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México D.F. Sábado 28 de agosto de 2004
La agrupación celebró el jueves
su aniversario 116
Presenta el Atayde Hermanos el primer encuentro de
circo joven
ARTURO CRUZ BARCENAS
El Circo Atayde Hermanos celebró, la noche lluviosa
del pasado jueves, su aniversario 116, con una función en la que
el programa fue un crisol de arte circense de muchos ayeres y el hoy, la
actualidad, la vanguardia, bajo el concepto del Cirque du Soleil, titulado
Primer encuentro de circo joven, con números de danza aérea
(sobre el trapecio), propuestas futuristas (como la de un par de cuerpos
plateados) perfomanceras y mucho humor del bueno, familiar, con el payaso
Pascualito.
Noche de lujo, de niños que abrían al máximo
los ojos, como la bebe Barbarita, de un año y meses de edad, quien
aplaudía al oír que los demás lo hacían. Risas
incontenibles, incontrolables, cuando los payasos hacían sus payasadas.
Sus carcajadas contagiaron a los más impávidos, esos que
no creen en el circo o lo consideran algo "para niños".
A lo lejos, la carpa se divisa por focos que centellean.
La ilusión infantil va en aumento al acercarse a esa gran carpa
instalada en Tlalpan, cerca del Metro Villa de Cortés. También
la de algunos grandes, habituales del circo desde niños, cuando
los llevaban sus padres.
El
Atayde no es uno de esos circos que dan tristeza, con caballos flacos,
elefantes viejos y chillones, cual Dumbo, castigados a punta de clavarles
la punta de un metal detrás de las orejas. Los ponys, los camellos,
los elefantes de este circo de circos, se ven hasta panzones. El castigo
los ha hecho ejecutar sus números, pararse sobre cubos. Las llamas
peruanas brincan vallas, los dromedarios hacen como que saludan al público,
moviendo la cabeza simétricamente.
Al sonido en el aire del látigo, los animales apuran
o disminuyen el paso. Sale una bella malabarista con aros. Hace gimnasia
contoneando su cintura. La imaginación masculina transporta a esa
beldad a sitios privados. Es el juego inocente del alucine. Con sus pies
gráciles hace girar desde el suelo un gran aro, luego otro y otro,
así, hasta diez.
En el programa se intercala un acto de integrantes de
la Escuela Nacional de Circo de Cuba. Maravillan. Luego, para contraste,
malabarismo con palos en cuyos extremos el fuego aumenta la emoción.
En sincronía impresionante, los ocho maestros se pasan sin cesar
los palos. Nadie se quema. Fue una proeza.
Pascualito, chileno dedicado al arte de payasear, es casi
un clown. Toca la corneta, canta, imita a Luis Miguel, pierde su
peluca y su sombrero. Pregunta a un asistente su nombre: "Alejandro", que
intercalará en varios momentos llamando así a gente que no
es "Alejandro". Suena simple, pero el tono de niño provoca risas,
contagia por varios puntos de las butacas. Una joven, hasta ese momento
seria, con rictus de "eso ya lo he visto", se desternilla en su
asiento, se aprieta el estómago. No podía más.
Los infantes, público natural de los circos, espacios
mágicos, no guardan, y qué bueno, la compostura. Brincan
en su lugar, alzan sus manos lo más que pueden y elevan el cojín
rentado por 10 pesos. Un par de viejos, en apariencia hermanos, a ratos
se miran para aprobar o desaprobar uno de los actos. Se ve que son habituales
del circo. Comían palomitas con mucha salsa.
El intermedio
Un paréntesis. El intermedio, donde los bolsillos
sufren. Ya los papás gastaron una lanota en las entradas
y falta el recuerdito. Ni modo. Todo sea por los chilpayates, los
vástagos, para que no crezcan con traumas por aquello de la falta
de amor del padre. Los menos pudientes compran algodones de azúcar
o algún hot dog, "con mucho chile, por favor". Para calmar lo picante,
un refresco o una soda, o simplemente agua.
Chilla un chamaco porque quiere una espada que en la punta
tiene un foquito que prende y apaga. "¡Ya cómpreselo, para
que se calle!" La presión hace mella y el lloriqueo cesa, para descanso
de los oídos y temple de los nervios.
"¡Primera llamada, primera llamada!" Todavía
no acaba el suplicio. A tomarse la foto encima del elefante. De a 100 pesos
la instantánea. "¡Segunda llamada, segunda!" "Papá,
quiero otro...". Total, sólo se es papá una vez en la vida.
Lo mismo que niño. La vida y sus valores.
Arte superior
Pasado el gustoso tormento de prodigarse dando, los papás
y sus vástagos ocuparon sus lugares. "¡Tercera llamada, tercera,
comenzamos!" Lo que siguió fue una variante de maravilla con Cirkóticos,
más acrobacia dancística aérea, la verdad plena de
sensualidad, de erotismo (eso de sostener a una dama en pleno aire con
la punta del pie entre las piernas de ella, ajá). Los de la escuela
cubana demostraron que el circo es arte superior, no menor.
Actuaron las compañías Cirkodemente, con
su espectáculo Primer estudio sobre La pasión según
San Mateo, de J.S. Bach; José Alberto Vázquez Atayde,
de 14 años, presentó un acto de malabares; es heredero de
dos de las dinastías con mayor prestigio dentro del circo mexicano;
Lentejita ofreció su arte pulsador payasesco, en el que divirtió
con un disparatado concierto ejecutado por el público.
Completaron la noche Circosentido, Cirkóticos y
Circomediantes. El Circo Atayde Hermanos es una empresa mexicana fundada
en 1888. Está nominado al premio Lunas del Auditorio Nacional como
mejor espetáculo familiar.
Cierra temporada mañana domingo en la Carpa Astros
(Metro Villa de Cortés). Funciones: sábado, 17:00 y 20:00
horas; domingo, 12:00, 16:00 y 19:00. A partir del 2 de septiembre estará
en Tlalnepantla. Palco 250 pesos, preferente adulto 150, preferente niño
80, grada adulto 80, grada niño 50. Informes 5579-1400, 5579-6990.
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