México D.F. Martes 14 de septiembre de 2004
Involucrados en la corrupción, autoridades
penitenciarias y custodios, dice el organismo
Sin control, el crimen organizado desde las cárceles,
afirma la CNDH
En algunos centros, señala, los directivos son
los encargados de la introducción de drogas
VICTOR BALLINAS
Los reclusorios estatales y municipales del país
-445 centros penitenciarios- representan "un grave problema de seguridad
pública" debido a que desde el interior de las cárceles operan
"amplias redes del crimen organizado" que corrompen a las autoridades de
esos centros, para que puedan continuar dirigiendo bandas de secuestradores,
narcotraficantes o de robo calificado, denunció ayer la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH), al presentar el Informe especial
sobre la situación de los derechos humanos en las cárceles
de la República Mexicana.
José Antonio Bernal Guerrero, tercer visitador
general de la CNDH, quien elaboró y presentó el informe,
destacó que en su opinión si las prisiones mexicanas fueran
evaluadas merecerían dos de calificación en una escala del
uno al 10, por el abandono en que durante décadas se les ha mantenido,
y por la grave corrupción imperante, en la que participan autoridades
penitenciarias, vigilantes, reclusos y familiares, entre un cúmulo
de irregularidades existentes en esos centros.
Hizo notar que en el sistema penitenciario del país
"hay focos rojos en reclusorios del estado de México, el Distrito
Federal y Jalisco, entre otras entidades, por lo cual las autoridades deben
tomar cartas en el asunto y tener en cuenta las propuestas que la CNDH
les presentó, en las cuales se destaca que las cárceles municipales
violan la ley al albergar a presos sentenciados, pues ése no es
su objetivo".
Informe recibido
Dicho informe fue enviado por el presidente de la CNDH,
José Luis Soberanes, a los 31 gobernadores, al jefe de Gobierno
del Distrito Federal, al secretario de Seguridad Pública federal,
al secretario de Gobernación y al procurador general de la República
desde el pasado 6 de septiembre, y "algunos mandatarios y funcionarios
ya dieron cuenta de haberlo recibido".
Ante
las graves irregularidades, violaciones a los derechos humanos de los internos,
conductas delictivas de funcionarios, custodios y reclusos, las procuradurías
General de la República -en el caso del narcotráfico- y las
estatales deben investigar esas situaciones y sancionar a los responsables,
afirmó el funcionario.
La CNDH, subrayó el tercer visitador, hace patente
su gran preocupación por el incremento exagerado en los índices
de delincuencia y la incapacidad de las autoridades de los tres niveles
de gobierno del país para controlar ese fenómeno, el cual
se ha convertido en un problema insuperable que genera en la comunidad
sentimientos de impotencia.
Bernal Guerrero destacó que "en prácticamente
todos los centros penitenciarios del país existe el tráfico
y consumo de drogas", como mariguana, cocaína y heroína,
además de bebidas embriagantes, y en algunos de esos centros de
reclusión son las propias autoridades quienes se encargan de introducirlas
o permiten a los visitantes que realicen esa tarea.
La sobrepoblación se registra también "en
la mayoría de las prisiones del país", y la CNDH ha documentado
casos en los que tal situación excede de 500 y hasta mil por ciento
de la capacidad instalada, precisó el funcionario.
Como ejemplo de ello indicó que "hay celdas que
fueron construidas para albergar a cuatro presos, pero en la actualidad
en ellas duermen hasta 30 personas", con las molestias de la insuficiencia
de espacio, ventilación, servicios sanitarios, ambiente propicio
para toda clase de conflictos y actos de corrupción.
En la mitad de las entidades federativas se detectó
que en sus cárceles se imponen sanciones disciplinarias de aislamiento,
que exceden con mucho lo establecido en los reglamentos internos -cuando
existen-, y en otros reclusorios se constató que es común
la práctica de golpes y maltratos a los internos con toletes o palos,
y quienes aplican los castigos son "los reclusos encargados del autogobierno",
aseveró el tercer visitador general.
Bernal Guerrero destacó que en la mayoría
de las entidades existen cárceles en pésimas condiciones
generales, desde techos, paredes, ventanas y pisos hasta las instalaciones
hidráulicas y sanitarias. La CNDH, agregó el funcionario,
detectó insalubridad provocada por las fallas en el suministro de
agua y en la recolección de basura, lo que provoca fauna nociva.
Las peores instalaciones del sistema penitenciario, afirmó,
son las áreas destinadas a la aplicación de sanciones de
aislamiento: se trata de celdas oscuras, sin ventilación, sin servicios
sanitarios e insalubres.
Además, la falta de actividades laborales y educativas
es una constante en esos centros.
Otras de las irregularidades que persisten, desde que
en 2001 fueron denunciadas por la CNDH, son la escasez de personal en las
áreas de sicología y trabajo social. En más de las
dos terceras partes de los estados existen reclusorios con sobrepoblación,
en las cuales no hacen la separación entre procesados y sentenciados;
incluso en muchas prisiones las mujeres comparten dormitorios con hombres.
En lo que respecta a la alimentación, el visitador
puntualizó que en la mayoría de las prisiones del país
los alimentos son insuficientes en cantidad y calidad, y algunos estados
"únicamente se limitan a entregar a los presos una cantidad de dinero
al mes para adquirirlos, pero esos recursos son insuficientes".
El informe fue producto de 960 visitas realizadas a los
446 centros penitenciarios estatales y municipales -desde 2000 a la fecha-,
incluidos los del Distrito Federal, y "no se incluyen en el documento los
centros de readaptación social federales, que son seis".
La CNDH hizo un llamado a las autoridades competentes
para que emprendan acciones encaminadas a erradicar la corrupción
y los autogobiernos, y les presentó siete propuestas:
Primero, solicitó que los funcionarios encargados
de la prevención y la readaptación social, así como
los de seguridad pública, lleven a cabo acciones para erradicar
la corrupción y los autogobiernos en las cárceles del país,
en coordinación con la Secretaría de Seguridad Pública
federal; segundo, que se destinen mayores recursos para lograr la total
división entre procesados y sentenciados; tercero, promover en los
reclusorios fuentes de trabajo debidamente remuneradas para que los internos
obtengan ingresos y dejen de ser una carga para el Estado, con el propósito
de que ayuden a sostener a sus familias y paguen el daño causado
a las víctimas de sus delitos.
La cuarta propuesta de la CNDH se refiere a aplicar sustitutivos
de penas de prisión en casos de delitos que no causen daño
a la sociedad, para disminuir la sobrepoblación; quinta, que los
centros que no cuenten con reglamento interno elaboren uno tomando en cuenta
el orden jurídico mexicano e internacional aplicados en la materia;
la sexta, que los sentenciados que se encuentran en las cárceles
municipales sean reubicados en prisiones estatales, y, por último,
que en los centros penitenciarios los gobiernos estatales promuevan acciones
permanentes de promoción a la salud.
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