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México D.F. Martes 17 de agosto de 2004
ANDANZAS
Colombia Moya
Wim Vandekeybus, otra vez
DE
NUEVO VISITA esta ciudad, ahora para actuar en el Palacio de las Bellas
Artes, el notable coreógrafo belga Wim Vandekeybus, quien hace una
buena decena de años, tal vez más, significó, como
Twyla Tharp en los años 80 en la Sala Miguel Covarrubias, de Cultisur,
un poderoso parteaguas en lo que hasta el momento se había visto
y hecho en el mundo de la danza de México.
WIM VANDEKEYBUS, UN güero altote y muy delgado
-no necesariamente con facha de bailarina, ese altivo y elegante aire que
produce una columna recta y, por lo mismo, un cuello alineado perfectamente
en su vertebra cervical con el coxis, producto de años de trabajo,
de entrenamiento- parecía más bien un obrero, un trabajador,
con una mirada extremadamente inteligente, de carácter tranquilo
y apacible, sencillo y sin alardes, sin embargo, cuando presentó
su compañía en el teatro Julio Jiménez Rueda, llamada
entonces Human Steps (pasos humanos) el impacto fue inmediato y demoledor:
una fuerza genuina, ya casi olvidada, nos hizo enderezar la espina en los
asientos, abrir bien los ojos y parar las orejas. Una energía prodigiosa
hacía girar los cuerpos horizontalmente con músculos poderosos
repletos de otro sentido de la danza, otra forma de bailar.
ERA EVIDENTE QUE esa gente había sido entrenada
más allá del círculo de los salones acostumbrados
de danza, sus barras, espejos y trabajo de centro piso y diagonal. Lucían
increíblemente libres e independientes cada uno en su poderosa personalidad,
arrojándose prácticamente al espacio en contra de toda ley
de gravedad, las pantallas al fondo del escenario mostraban una dimensión
diferente sobre el mismo tema, una especie de close up de los personajes
que bailaban.
OBVIO ERA SUPONER que esa gente, dirigida por un
genial coreógrafo, se había nutrido no sólo de diversas
técnicas dancísticas y acrobáticas, sino de una buena
cantidad de cosas del mundo circundante, las cuales traducía maravillosamente
con un lenguaje diferente.
PRONTO LAS VUELTAS o giros horizontales del cuerpo
prendieron en varios grupos de jóvenes bailarines mexicanos, como
el fuego a la paja. Después, se olvidó.
SIN EMBARGO, WIM VANDEKEYBUS continúa su
trabajo: observa atentamente lo que sucede en el mundo, y todo lo que ve,
lo más cotidiano, inclusive del periódico del día
o los noticiarios de televisión, se transforma en un nuevo lenguaje
en la alquimia de su genio para expresarlo todo a su manera.
EL PRODIGIO DE la imaginación y la moldeabilidad
del cuerpo humano, su dinámica en el espacio, su ritmo y su cadencia
hacen del trabajo de este notable artista una danza sin la chocantería
del bailoteo.
AHORA LA COMPAÑIA de Wim se llama Ultima
Vez, aunque por lo pronto no sabemos si será la última vez.
El espacio de este maestro es amplio y arriesgado; lo mismo da clase de
yoga a sus alumnos que de gimnasia, ballet, trote o hace cualquier tipo
de deporte inicial, ya sea contemporáneo o ballet, habla de cine,
poesía, teatro o literatura. Parece que Wim afina mente y espíritu
en un gran todo en el corazón de la tecnología escénica,
que tanto le gusta emplear, y no dudamos que en las funciones que ofrecerá
en Bellas Artes, el 19 y el 20 de agosto, dará un nuevo golpe a
nuestros espíritus aletargados por pan con lo mismo.
LA OBRA DE Vandekeybus ha paseado por varios continentes.
Nos sorprende que en esta ciudad sólo vayamos a tener dos funciones,
pues les garantizó que aguanta mucho más, inclusive conferencias,
talleres, clases y qué sé yo. Hay que verlo, hay que absorberlo
con todo cuidado. Es importante, no se lo pierda, como yo que tengo que
trabajar. La obra se llama Blush, que quiere decir rubor o sonrojarse,
y ¡vaya que sí tenemos de que sonrojarnos todos en estos tiempos!,
al menos eso creo. Si México está en el corazón de
Wim, él está inolvidablemente en el mío. Las funciones
son a las 20 horas en Bellas Artes, el jueves 19 y el viernes 20. No lo
olviden, hay que verlo.
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