Presos políticos habrían sido enviados a esos hospitales durante la guerra sucia: Femospp

En centros siquiátricos, expedientes con nombres de 134 desaparecidos

Seis casos, sujetos a investigación y tres ya documentados, señalan fuentes de la fiscalía

GUSTAVO CASTILLO GARCIA

La Fiscalía Especializada para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) descubrió en hospitales siquiátricos más de un centenar expedientes con nombres iguales a los de desaparecidos durante la guerra sucia de los años 70 y 80. A raíz de ello inició seis actas circunstanciadas de igual número de casos concretos ante la posibilidad de que presos políticos hayan sido enviados a esos nosocomios, como ocurrió con Carlos Castañeda de la Fuente, quien en 1970 intentó asesinar al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.

Fuentes oficiales revelaron a La Jornada que la Femospp desarrolló durante los últimos meses una investigación sobre la posibilidad de que opositores a los regímenes de Luis Echeverría Alvarez y José López Portillo hubieran sido enviados a hospitales siquiátricos. El resultado fue: 134 expedientes de pacientes con nombres similares a los de otros tantos desaparecidos; seis casos concretos sujetos a investigación y tres ya documentados.

Todavía el jueves pasado funcionarios de la fiscalía que dirige Ignacio Carrillo Prieto revisaron 761 expedientes en el hospital Fray Bernardino Alvarez y se detectaron 34 homonimias de desaparecidos; en el hospital Samuel Ramírez Moreno se inspeccionaron 12 mil expedientes y se detectaron 120 homónimos y uno en el hospital general Manuel Gea González.

Funcionarios entrevistados indicaron que "hasta el momento la fiscalía tiene seis casos que pudieron ser los de seis desaparecidos, lo que significaría que efectivamente las torturas y los malos tratos infligidos por las autoridades llevaron a muchos opositores a esos sitios.

"Estos hallazgos ofenden a la sociedad, pero no es un asunto menor que se esté buscando la verdad, y el hecho de que se hayan iniciado seis actas circunstanciadas seguramente arrojará otros elementos de investigación que podrían aclarar el paradero de mucha gente", señalaron los entrevistados.

Para el fiscal, revelaron, estos hallazgos son "de enorme trascendencia, y se ha decidido buscar mayores indicios en archivos institucionales".

De los casos concretos en los que se ha documentado que las torturas infligidas por autoridades militares o civiles llevaron a los afectados a hospitales siquiátricos están los de Carlos Castañeda de la Fuente (La Jornada, abril de 2004), quien permaneció 23 años recluido en el Samuel Ramírez Moreno; en el Fray Bernardino se localizaron los expedientes de Antonio Castro Wierczorek y Alejandro Arroyo Cabañas. El primero desapareció en julio de 1982; el segundo fue torturado por militares en 1973 y tuvo que ingresar al hospital luego de ser detenido en Atoyac de Alvarez, Guerrero, por presuntas alteraciones de sus facultades mentales.

Primer caso

Carlos Francisco Castañeda de la Fuente tenía 29 años cuando pretendió matar al presidente Gustavo Díaz Ordaz en 1969 "para vengar" a los estudiantes asesinados el 2 de octubre de 1968. Falló. Tras 23 años de encierro en un hospital siquiátrico, hoy mendiga por las calles del Distrito Federal.

El 5 de febrero de 1970, el único tiro que salió de su pistola Luger se incrustó en la carrocería del vehículo en el que viajaba el general Marcelino García Barragán, a la sazón secretario de la Defensa Nacional.

De inmediato fue detenido por elementos del Servicio Secreto y Guardias Presidenciales. Horas después fue entregado al titular de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), el capitán Luis de la Barreda Moreno. Pasó cuatro meses detenido e incomunicado. Estuvo en las instalaciones de la DFS, en el Campo Militar Número Uno y en la estación migratoria de Iztapalapa. Eso no fue nada. Vendrían 23 años de reclusión en el hospital siquiátrico Samuel Ramírez Moreno, en el kilómetro 5.5 de la autopista México-Puebla. En un juicio sumario lo declararon enfermo mental.

Mientras permaneció en poder de la DFS y la milicia, en el siquiátrico se construyó, ex profeso, un búnker antiatentados. Se le nombró Pabellón Seis. El y sólo él estuvo allí cuatro años, incomunicado, alejado de todo y de todos.

Segundo caso

Poca es la información que se tiene de Antonio Bernardo Castro Wierczorek, presunto militante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, quien desapareció en julio de 1982 en el Distrito Federal.

Según el informe sobre desaparecidos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el 7 de julio de ese año Castro Wierczorek "fue detenido en la delegación Tlalpan, desconociéndose qué autoridad participó en el hecho".

