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México D.F. Martes 17 de agosto de 2004
MELON
Luis Angel Silva
Olvido sin reconocimiento
EN EL AMBIENTE sonero es frecuente encontrar olvido y falta de reconocimiento para muchos valores que forjaron la historia, en nuestro país, del son cubano, así como falta de información del mismo.
PERMITAME DECIRLE, MONINA, que según mi criterio hay personas que merecen mención especial por su labor en pro de nuestro son. Entre ellos se encuentra Agustín Lara con el Son Marabú, que formó para acompañar a Toña la Negra en el Teatro Politeama.
SIN EMBARGO, ANTES de esto hubo grupos cuyos nombres, por desgracia, se perdieron con el paso del tiempo, pero fueron parte determinante para sostener a nuestro son que lo consideraban música propia del arrabal, del hampa y en particular para las clases bajas, que ahora está convertido en moda inclusive para la aristocracia.
AFORTUNADAMENTE, PARA LOS soneros de antaño entre nosotros se encontraban elementos cubanos que dejaron escuela. De esta manera surgieron valores nacionales con calidad extraordinaria que durante muchos años inundaron de saoco la vida nocturna de la capital y muchas ciudades de la República.
ENTRE LOS CUBANOS dignos de mencionar, independientemente de los figurones, recuerdo a Mariano Oxamendi, fundador en Cuba del tremendo grupo Carabina de Ases; Eduardo Periquet, que llegó aquí con el Conjunto Casino y se quedó con nosostros hasta su fallecimiento; Modesto Durán; Ramoncito Castro; Yeyo Tamayo; Clemente Piquer, conocido como Chicho; Andresito López Montenegro, el popular Mucha Trampa; Ramón Dorca, y Oscar O'Farril Florecita, así como Caravela y Manolo Berrío.
SEGUN CONTABAN EL Chamaco de la Cruz y su compadre Cayito, los soneros mexicanos llegaron a sumar 400 en activo. Formaban grupos de diferentes niveles en cuanto a calidad. Destacaba Los Diablos del Trópico, conjunto que contaba con el jícamo de Luis Lozano, en el piano, y en diferentes etapas con trompetistas de la talla de Agapito Silva, Mezcalilla, el Chino Agustín, Samuel Escartín, Caravela; en el bajo, Felipe Chía, y en las percusiones, Rovirosa, Carioca y Galo Almazán, este último también director de esta sensacional agrupación.
LOS DIABLOS DEL TROPICO coleccionó cantores de polendas, entre ellos dos cubanos: Guillermo El Chimuelo y Homero Jiménez, quien había llegado a nuestro país con el Conjunto Niágara, compositor de Estoy acabando y del bellísimo bolero Entre lirios y claveles, Mi domingo Mayoral, y muchas más. Los nacionales no se quedaban atrás. Dígame si no, mi yeneka: Tony Camargo y Julio del Razo.
NO QUIERO TERMINAR sin reconocer a Marcos Salazar Gutiérrez por la labor que hace para dar realce a nuestro son en Colombia y, desde hace tiempo, aquí en México. Primero, lo hizo en compañía de Alejandro Gómez Izquierdo y Antonio Zedillo, más tarde con Dionisio Sánchez Alvarado, y ahora con los Yáñez, padre e hijo, admiradores de la Sonora Matancera.
SU SERVILLETA ANHELA tiempos mejores para nuestro son, el cual merece más fuentes de trabajo y escenarios dignos. Me piro echando un pie. šVale!
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