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México D.F. Domingo 12 de septiembre de 2004
Antonio Gershenson
ƑOtra borrachera petrolera... y otra cruda realidad?
México tuvo el dudoso honor de ser el primer país que multiplicó sus reservas petroleras en escala gigante, sin la molesta necesidad de nuevas perforaciones exploratorias y otros trabajos conexos, en una escala ni siquiera cercana a la que se requeriría para una verdadera comprobación de dichas reservas. De 4 mil millones de reservas probadas, declaradas en 1975, pasamos a 25.6 miles de millones en 1978, y a 50 mil millones en 1983. La idea tuvo su éxito, en el sentido de que otros países también tuvieron sus "saltos" en las reservas, en estos casos sin la molesta necesidad de descubrir nuevos yacimientos supergigantes (en México, por lo menos, teníamos el descubrimiento de Cantarell en 1976 en el Golfo Pérsico los supergigantes habían sido encontrados entre un cuarto de siglo y medio siglo antes), con puntos de partida y de llegada más altos que el nuestro.
En casos más recientes, ni siquiera se trataba de reservas probadas, pero eso no impidió proyecciones astronómicas. El Departamento de Estado estadunidense había anunciado, en 1997, reservas de petróleo por 200 mil millones de barriles en el mar Caspio. Como referencia, eso equivale a que, si se va a estar sacando petróleo durante 80 años, la producción anual promedio será del orden de 7 millones de barriles diarios. La realidad en 2003 fue de 1.5 millones de barriles diarios, menos de la cuarta parte de la cifra de referencia mencionada.
En el caso de México, tuvimos otro tipo de honor, también: a diferencia de otros países, que contra viento y marea siguen sosteniendo esas cifras de reservas milagrosamente aumentadas, aquí no ha sido ese caso. Cuando los convenios asociados al macropréstamo de 1995, luego del desastre financiero y devaluatorio, recordaremos que la garantía de que se harían puntualmente los pagos eran nuestras exportaciones petroleras.
Las reservas del fluido quedaban como garantía colateral. De ahí que se hiciera necesaria una revisión de esas reservas, pues, por lo visto, las oficialmente anunciadas no tenían suficiente credibilidad. Estos molestos ingredientes, claro, no se incluyeron en los documentos entregados al Congreso, pero de todos modos fueron fluyendo, incluso, en varios puntos clave, en documentos oficiales, como las Memorias de labores de Pemex de 1996 a 1998.
Las reservas probadas oficiales mexicanas de crudo bajaron aún más cuando tuvieron que cumplir los criterios de la SEC (Securities and Exchange Commission estadunidense). Esta fue una condición para las emisiones de bonos de Pemex en el país vecino. Los criterios de esta institución implican que las reservas probadas de petróleo estén a cierta distancia de perforaciones reales. Se trata de proteger a los compradores de acciones contra fraudes que inflen las reservas de una empresa petrolera. La Shell tuvo problemas desde principios de este año al comprobarse que sus reservas estaban infladas de 20 a 25 por ciento. Las reservas probadas mexicanas de crudo, al pasado primero de enero, según el informe ejecutivo de labores de Pemex, eran 14.1 miles de millones de barriles. Con los criterios de la SEC, bajaron a 12.6 miles.
Ahora tuvimos una serie de declaraciones de funcionarios sobre una supuesta nueva orgía petrolera. Primero, Luis Ramírez Corzo, director de Pemex-Exploración y Producción (PEP), hizo una declaración publicada el 30 de agosto, en la que dijo que esa "nueva riqueza" podría hacer que México subiera su producción actual de 4 millones de barriles diarios a 7 millones, en promedio. Se habló del descubrimiento, en aguas profundas del Golfo de México, de enormes yacimientos de crudo con un potencial de 54 mil millones de barriles, que podrían más que duplicar las reservas actuales de 48 mil millones y convertirlas en 102 mil millones de barriles. Y se hacían alegres comparaciones con países cuyas reservas oficiales andan alrededor de los 100 mil millones, quedando México en el sexto lugar mundial.
Aquí ya tenemos algunas trampas. Las llamadas reservas actuales de 48 mil millones no incluyen sólo las reales, las probadas, sino una categoría de tiempos del auge petrolero de finales de los años 70 y a principios de los 80, que luego mejor desapareció silenciosamente. Estas categorías no están reconocidas por la SEC. Además, incluyen las reservas de gas convertidas por su poder calorífico a barriles de petróleo equivalente. Las reservas de los países del Pérsico, exactas o no, están declaradas como probadas y se refieren sólo al petróleo crudo.
Se mencionan como algunas de las regiones de las aguas profundas del Golfo de México, La Perdido, que empieza a unos 150 kilómetros del extremo norte de nuestra costa, y la Coatzacoalcos profundo. Se dice que esas reservas fueron consecuencia de los trabajos de exploración hechos por Pemex en los tres años recientes. En ese periodo no se ha reportado por Pemex, en sus documentos, ninguna perforación en esas zonas, ni en general en áreas diferentes de las que se han estado perforando desde hace muchos años. Eso indica que se trata de simples estudios sismográficos y complementarios, que permiten "ver" la forma de los límites entre capas geológicas, y a partir de ahí deducir en cuáles áreas podría haber petróleo. Pretender cuantificar sin perforaciones previas es, por decir lo menos, muy aventurado.
La cadena de declaraciones culminó en el Informe presidencial, en el que se habla de "descubrimientos preliminares de muy importantes yacimientos en el Golfo de México", y de que esas "reservas potenciales son de la misma magnitud de las que conocemos con certeza". Unas horas antes del Informe, Pemex envió un comunicado a la Bolsa de Valores (Ƒpor qué no al Congreso de la Unión?) diciendo que las estructuras geológicas identificadas "nada tienen que ver con las reservas probadas de hidrocarburos" reportadas a la propia Bolsa y a la SEC.
Estas supuestas reservas se han tomado como pretexto para privatizar más a Pemex, en violación de la Constitución. En efecto, el propio Ramírez Corzo manifestó "que por la complejidad de los yacimientos y por la tecnología y los niveles de inversión que se requieren, no podemos ir solos", y adelantó que "Pemex prepara un contrato alianza que ofrecerá a las multinacionales que tienen tecnología de punta, sobre todo para la explotación en aguas profundas, y capital para invertir". No les importa que el artículo 27 constitucional prohíba expresamente las concesiones y contratos.
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