México D.F. Martes 24 de agosto de 2004
Un país a paso lento
El gobierno de Fox se verá
impedido de lograr sus pretendidas reformas estructurales
Las autoridades seguirán dando prioridad a reducir
el déficit y la inflación, por encima del crecimiento y la
creación de empleos
Economist Intelligence
Unit/The
Economist
En tanto los partidos políticos luchan por adaptarse
a un ambiente más competitivo, después de que en 2000 terminó
el monopolio de siete décadas en el poder del Partido Revolucionario
Institucional (PRI), el impulso para el trazo de políticas será
lento. Estas instituciones políticas están preocupadas con
la elección presidencial de 2006 y, por primera vez en la historia
de México, el campo está abierto, ya que no hay aspirantes
que se perfilen con claridad para suceder al presidente Vicente Fox Quesada.
Como los partidos se mostrarán poco inclinados
a respaldar políticas que en su percepción podrían
aislarlos de los electores, el minoritario Acción Nacional (PAN),
de Fox, se verá impedido para atraer suficiente apoyo en el Congreso
para las llamadas reformas estructurales, en particular la relativa a la
liberalización del sector eléctrico, así como la fiscal,
la laboral y la de telecomunicaciones, que según sus impulsores
permitirían mejorar la competitividad del país a largo plazo.
The Economist Intelligence Unit prevé un escaso
avance durante el periodo de pronóstico, en el que la reforma del
sector eléctrico no logrará estimular la participación
privada que en su concepto se requiere para disparar la inversión,
y la reforma fiscal no alcanzará el empuje requerido. Pero también
prevé que la perseverancia del gobierno de Fox en presionar por
estas reformas irá construyendo mayor consenso en su favor, y creará
el impulso hacia el final del periodo de pronóstico (2004-08).
Entre tanto, las iniciativas para mejorar la transparencia
y reducir trámites burocráticos ayudarán a producir
una mejora firme en el ambiente de negocios durante el periodo de pronóstico.
La política fiscal y monetaria seguirá siendo conservadora.
El gobierno continuará dando prioridad a la reducción del
déficit, la disminución de la inflación y la administración
de la deuda, por encima del crecimiento y la creación de empleos.
La política monetaria se concentrará en asegurar que la inflación
se mantenga en congruencia con los niveles de los países de la OCDE.
El desempeño económico seguirá fuertemente
ligado al ciclo económico en Estados Unidos, que compra alrededor
de 80 por ciento de las exportaciones mexicanas. Dicho esto, el crecimiento
tendrá una base más amplia en el periodo de pronóstico,
pues la mayor disponibilidad de crédito estimulará la inversión
de capital y los préstamos para el consumo. El cambio estructural
que ha tenido lugar en las cuentas externas en años recientes se
afianzará durante el periodo, y las remesas familiares representarán
una importante fuente de apoyo. El mayor déficit comercial observado
en la mayoría de los años (un promedio anual de 1.7 por ciento
del PIB, en comparación con 1.2 en 1999-2002) se verá equilibrado
por un creciente superávit en las transferencias de divisas (2.5%
del PIB, en comparación con 1.5% en 1999-2002).
La prevista lentitud de la implantación de reformas
y políticas significa que México será rebasado por
varias otras economías emergentes, en las clasificaciones que hace
EIU del ambiente global de negocios en el periodo de pronóstico.
Si bien se aprobarán algunas reformas estructurales durante la segunda
mitad del periodo presidencial de Fox, no lograrán los adelantos
en competitividad e ingresos fiscales originalmente previstos.
Sin embargo, pese a las crecientes inquietudes por la
amenaza a la competitividad que representa China, la integración
de México en las cadenas de aprovisionamiento de la industria manufacturera
estadunidense garantizará que siga siendo uno de los lugares de
inversión más atractivos entre las economías de mercado
emergentes.
Traducción de textos: Jorge Anaya
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