.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
La Jornada Michoacán
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
Obituario

M U N D O
..

México D.F. Domingo 12 de septiembre de 2004

James Petras

Mitos y realidades del referendo en Venezuela

Entre la frustración de la derecha y la euforia de la izquierda, poco se ha escrito sobre la compleja y contradictoria realidad de la política venezolana y las especificidades de las políticas del presidente Hugo Chávez. Aún menos análisis se ha enfocado en la división entre el Washington ideológico y la pragmática Wall Street, entre las políticas de confrontación y de conciliación, y en las convergencias y divergencias entre Venezuela y el resto de América Latina. Tanto derecha como izquierda han cambiado mitos respecto del gobierno de Chávez en vez de confrontar realidades.

Mito 1. Para la derecha, Chávez es un presidente impopular al que la oposición era capaz de derrotar en el referendo. En realidad, la derecha y quienes la respaldan en Washington erraron el cálculo en varios aspectos. Primero, el momento más débil de Chávez fue después del paro de los ejecutivos de PDVSA (diciembre 2002-febrero 2003), cuando los precios del petróleo eran mucho más bajos, la economía estaba devastada, los programas de bienestar social del gobierno contaban con mucho menos fondos y las organizaciones políticas de base eran frágiles.

Cuando el referendo tuvo lugar (agosto), año y medio después, las condiciones socioeconómicas y políticas habían experimentado un cambio radical. La economía crecía a 12 por ciento, los precios del petróleo estaban en niveles récord, el gasto social se incrementaba y su impacto era amplio y sumamente visible; además, las organizaciones sociales estaban profundamente arraigadas en las zonas populosas de todo el país. La iniciativa había pasado de la derecha a la izquierda, pero tanto Estados Unidos como sus colaboradores en la oposición venezolana estaban ciegos a estas realidades. Habiendo perdido el control de la industria petrolera y de la asignación de fondos en el fallido paro de principios de 2003, y su influencia en el ejército a raíz del fracasado golpe de abril de ese año, la oposición poseía pocos recursos para limitar la campaña del gobierno previa al referendo y ninguna influencia para lanzar un golpe "cívico-militar" posterior a la consulta.

Mito 2. Según los analistas de derecha el resultado del referendo se basó en la "popularidad" de Chávez, su "personalidad", carisma y estilo "autocrático". En realidad se basó en divisiones de raza y clase. Los líderes sindicales no opositores indicaron que 85 por ciento de los trabajadores y los pobres votaron por Chávez, en tanto los informes preliminares de la votación en las zonas ricas indicaban precisamente lo contrario. Un proceso similar de polarización de raza o clase fue evidente en la extraordinaria afluencia y votación de los afrovenezolanos: mientras mayor la afluencia, más alto el voto por Chávez; en total una cifra sin precedente de 71 por ciento del electorado acudió a las urnas. Es claro que Chávez logró vincular los programas de bienestar social y las lealtades de clase al comportamiento electoral.

Mito 3. Tanto en la derecha como en la izquierda hay la creencia de que los medios masivos controlan la conducta electoral de las masas, limitan las agendas políticas y conducen necesariamente a la victoria de la derecha y la domesticación de la izquierda. En Venezuela la derecha controlaba 90 por ciento de las principales cadenas de televisión y medios impresos, y la mayoría de las principales estaciones de radio. Con todo, la victoria de Chávez en el referendo fue por un margen de 18 por ciento (59 a 41 por ciento). Los resultados demuestran que poderosas organizaciones de base, construidas alrededor de luchas exitosas en pro de reformas sociales, pueden crear una conciencia política y social de masas capaz de rechazar con facilidad la manipulación mediática.

Los resultados refutan el argumento de la centroizquierda de que pierde elecciones por causa de los medios masivos. La centroizquierda justifica su adopción del neoliberalismo para "neutralizar" a los medios durante las elecciones. Se niega a reconocer que pueden ganarse elecciones pese a la oposición de los medios si la lucha de masas y la organización han creado conciencia social de masas.

