México D.F. Domingo 5 de septiembre de 2004
Nunca pensé llegar tan lejos; en Sydney
se me quedó la espinita del podio, expresa
Entre admiradores y propuestas, Belem festeja el sueño
olímpico
La pedalista ha recibido todo tipo de ofertas: desde
madrina de equipos profesionales de futbol hasta la presidencia municipal
de Neza Lo que quieren es asegurar poderío, afirma la ciclista
ABRIL DEL RIO
Apreciada por las multitudes de Ciudad Nezahualcóyotl,
solicitada para representar empresas y figurar en campañas políticas,
la ciclista Belem Guerrero, que intenta mantener los pies en la tierra,
revela: "nunca pensé llegar tan lejos, pero un día decidí
dedicarme completamente a lo que quería, conseguir una medalla".
Belem Guerrero Mendez, tenaz pedalista de 30 años,
emergió como una heroína de la delegación mexicana
en Atenas 2004; ahora es tan asediada que hasta algunos dirigentes le han
ofrecido la presidencia municipal de Neza.
La mayoría de la población desconocía
las posibilidades que tenía la triple medallista mundial de consolidarse
en el podio en su tercera participación en Juegos Olímpicos,
lo que logró con la presea de plata, que secundó a la conseguida
el día anterior por Ana Guevara.
"No
había pensado llegar tan lejos desde el inicio. Yo me lo propuse
sólo de Sydney (2000) para acá. Me dolió quedar en
quinto, empatada con una alemana. Dije: no sé cómo le haga;
tengo que prepararme y dedicarme al cien por ciento. Me había propuesto
sólo la meta de llegar a Juegos Olímpicos, los de Atlanta,
y lo logré. En Sydney se me quedó la espinita de llegar al
podio, y ahora lo logré".
Belem libró obstáculos para practicar el
ciclismo en un ámbito sin oportunidades para las mujeres, así
como falta de material, las competencias y el fogueo, indispensables para
alcanzar un alto nivel. La pedalista avanzó cada etapa con el respaldo
fundamental de sus padres, algo que le gusta recordar, pero no insistir
en críticas hacia la estructura deportiva.
Desde pequeña, cuenta, "quería ganarle a
todas las niñas de México; demostrar ganas y deseos. Eran
mis metas más objetivas, y siempre que iba a competir, era darle
a todo a la bicicleta; exigirle todo a mis piernas y sacar toda la adrenalina".
En la adolescencia ya había superado a las pocas
de su género que se presentaban a las carreras, y los rivales a
vencer fueron hombres. "A veces los papás no me dejaban, porque
no les gustaba que una mujer les pusiera la muestra a sus hijos, así
que a los 13 años me cambié a juvenil", dice la atleta, que
en ese entonces representaba a la delegación Gustavo A. Madero y
entrenaba en el velódromo Agustín Melgar.
-¿Cómo superaste una y otra vez los obstáculos
para alcanzar un desarrollo técnico?
-Creo que es como todo. No lo veo tan malo ni duro. Fue
como cualquier profesional que quiere llegar a una meta, y las personas
que tiene alrededor no lo dejan. Es plantearse un reto, y demostrarle a
la gente que puedes alcanzar lo que tú quieres. No lo vi como un
objetivo agresivo.
"Por eso me preguntan porqué no quiero hablar de
ese tema, o no ataco a las personas. Al contrario de que me hayan lastimado,
me hicieron mejor; cada día intentaba mejorar mi resultado para
demostrarles a ellos, y a mí misma".
-¿Y en los estudios?
-Pues no tan bien, la verdad. La secundaria la acabé
bastante bien, con 7.5, pero la preparatoria, más o menos, porque
entre una y otra, y luego prepa abierta, al fin y al cabo terminé.
Y no más. Empecé a estudiar el Siced (Sistema de Capacitación
de Entrenamiento Deportivo), pero me quedé en tercer bimestre. Me
dijeron que el ciclismo era con la Federación Mexicana de Ciclismo,
pero como no es muy estable, decidí esperar.