Supuestamente, un testimonio obtenido por el organismo defensor de los derechos humanos señala que "Antonio Castro salió de su domicilio, [...] se llevó consigo una maleta; asimismo, manifestó que [...] acostumbraba ingerir bebidas embriagantes, sicotrópicos y marihuana. Que tal vez [...] se haya ido a vivir al extranjero o bien esté viviendo con su mamá, de nombre Anielle, quien es de nacionalidad polaca [sic]".

Sin embargo, según información del Comité Eureka, que dirige Rosario Ibarra de Piedra, Castro Wierczorek tenía 33 años al momento de su desaparición y fue "detenido por la Brigada Blanca y agentes de la Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, al mando de Francisco Sahagún Baca".

La Femospp detectó que existen registros de su estancia en el hospital siquiátrico Fray Bernardino Alvarez.

Tercer caso

Alejandro Arroyo Cabañas, inició su "padecimiento en 1973 tras haber sido detenido por elementos del Ejército Mexicano, ya que el paciente es familiar lejano de Lucio Cabañas", señala el informe médico elaborado en 1982 por la doctora Andrea Vázquez, y del cual posee copia este diario.

Arroyo Cabañas fue considerado cercano -sin serlo- a Lucio Cabañas, quien de maestro rural pasó a ser el más conocido guerrillero mexicano por sus acciones en la sierra de Guerrero. Lucio Cabañas Barrientos fue fundador del Partido de los Pobres.

De acuerdo con el expediente médico, Arroyo Cabañas era primo de Lucio, y al salir de su detención ocurrió algo que desencadenó gran zozobra en él: "uno de sus familiares, al parecer también es asesinado por ser familiar de Lucio Cabañas; el paciente aumenta en forma inmoderada la ingesta de bebidas embriagantes y comienza a presentar errores en su conducta, como hacer maniobras de tipo militar, presenta ideas delirantes acerca de que el gobierno lo persigue, le quiere hacer daño y posteriormente se inician los soliloquios, crisis de risa sin condicionante externo, actitudes de alucinado, por lo que es internado en esta institución".

El expediente, del cual posee copia este diario, señala que el médico Javier Olivares Flores asentó en un informe en julio de 1979 que "revisando su expediente y haciendo memoria, se trata de un paciente que en 1974 sufre su primer internamiento motivado por haber sido traumatizado severamente y torturado por el Ejército por ser familiar de nuestro ilustre y extinto guerrillero Lucio Cabañas".

Como en el caso de Carlos Castañeda de la Fuente, Arroyo Cabañas fue sometido a "experimentos médicos". Según los documentos, el 16 de enero de 1982 sus familiares supuestamente autorizaron al entonces director del nosocomio que llevara a "cabo el tratamiento médico o siquiátrico quirúrgico de su enfermedad, realizar investigaciones que se encuentren indicadas para el diagnóstico de su mal, aceptando de antemano los riesgos que dichos procedimientos implican, comprometiéndome además a someterme a todas las disposiciones generales contenidas en el libro de reglamentos de la institución, así como al estudio patológico en caso de defunción".

Su pronóstico fue calificado de "sombrío", tanto por el médico tratante Mario Castro Sánchez como por el jefe del servicio, Raúl Ortiz Jiménez. Tenía "síndrome orgánico cerebral crónico en alcoholismo".

Arroyo Cabañas había sido soldado del Ejército Mexicano y luego se dedicó a la sastrería. En un estudio practicado el 18 de enero de 1982 se afirmaba que el resultado de la exploración siquiátrica resultó "bien orientado en tiempo, espacio y persona; mal orientado en circunstancia. No hay conciencia de la enfermedad. Lenguaje coherente y congruente, no hay alteraciones del juicio, inteligencia y afectividad, únicamente con cierta labilidad y agresividad". Pero el diagnóstico fue el mismo: "alcoholismo crónico".

Según los documentos del hospital Fray Bernardino Alvarez, Alejandro Arroyo fue detenido por militares y como "nadie se presentó en su defensa" se lo mantuvo durante un mes y 10 días con los ojos vendados, encerrado en un cuarto con la luz encendida, no le proporcionaron alimentos, y durante su detención lo sumergieron en un tanque de agua "aplicándole después electrodos para torturarlo hasta hacerle perder la conciencia".

Más de seis meses duraron las investigaciones de la Femospp en hospitales siquiátricos. El caso de Carlos Castañeda de la Fuente fue la punta de la madeja; hoy los agentes del Ministerio Público Federal a las órdenes de Ignacio Carrillo consideran que no es casual la aparición de tantas tarjetas de homónimos de desaparecidos, creen que la hospitalización de opositores al régimen pudo haber sido otra práctica represora en los años 70 y 80.