Mito 4. Según muchos periodistas de izquierda, la victoria de Chávez reflejó una nueva ola de políticas nacionalistas populares en América Latina. Abunda la evidencia en contrario. Brasil bajo el régimen de Lula ha vendido derechos de explotación petrolera a corporaciones multinacionales estadunidenses y europeas, y proporciona un contingente de mil 500 soldados a Haití para estabilizar al régimen títere de Washington, impuesto mediante el secuestro del presidente electo Aristide. En otros países andinos (Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia) los regímenes electos proponen privatizar compañías petroleras públicas, apoyar el ALCA y el Plan Colombia y pagar sus deudas externas. El Frente Amplio de Uruguay promete seguir las políticas neoliberales brasileñas. En tanto Chávez promueve el Mercosur, los miembros principales, Brasil y Argentina, incrementan sus relaciones comerciales fuera de la región. Existe de hecho un bloque de regímenes neoliberales coludidos contra las políticas antimperialistas de Chávez y sus movimientos sociales de masas. En la medida en que Chávez continúe su política exterior independiente, sus principales aliados serán los movimientos sociales de masas y Cuba.

Mito 5. La derrota del referendo fue una importante derrota táctica del imperialismo estadunidense y sus vasallos locales. Sin embargo, una derrota del imperialismo no necesariamente significa o conduce a una transformación revolucionaria, como demuestran los acercamientos de Chávez a Washington y a los grandes consorcios tras el referendo. Más indicativos de las políticas de Chávez son los próximos acuerdos de inversión por 5 mil millones de dólares con Texaco-Mobil y Exxon para explotar el gas y los campos petroleros del Orinoco. La euforia de la izquierda le impide observar los cambios pendulares en el discurso de Chávez y las heterodoxas políticas económicas neoliberales de bienestar social que ha practicado en forma consistente.

La política de Chávez ha seguido siempre un cuidadoso equilibrio entre el rechazo a ser vasallo de Washington y de la oligarquía rentista local, por un lado, y tratar de integrar una coalición de inversionistas extranjeros y nacionales, y pobres urbanos y rurales, para un programa de capitalismo de bienestar social. Está más cerca del Nuevo Trato de Roosevelt que de la revolución socialista de Castro. En la secuela de las tres crisis políticas -el fallido golpe militar, la debacle del paro de los ejecutivos petroleros y la victoria en el referendo- Chávez ofreció dialogar y alcanzar un consenso con los barones de los medios, los plutócratas de las grandes empresas y el gobierno estadunidense, sobre la base de las relaciones existentes de propiedad, la titularidad de los medios y una expansión de relaciones con Washington.

El compromiso de Chávez con las políticas centristas reformistas explica por qué no persiguió a los dueños de los medios masivos que abiertamente llamaron al derrocamiento violento de su régimen y por qué no emprendió acción judicial alguna contra la asociación de dirigentes empresariales (Fedecámaras), la cual había incitado a la rebelión militar y a los ataques violentos contra el orden constitucional. En Europa, Norteamérica y muchas otras regiones, gobiernos electos democráticamente han detenido y enjuiciado a miembros de esas elites por actos de subversión violenta. El presidente Chávez ha reiterado en forma constante que la propiedad, los privilegios y la riqueza de las elites no están en duda. Además, el hecho de que éstas hayan podido emprender tres esfuerzos anticonstitucionales para derrocar al régimen y conserven aún sus posiciones de clase sugiere con fuerza que Chávez aún les asigna un papel de importancia en su visión del desarrollo basada en la asociación de los sectores público y privado y en el gasto social. Tras cinco años en el poder y de tres grandes "confrontaciones de clase", es evidente que por lo menos en el gobierno no ha habido ruptura en las relaciones de propiedad o de clase, y tampoco con los acreedores, inversionistas y clientes petroleros extranjeros. Dentro del marco fiscal de pagos de la deuda externa, subsidios a los exportadores privados y préstamos a bajo interés a los industriales, se ha incrementado la asignación del gasto estatal hacia programas sociales en salud, educación, vivienda, microempresas y reforma agraria.

El gobierno venezolano puede mantener este equilibrio entre las grandes empresas y los pobres a causa de los altos precios e ingresos de las exportaciones petroleras. A semejanza de lo ocurrido con Roosevelt, los programas sociales de Chávez atraen millones de votantes de bajos ingresos, pero no afectan los niveles de ingresos monetarios ni crean proyectos de empleo en gran escala. El gasto social amplio ha tenido un efecto positivo en la vida social de los pobres, pero no ha mejorado su posición de clase. Chávez muestra una actitud radical y de confrontación cuando su gobierno se ve amenazado, y conciliatoria y moderada cuando ha superado con éxito el desafío.

