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México D.F. Domingo 5 de septiembre de 2004
Presentó piezas de su más reciente disco, Focus eight
Ofreció Focus re-pasón de rock progresivo en el Lunario
JOSE GALAN
A principios de 1970, la banda holandesa Focus rompió la hegemonía que en el rock mantenían los grupos ingleses, y siempre recordaremos a ese grupo como el cuarteto que quitó el monopolio de los isleños británicos sobre todo en el rock progresivo. Vendrían luego otros grupos de los Países Bajos como Golden Earring -šcámara!-, pero el combo de Thyjs Van Leer fue pionero.
Con sus gorgoritos al estilo tirolés o yodelling, cambios de ritmo donde se deja sentir la influencia de Juan Sebastián Bach en el líder, y una lira que si bien no era la de Jan Akkerman no por eso dejó de ser menos pesada en manos de Jan Dumée, el jueves por la noche en el Lunario del Auditorio Nacional nos dieron un nostálgico re-pasón de sus buenos años, y algún par de rolas de su más reciente disco, Focus Eight.
ƑQue Focus es para abuelitos? ƑQué su música es demodé? ƑQué Van Leer parece el papá de Danny De Vito? Nada de eso importa cuando se les oye tocar en vivo por cerca de dos horas y media. En mi generación, nacida en la segunda mitad de los años 50, el grupo holandés adquirió notoriedad aquí, en México, con un acetato de 35 revoluciones por minuto llamado Hamburg Concert, pero también con In and out of Focus, Focus III y Moving waves, adquiridos con grandes sacrificios en las tiendas Yoko o Hip '70 -de a 95 varos cada uno en esa época-, caracterizadas por su penetrante olor a mota e incienso, su ambiente semiclandestino y su excelente música, pósters y diversos aditamentos de uso personal, muy diferentes al actual concepto plasti-marx de los expendios de Carlos Slim.
De Moving waves a Brother
Luego de escucharlos en vivo, brincó una reflexión: es cierto, la lira Fender Stratocaster de Akkerman dotó de sentido al grupo con su inefable pesadez y velocidad en el requinteo pero, caray, el órgano Hammond y la flauta trasversa de Van Leer tienen personalidad y talante, y rodean los acordes con alegría y sentido del humor, propios de su intéprete. Muchos de nuestros contemporáneos dirán que nada como la flauta de Ian Anderson -Jethro Tull-, o el órgano Hammond de Brian Auger. Pero la neta es que el holandés errante, sin ser un virtuoso, le mete galleta sin complejos.
Y con Bobby Jacobs en la bataca -Ƒex Tuxedo Moon?- y Bert Smaak en la guitarra bajo, más la lira Gibson Les Paul del mencionado Dumée, recetaron a los ocupantes de más de 110 mesas un repaso de rock progresivo, ese que patalea en serio por seguir vigente.
Empezaron con Moving waves; siguieron con una rola del más reciente disco llamada Tamara's move, luego Focus III del album del mismo nombre; Erupción, del disco Moving waves; una rola con título croata, Sto Ces Raditi Ostatac Zivota -una baladita calificada por Pancho Olvera como buena pa'l acostón-; la clásica House of the King, y dieron paso a un intermedio de 20 minutos.
Regresaron con otra gran clásica, Sylvia, y continuaron con Strasburg para cerrar luego con Hocus-Pocus, el primer encore con Rock and Rio, y el segundo encore con Brother.
La verdad, se pusieron bien pesados estos flamencos, Ƒo valones? Como sea, va una chela por ellos.
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