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México D.F. Martes 24 de agosto de 2004
Marco Rascón
Precandidatos y monstruos
México vive en consecuencia con los monstruos que lo dominan. Portentos de nosotros mismos, los monstruos que tenemos nos llaman y nos convierten en estatuas de sal. Monstruos tricolores, de siete cabezas y hasta de forma humana surgen del fracaso, la dispersión, las luchas por la nada; pudren al país y lo devoran. Esa es su naturaleza: hacer del mundo una realidad monstruosa disfrazada de transición para que pensemos que el único camino es el regreso.
La lucha por cambiar a México es esencia para los mexicanos progresistas, de vocación democrática, que buscan la igualdad social. Se distinguen los que fijan rumbos y expresan intereses en forma nítida, anteponiendo lo conceptual, lo consecuente, a lo personal. No sólo es quién llega, sino con qué ideas y fuerzas, pues para enfrentar a los monstruos no nada más hay que ganar, sino que se requiere amplia mayoría ejecutiva y legislativa.
Ante el fracaso de la conducción foxista del país, las tepocatas y serpientes del brumario creen que ya triunfaron y vienen con las siete cabezas, representadas por el control de los medios y las encuestas, el poder financiero, el fraude electoral, la fuerza represiva, la justicia venal, la corrupción y el autoritarismo. Ese monstruo oligárquico, extendido en todos los partidos e instituciones, dueño de la política, dice ser la gran opción nacional sin ser más que decadencia.
El reto más grande al que se enfrentará la izquierda en 2006 es el de la unidad en torno a un proyecto nacional que rompa y corte las siete cabezas. En distintos planos se han ido conjugando cuatro precandidatos a la vista: Rosendo Flores, Cuauhtémoc Cárdenas, Juan Ramón de la Fuente y Andrés Manuel López Obrador.
Dos de ellos son claros en su trayectoria; de los otros dos se desconoce si son monstruos o luchan contra ellos... pero ahí están. Los primeros son referencias sociales e históricas, cuya ausencia en la unidad haría ésta inexistente, pues generan confianza, valores e intereses legítimos, opuestos a la oligarquía.
Rosendo Flores, actual secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas, es propuesto por organizaciones de trabajadores como referente contra el monstruo neoliberal. La fuerza social organizada que se expresará por él en las calles y sindicatos tiene por reto remontar una simple suma gremial, sectorial, y transformarse en opción política que logre expresar los intereses del trabajo como valor fundamental para organizar el país y unificarlo desde ese principio.
En otro plano se ubica la estatura patriótica y nacionalista de Cuauhtémoc Cárdenas, cuya presencia programática está presente y pisa fuerte. Tres veces candidato a la Presidencia, es referente en el país porque los principios de 1988 siguen vigentes para la liberación nacional de México y para su de-sarrollo. Pese a quien le pese, Cárdenas es símbolo de la ruptura del poder en favor de los de abajo y, al mismo tiempo, alternativa de unificación y conciliación con hegemonía de los sectores progresistas.
Sigiloso, Juan Ramón de la Fuente ha seguido una estrategia: "por la UNAM habla su precandidatura" con posiciones que, aunque aisladas al unirse, como en un rompecabezas, definen un país que reivindica los principios de soberanía, federalismo, transparencia de la información del Estado, defensa de la educación pública y crítica al actual modelo económico neoliberal. Sin provenir de la izquierda es un precandidato impredecible que a partir de definiciones parciales ha ido construyendo alianzas que buscan la unidad nacional con principios progresistas. No obstante, existe la duda de que el rector sea parte del proyecto de renovación de imagen del monstruo oligárquico como posible candidato para la restauración del PRI o sería factor de unidad contra el monstruo azul y tricolor.
Por último está López Obrador, personaje pragmático, de dos aguas, con un discurso adecuado al interlocutor, personalista y con el vaho que gusta a un sector sectario de la izquierda, que lo mismo está por la privatización de la electricidad y el petróleo ante los hombres de negocios, que mostrándose (viene de monstruo) como esperanza de los pobres. Con alianzas, estrategia y programa confusos, encabeza encuestas surgidas de una cabeza del monstruo. Pacta en lo oscuro con los monstruos y al día siguiente los acusa de complot. Aunque es estimado por un amplio sector golpeado por la crisis, su principal apoyo es el desprestigiado aparato del PRD.
López Obrador tiene por táctica polarizar, y cuando concilia ofrece treguas, que son para él. Asoma ahí la cola del viejo saurio, con la habilidad de decir que tiene un proyecto y no decir nada ni definir compromiso con nadie. Con todo ello, ahí está en la dualidad de enfrentar al monstruo o ver el espejo.
Para los cuatro, unificar al país y sacarlo adelante pasa por unificar las grandes tendencias. Así será la sucesión presidencial de 2006 para la izquierda. [email protected]
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