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México D.F. Domingo 5 de septiembre de 2004

Elena Poniatowska

Murió la traductora Helen Lane

El domingo 29 de agosto murió de un ataque al corazón la traductora Helen Lane, de más de 80 años, quien tanto bien hizo a Octavio Paz, a Juan Goytisolo y a las Tres Marías y sus Novas cartas portuguesas, que se lanzaron en 1974 con una campaña publicitaria tremenda. En México, Helen Lane nos escribía a Octavio Paz, a Isabel Fraire y a mí porque nos tradujo, y la correspondencia con ella era un verdadero deleite por su solidaria inteligencia.

Cuando me escribía, Helen vivía en un pueblito Tursac, en Les Eyzies-de-Tayac, en Francia, y me gustaba recibir cartas de ella y visualizarla y pensarla amorosamente inclinada sobre nuestros libros.

La conocí hasta el año 2000 en Estados Unidos gracias a otro fantástico amigo y traductor, Ronald Christ, quien me recibió en Albuquerque, Nuevo México. Me asombró su pequeña estatura y su pelo blanco. Su rostro alerta era el de una mujer de infinita bondad. Vivía en un edificio en el que otros adultos en plenitud se ayudaban para salir a la calle, ir al mercado, resolver los problemas de su casa. Roland Christ la atendía con amor filial y era conmovedor ver cómo a Helen se le iluminaba la cara cuando él entraba con toda clase de delicatessen para la comida: salmón ahumado, quesos franceses, patés, mantequillas civernesa. Ronald le resolvía problemas con su computadora y Helen Lane, a su avanzada edad, trabajaba con verdadera pasión, sentada frente a este nuevo medio electrónico cuando toda su vida había usado una simple Remington. El Juan Sin Tierra de Juan Goytisolo le debe todo, y los escritores que la conocimos deberíamos rendirle un homenaje internacional.

Helen Lane tradujo más de 90 libros, que incluyen los de cuatro premios Nobel y casi tantos cuentos y artículos. Aparece en el Whoƀs who in America (Quién es quién en América) así como en 50 biografías internacionales. Helen leía, escribía y traducía siete idiomas. Fue miembro del Pen American Center. La Federación de Traductores Literarios Franceses y la Asociación de Traductores Literarios Americanos le concedieron en el año 2000 el Lifetime Achievement Award. Ganó el National Book Award por su traducción del libro de Octavio Paz Corriente alterna, y también el Pen American Center Translation Award, así como el Kolovakos Translation Award. La Universidad de Southern California (UCLA), donde trabajó de graduada, le concedió también su Lifetime Achievement Award.

Helen Lane fue criptógrafa durante la Segunda Guerra Mundial. Muchas veces dijo que este trabajo de descifrar códigos fue la base de su trabajo de traductora. Empezó traduciendo mientras trabajaba para Barney Rosset en la Evergreen Press, en los 70, en la que se responsabilizó de escribir reportes sobre libros que iban a publicarse. Estos libros, escritos en inglés, francés, portugués o italiano, fueron publicados gracias a sus reportes favorables. Hizo de 100 a 150 reportes al año y la editorial le pidió después que tradujera a los libros recomendados. Es así como ella empezó a traducir, por ejemplo, a Breton, Sartre, Giles Deleuze. Por su traducción del Manifiesto surrealista, de André Breton, obtuvo el primer premio de traducción. Escritores como Juan Goytisolo, cuya obra y persona adoraba ella, algunas veces declararon que sus traducciones eran mejores que el trabajo original.

Lo que más disfrutaba Helen Lane era trabajar en textos difíciles. Cuando Ronald Christ estaba traduciendo Lumperica, de Diamela Eltit, Helen Lane ofreció generosamente trabajar de consultante y contribuyó a que el libro apareciera en inglés en la extraordinaria traducción de Ronald Christ. Esa generosidad era típica de la forma en que ella trataba a jóvenes autores y traductores. Por ejemplo, escribió a Ronald Christ mientras él dirigía el programa de literatura del Centro de Relaciones Interamericanas acerca de Mario Satz, un joven escritor argentino a quien Victoria Ocampo había ayudado. Con la recomendación de Helen y su decisión de traducir los tres volúmenes de Satz fueron publicados en Estados Unidos.

Varias veces comentó acerca de la forma en que los editores interferían o ignoraban el trabajo de los traductores. Se quejaba de que era muy raro que el título de un libro que había traducido permaneciera tal y como ella lo había escrito en inglés. Le molestó especialmente que tradujeran La noche de Tlatelolco como Masacre en México, según ella una traición vulgar que no reflejaba la amplitud evocativa del título mexicano. Otro título que no le pareció fue el de Pescado en el agua, de Mario Vargas Llosa, cuando Helen lo había traducido exactamente: Un pescado fuera del agua.

Era notablemente rápida. Helen podía leer un libro y escribir entre los espacios de las líneas sus soluciones a palabras problemáticas y frases complicadas, y después escribía a máquina su traducción directamente en el papel. En parte su rapidez y su gracia provenían de su experiencia como editora, ya que ella editaba en inglés a medida de que iba traduciendo.

La desaparición de Helen Lane es otra de las grandes pérdidas de la literatura en cinco idiomas y la de un ser humano verdaderamente excepcional.

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