México D.F. Martes 24 de agosto de 2004
MEDIA OLIMPICA
Jenaro Villamil
Ana Gabriela Guevara, dopaje mediático
PUEDEN SER LAS ansias de triunfo de la teleaudiencia o la necesidad de justificar el despliegue de más de 30 horas diarias de transmisión entre las dos grandes cadenas mexicanas o también el pretexto de los patrocinadores para vender y de las autoridades del Comité Olímpico Mexicano para evadir su responsabilidad en la pobre actuación de la delegación en Atenas.
PUEDE SER CUALQUIERA de estas razones, pero lo cierto es que la saturación de los medios (impresos, electrónicos y cibernéticos) en torno a la figura de la velocista Ana Gabriela Guevara llega a los excesos propios del dopaje mediático, es decir, la sobrestimulación de las expectativas medallísticas para salvar el gran negocio de las olimpiadas en pantalla .
ALGUNOS DE ESTOS excesos se han acentuado en vísperas de la "gran final" de los 400 metros en la rama femenil que se realizará hoy martes: Televisa calificó la participación de la sonorense como una "cita con la historia"; en su cibersitio esmas.com levantó una encuesta en la cual 78.4 por ciento de los votantes cree que Guevara ganará la medalla de oro, frente a un 16.16 que se la adjudica a la competidora Tonique Williams, de Bahamas, y 4.4 por ciento a la estadunidense Monique Hennagan.
LA MULTINACIONAL DE hamburguesas prefabricadas, una de las 11 grandes patrocinadoras de las competencias en Atenas, se sintió con el derecho de apropiarse del nombre de la velocista y creó la hamburguesa Mac Ana; los tres principales periódicos deportivos publicaron este lunes 23 de agosto como notas principales el resultado de Ana Gabriela en las semifinales con encabezados coincidentes: "Ana ya está en la final, 'Facilísimo'" (Récord Olímpico); "Ana, muy bien" (Esto), "Facilito" (La Afición Olímpica); empresas de "bebidas energéticas", compañías automotrices y, por supuesto, de ropa deportiva, ya incluyeron la imagen de la corredora en sus anuncios televisivos. No estamos lejos de que el gobierno federal se autopromueva en vísperas del quinto Informe presidencial con la imagen de la atleta.
LA CENTRALIZACION EN la figura de Ana Gabriela Guevara tiene su lado oscuro. Por ejemplo, el domingo 22 de agosto, ante el triunfo de Saúl Mendoza en una prueba de exhibición de mil 500 metros en silla de ruedas que sirve de preámbulo a las competencias paralímpicas, la pantalla de Televisa abrió un recuadro en su transmisión. La imagen importante no era la victoria de este deportista, discapacitado con polio desde su infancia, nombrado atleta del siglo del deporte mexicano en el 2000, poseedor del récord mundial de 800 metros y galardonado en 1996 y 1999 como Premio Nacional del Deporte. Lo significativo fue el "aplauso" de Ana Gabriela Guevara a Mendoza, como imagen de compensación de la "triunfadora que sí cuenta" frente a un discapacitado. Sólo hasta que Mendoza obtuvo la medalla de plata ha sido reconocido en los anuncios promocionales de las televisoras, como uno de Tv Azteca: "Saúl Mendoza, gracias por la medalla". Algo similar ocurrió cuando Soraya ganó en Sydney, una sorpresa para propios y extraños.
DE REBOTE, LOS principales programas deportivos cayeron en la cuenta de que tan importante como la clasificación de Ana Gabriela fue el pase a la semifinal de dos clavadistas mexicanos: el veterano medallista Fernando Platas y el joven Rommel Pacheco, cuyas figuras han estado muy lejos del exceso promocional de la sonorense.
EN EL FONDO, el dopaje mediático, como en los deportes, es un problema educativo. Refleja la necesidad de ilusionarnos o de construir expectativas sociales a partir de la fa- ma construida mediáticamente (como en el caso de la selección mexicana de futbol y su entrenador La Volpe, que durante cuatro días concentró la furia de buena parte de los comentaristas que no ocultaron su xenofobia). Con extraordinaria facilidad este dopaje construye semidioses, al tiempo que destruye prestigios en función de la necesidad de un éxito inmediato que se justifique publicitariamente.
ANA GABRIELA GUEVARA, con su extraordinario empeño y su voluntad férrea, lo que demuestra es justamente lo contrario a la imagen mediática construida en torno a ella: no hay triunfo "facilito", menos cuando se navega a contracorriente de una política deportiva que desde hace más de un sexenio ha resultado un desastre. [email protected]
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