"Además, dije: o me dedico a picarle por todos
lados, o soy profesional y me dedico enteramente a lo que quiero, y estoy
en lo que quiero", sostiene.
-¿Cómo encaras a las rivales de renombre
y corpulentas?
-Antes con mucho respeto, con miedo de pensar que eran
superiores. Pero un día dejé de impresionarme, y me dediqué
a lo que yo sabía hacer. Entonces se me quitó el terror,
porque, al ganarles, me di cuenta de que no eran monstruos, sino seres
humanos, como yo.
Belem sortea su tiempo entre el imprescindible entrenamiento
ma-tutino por la carretera de Chalco, y el resto del día lo reparte
por ahora en atender a las decenas de gente que le llaman para felicitarla
o proponerle negocios, o que tocan a su puerta en busca de un autógrafo.
Envuelta en fama y propuestas de manejo de imagen, Belem
acepta que su vida cambió después de la medalla olímpica,
y se complica ese propósito que manifestó cuando llegó
de Atenas, de conservar la humildad: "Es inevitable, porque a lo mejor
hay gente que quiera aprovecharse de esa humildad. No por eso te van a
ver la cara. Al contrario, deberían ayudarnos más, porque
no queremos aprovecharnos de nadie.
"Creo que hay gente que quiere estar conmigo, y le agradezco,
pero también hay quien quiere aprovecharse del logro. Hay muchos
que quieren, con unas flores, estar arriba conmigo. Tienen muchos patrocinadores
y no quieren dar más que flores, y eso no se vale", comenta, en
torno a la invitación que rechazó para asistir a un supuesto
homenaje que le realizaría el Atlante, en el medio tiempo del juego
de preparación en el estadio de la Universidad Tecnológica
de Nezahualcóyotl.
"Bien dice un párrafo de Jesús: No sólo
de pan vive el hombre; no nada más de los sueños que tenías,
sino que también necesitas algo que te ayude para sobrevivir. No
quiero mucho, pero tampoco voy a perder la cabeza", afirma, y adelanta
que está preparada para las críticas. "Vendrán buenas
y malas, pero me interesa que a la juventud se le dé apoyo, y brindarle
una imagen limpia para que logre sus objetivos".
-¿Estás lista para establecer relaciones
con empresas que te ofrecen contratos?
-Me encantaría. Ha hablado mucha gente, ha propuesto
muchas cosas, y quieren cuatro años más, que eso significa
pensar en no estar con la familia, no tener una vida social. Tengo que
pensarlo, porque el dinero no lo es todo.
"Qué bueno que las empresas me quieran apoyar,
pero creo que ya estoy más que hecha. Los que necesitan son los
jóvenes. Yo ya pasé por todo.
"Tengo un año complicado. Hay un patrocinador que
quiere apoyarme con bicicletas; otro de las farmacias similares, bancos
y muchos otros productos. Hay otro equipo de futbol que también
quiere que sea la madrina.
"Hay políticos que también quieren, pero
todavía no llego a eso. Me dijeron que si quería ser presidenta
municipal. Me quieren proponer como objetivo para asegurar su poderío,
ahora sí que la gente de aquí. Yo se los agradezco mucho,
pero para qué me voy a meter en cosas que a lo mejor ni sé.
No quiero quedar mal con nadie, porque no quiero estar como Bernardo (Segura),
y dices, no es justo: vas viendo cosas que le pasaron a él, a Soraya,
a varios que luego son diputados y esas cosas, sin saber.
"Yo quiero sentarme a pensar qué voy a hacer y
no dar el banderazo nada más por el dinero. Lo que quiero es tranquilizarme,
definir mis objetivos, y no manchar mi nombre ni el de México".
En octubre, confirma, definirá con su entrenador,
el cubano Oscar Echavarría, si completan otro ciclo olímpico,
o si abandona las pruebas de pista para concentrarse en las de ruta, aunque
por lo pronto, iniciará su preparación para la siguiente
campaña, que inicia en diciembre e incluye las pruebas mundiales
de Grand Prix, y el Campeonato Mundial, en marzo.
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