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México D.F. Sábado 11 de septiembre de 2004
Pierluigi Sullo
La política de la "neopolítica"
Quiero proponer un punto de vista europeo en el debate que se está desarrollando en La Jornada. He leído el artículo de Emir Sader sobre el caso venezolano, así como los dos artículos de Guillermo Almeyra y el de Luis Hernández Navarro, a raíz de la publicación del Video para leer, del subcomandante Marcos.
Tengo la impresión de que la pregunta, a la que se dan diferentes respuestas, puede ser formulada de la manera siguiente: Ƒes verdaderamente posible, como dice el afortunado título del libro de John Holloway, "cambiar el mundo sin tomar el poder"? O, por el contrario, Ƒse trata de "usar el Estado, en las diversas maneras en que los movimientos están experimentando, por ejemplo en la relación "virtuosa" que según Sader y otros se ha creado en Venezuela entre gobierno bolivariano y redes solidarias de la sociedad?
En Italia tenemos un problema similar. En el momento en que el movimiento altermundista ha difundido enormemente su influencia sobre temas como la paz, la defensa de los bienes comunes, la crítica del "desarrollo" o las migraciones, Ƒcómo puede ejercer su influencia sobre el sistema político? En nuestro país se nos está preparando para un enfrentamiento electoral que tiene como apuesta la expulsión de Berlusconi del gobierno. La formación opuesta a la derecha comprende las izquierdas "moderadas" (los demócratas de izquierda y la Margarita de Romano Prodi), pero también la izquierda radical: Refundación Comunista, en particular.
Por tanto, la cuestión es: Ƒderrotar a Berlusconi es tan importante que no conviene cuestionar las intenciones de quien lo sustituirá? O bien, Ƒes necesario evitar experiencias pasadas, cuando el gobierno del Olivo aprobó leyes, por ejemplo, sobre inmigración, educación o privatizaciones, que prepararon el camino para las leyes todavía peores de Berlusconi? ƑEs posible que un movimiento difuso, "horizontal", de leaders, pueda darse una agenda "nacional" con la que confrontarse con el centroizquierda?
Una cuestión de este tipo nos lleva, y urgentemente, a la realidad europea. La Unión está elaborando su Constitución, cuya primera aproximación está marcadamente influenciada por la ideología neoliberal. ƑCómo pueden los movimientos intentar influir sobre el proceso de institucionalización de Europa? Este será precisamente el tema principal del tercer Foro Social Europeo, que se celebrará en Londres el próximo octubre.
En Venezuela y en México, en Italia y en la Unión Europea, vivimos lo que bajo mi punto de vista podemos ver como una "crisis de crecimiento" del movimiento. Mientras se trataba de recomponer vínculos sociales, de crear "islas" en las que se experimentaban formas innovadoras de democracia o de relación entre producción y naturaleza, etcétera, la política estaba simplemente lejos, fuera del horizonte (aunque ciertamente en el G8 de Génova o, por razones diferentes, en la marcha zapatista a la ciudad de México en 2001, la política nos ha ofrecido su peor cara). Hoy la cuestión da un giro.
Si miramos los eventos con ojos tradicionales parece evidente que los movimientos sociales deben "desembocar" en la política: es algo que se ha visto en las elecciones de Brasil, en India, en Venezuela y en España, también en las recientes elecciones europeas en Italia. Por tanto, dicen los observadores de izquierda, llegado a este punto el movimiento se debe dotar de un "proyecto" y de una "organización". También a escala global, si es cierto que en Cancún, como ha escrito Emir Sader, la OMC ha sido derrotada no sólo por el movimiento, sino por el G20, es decir, por un grupo de Estados nacionales.
Creo que esta conclusión peca de simplificadora, más allá de la irresistible tentación de emprender un viaje en el tiempo, hacia atrás, hacia el siglo XX. A mí me parece que el movimiento altermundista está, en lugares y condiciones diferentes, experimentando soluciones nuevas: una "neopolítica" que consiste en la búsqueda de formas de democracia directa a escala comunitaria y con un horizonte global, teniendo como objetivo fundamental el "para todos todo" de los zapatistas, lo que implica una relación no utilitarista con la naturaleza, es decir, de explotación sin límites de la misma.
La simpatía de la que goza el EZLN en mi país no está hecha de exotismo, sino de la sugestión positiva que, junto a experiencias como la de Porto Alegre, están dando vida a experimentaciones ciudadanas de democracia y de conflicto, cuyos protagonistas son redes sociales, municipios y organizaciones sindicales territoriales. En este camino, la "neopolítica" encuentra naturalmente las instituciones existentes, de los municipios al Estado, pero, en lugar de intentar conquistarlos o destruirlos (la antigua alternativa entre "reforma" y "revolución"), abre diálogos y cooperación cuando es posible, también conflicto cuando es necesario, pero sobre todo fija sus instituciones de nuevo tipo al Estado naciente. Es algo que se puede documentar también en Venezuela, donde se están creando nuevas redes autogestionarias del welfare, de la información y de la economía solidaria.
Precisamente por eso, pretender del movimiento un "proyecto", una "política de alianzas" o una "organización", o incluso su "ingreso en la política", no significa indicar la evolución necesaria del "hacer sociedad", la madurez finalmente alcanzada. Por el contrario, significa simplemente no entender que a un mundo globalizado debe corresponder una política muy diferente a la del pasado. * Director de Carta
Traducción: Angel Luis Lara
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