Mito 6. Ni izquierda ni derecha han logrado reconocer una divergencia de tácticas entre el ideológico Washington y la pragmática Wall Street. La clase política estadunidense (republicanos y demócratas por igual, la Presidencia y el Congreso) han amenazado, intervenido y apoyado activamente paros destructivos, golpes violentos y un referendo fraudulento para derrocar a Chávez. En contraste, las principales compañías petroleras y bancos de Estados Unidos y Europa tienen relaciones económicas estables, sostenidas y redituables con el gobierno de Chávez. Los acreedores externos han recibido pagos puntuales y expeditos de miles de millones de dólares y no han hablado o actuado de manera que perturbe esas lucrativas transacciones.

Las principales trasnacionales petroleras estadunidenses proyectan nuevas inversiones por entre 5 mil y 20 mil millones de dólares en exploración y explotación en Venezuela. Sin duda a estos consorcios les hubiera gustado que el golpe prosperara para monopolizar todos los ingresos petroleros del país, pero al percibir las fallas de Washington se conforman con compartir parte de la riqueza con el régimen de Chávez. Es probable que las divergencias tácticas entre Washington y Wall Street se reduzcan a medida que el gobierno venezolano avance en la nueva fase conciliatoria hacia la Fedecámaras y Washington.

Mito 7. El impulso principal de la fase actual de la revolución de Chávez es una cruzada moral contra la corrupción gubernamental y un sistema judicial altamente politizado, alineado estrechamente con la desacreditada oposición política. Para muchos en la izquierda, el contenido radical de la campaña por el no estaba arraigado en la proliferación de las organizaciones de masas de base comunitaria, la movilización de las asambleas sindicales y el proceso democrático descentralizado de compromiso de votantes basado en las promesas de futuros cambios sociales de consecuencia en términos de empleo, ingreso y poder político popular.

Las campañas de moralización (anticorrupción) se asocian comúnmente a una política de clase media diseñada para crear "unidad nacional" y por lo general debilitan la solidaridad de clase. La creencia de la izquierda de que las organizaciones de masas movilizadas para el referendo se volverán necesariamente la base de una "nueva democracia popular" tiene escaso fundamento en el pasado reciente (antes del golpe fracasado y durante el paro de funcionarios se produjeron movilizaciones similares). Asimismo, las campañas de moralización patrocinadas por el gobierno tienen escaso interés para los pobres de Venezuela o de cualquier otro país.

Conclusión

La abrumadora victoria popular del no en el referendo en Venezuela dio a cientos de millones en América Latina y en otras partes la esperanza e inspiración de que las oligarquías respaldadas por Washington pueden ser derrotadas en las urnas. El hecho de que el resultado electoral haya sido reconocido por la OEA, el Centro Carter y Washington es un tributo a los cambios estratégicos del presidente Chávez en el ejército, para garantizar el respeto al resultado de la consulta.

En un nivel más profundo de análisis, las concepciones y percepciones de los principales antagonistas entre la derecha y la izquierda son vulnerables a la crítica: la derecha por subestimar el apoyo político e institucional a Chávez en la actual coyuntura, y la izquierda por proyectar una visión excesivamente radical de la dirección de las políticas en el periodo posterior al referendo. Desde una posición "realista", podemos concluir que el gobierno de Chávez seguirá adelante con sus programas de bienestar social estilo Nuevo Trato a la vez que estrecha vínculos con los principales inversionistas nacionales y extranjeros. Su capacidad de equilibrar a las clases, inclinándose ya en una dirección o en otra, dependerá del flujo continuo de altos ingresos petroleros. Si los precios del petróleo caen, habrá que hacer duras elecciones... elecciones de clase.

Traducción: Jorge Anaya

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm

Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Coordinación de Publicidad
Tels: (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00 Exts: 4900 y 4104

Email
Coordinación de Sistemas
Teléfonos (55) 91 83 03 11 y 91 83 03 77

Email

  © Derechos Reservados 2003 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.
Todos los Derechos Reservados. Derechos de Autor 04-2003-08131804000-203.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido sin autorización expresa del titular.
El título y contenido se encuentran protegidos por la legislación de la materia en la República Mexicana.