armado con un equipo de sonido se paseó por las calles a las tres
y media de la madrugada, "con el toque de diana y canciones de Alí
Primera", dice Pedro. Pero "nadie le hizo caso y se fueron de inmediato".
Aprovechando que los chavistas los sacaron de la cama,
muchos vecinos se apersonaron en los centros de votación cuando
aún no amanecía, como ocurrió en todo el país.
Paris fue uno de ellos y por eso ahora recorre otros centros
de votación, midiendo las colas que van de los 500 a los 700 metros.
Es, claro, un convencido: "Es imposible que pierda el sí",
dice, porque "el 'voto oculto' nos favorece y la derrota del abstencionismo
también".
Los analistas estiman que el "voto oculto", de aquellos
que no quisieron expresarse en las encuestas, habrá de repartirse
en partes iguales, pero poco calculaban una derrota del abstencionismo
de las dimensiones que indican las enormes colas, quizá sólo
comparables a aquellas que los venezolanos hicieron durante los dos meses
del paro opositor.
Pedro Paris, claro, fue parista y ahora es un convencido
de que Chávez no tiene fuerza para otra cosa que no sea "entregar
la presidencia". Está seguro, además, de que la coalición
opositora se pondrá de acuerdo en un candidato a la presidencia.
"El que rompa la unidad está hundido."
Con todo, admite el escenario de la derrota. "No nos quedaría
más que reorganizarnos y prepararnos para 2006." En ese año
Chávez podría buscar la relección.
Pedro Paris guía a La Jornada por El Hatillo,
y particularmente por una de las zonas donde viven los más ricos
de Caracas. A la entrada del centro, encuestadores preguntan el sentido
del voto: la relación es nueve a uno contra Chávez. En la
cola, los electores gritan que quieren votar. Pedro los mira complacidos.
"La gente que tiene plata no es como los cubanos, aquí ellos se
quedaron a dar la batalla."
¿Y si pierde el sí? "Habrá
mucha inestabilidad, muchos problemas", remata Paris, a quien, curiosamente,
le gustaría que el candidato de la oposición fuera el viejo
dirigente comunista Pompeyo Márquez. "El único problema es
que tiene 82 años."
"Mi hijo mayor es escuálido (opositor)", dice Aidé
Chirinos, integrante de la Unidad de Batalla Electoral (chavista) en el
barrio Coche. El centro de votación aquí tiene 5 mil 125
electores, y a tres cuadras hay otro con 7 mil.
La
señora Aidé, con 54 años en el barrio, reconoce que
entre la gente mayor del barrio hay muchos que votan por el sí.
Pero también asegura que los programas sociales de Chávez
y el desprestigio de los líderes opositores tras el paron ha permitido
que muchos "chavistas de clóset" den la cara.
Está segura del triunfo del presidente y quiere
que el triunfo le permita a Chávez, "profundizar el proceso", como
sugiere, en el centro de la ciudad, el historiador Samuel Moncada, uno
de los voceros del Comando Maisanta.
Moncada tiene la cara enrojecida por las horas que pasó
en la cola para votar. Explica: hubo 30 por ciento más votantes
con el mismo número de centros de votación. A su lado, un
chavista de corbata grita: "¡Tres a uno!" Moncada ataja: "No es tan
grande la diferencia, pero es suficiente".
A lo largo de la jornada, el CNE tiene que salir una y
otra vez a los micrófonos para atajar las intenciones de adelantar
resultados y apaciguar los ánimos de los electores enfurecidos en
las colas.
"Las proyecciones sólo crean confusión y
apuntan a desconocer las instituciones", señala el rector Jorge
Rodríguez.
A media tarde, Rodríguez y el presidente del CNE,
Carrasquero, denuncian la existencia de un cidí donde un locutor,
imitando la voz del segundo, anuncia que votaron 11 millones de personas
y el triunfo del sí.
Los funcionarios electorales demandan una investigación
y, de inmediato, el fiscal general de la República, Isaías
Rodríguez, comisiona a dos fiscales para hallar a los responsables.
La oposición dice que se trata de una parodia,
grabada en un disco compacto que se distribuye en sus marchas y elaborado
por el grupo Bandera Roja. "Quieren presentar un programa cómico,
como si fuera un complot de la CIA", dice Vladimiro Mújica, vocero
de la Coordinadora Democrática.
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