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México D.F. Domingo 5 de septiembre de 2004
JAZZ
Antonio Malacara
Eduardo Piastro
UN NUEVO Y estupendo disco acaba de aparecer por
los rumbos del jazz nacional, se trata de Doce tonos de azul (Urtext,
2004), el tercer álbum solista de Eduardo Piastro, uno de los guitarristas
con mayor presencia en el medio. Irremediablemente solemne, pero libre
de atavismos, Piastro es poseedor de una depurada y ecuánime técnica
instrumental, gestor incansable de nuevos proyectos y entusiasta académico
de la Escuela Superior de Música.
YA
DESDE SU anterior entrega, All the songs you are (Urtext, 2002),
el maestro había puesto menos énfasis en lo intrincado (a
veces inescrutable) de sus patrones armónicos y con esto tendía
puentes más amables hacia sus audiencias, pero en esta ocasión,
sin caer nunca en facilismos u obviedades (imposible en él), nos
suministra un buen hato de blues y bop de inmaculada factura, pero sobre
todo nos sorprende con la recreación de legendarias baladas como
Days of wine and roses y Body and soul.
DESDE SUS PRIMEROS compases, el disco es cobijado
frontalmente por la profundidad y el trombón de Dave McMurdo, músico
invitado (ex profesor de Piastro) que toma la primera voz en el inicio
de todos y cada uno de los temas, para dar después espacios de improvisación
a la guitarra de Eduardo, al piano de Nicolás Santella y, más
dosificadamente, al contrabajo de Aarón Cruz.
EN ESTA OCASION, la batería de Hernán
Hecht ha preferido transitar discretamente a través del departamento
de solos, concretándose a abastecer cada uno de los tracks
con sus consabidas, contundentes y deslumbrantes plataformas marinas. Aunque,
por supuesto, ni las baquetas ni las escobillas ni las felpas del joven
maestro se han limitado nunca a acompañar o sostener los temas;
su sentido del ritmo y sus construcciones emergen en una inagotable variante
de mil rostros que cambia el prisma de las cosas cuando más les
hace falta. Para muestra, bastaría "detenerse" en el efímero
microsolo (diez segundos a lo sumo) que nos receta en Mode-rn landscape,
de Dave McMurdo.
NOVEDAD TAMBIEN ES que en esta ocasión Piastro
sólo estrena una pieza, una suerte de vals sincopado bajo el título
de Calle empedrada, y nos regala una nueva (otra) revisión
de Doce tonos de azul, ese blues dodecafónico incluido en
su primer disco solista (La banda de Moebius) que tanto quiere y
disfruta el propio guitarrista. Nicolás Santella coopera en el repertorio
con La escalera de Greta, argentinismo piazzolano vestido de blues
que ya había aparecido en el primer disco del trío Santella-Cruz-Hecht,
y que hoy redobla su carácter melancólico e introspectivo
bajo el arreglo de McMurdo.
AL MISMO TIEMPO, se está preparando ya un
nuevo disco, con un cuarteto tradicional integrado por Iraida Noriega en
la voz, Nicolás Santella en el piano, Aarón Cruz al contrabajo
y Piastro en la guitarra. Aquí habrá canciones de Mario Ruiz
Armengol y de Eduardo, además de algunos boleros todavía
por definir y standars estadunidenses de los años 30 y 40.
Salud.
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