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México D.F. Martes 14 de septiembre de 2004

Teresa del Conde/ I

Versión 12 de la Bienal Tamayo

Esta modalidad atípica de la Bienal instituida como certamen de pintura en 1982, por Rufino Tamayo, fue orquestada en sus lineamientos esenciales por Raquel Tibol, con la aprobación del director del museo, Ramiro Martínez, y del curador general Juan Carlos Pereda. Al difundirse la convocatoria hubo ciertas controversias, que nunca se hicieron públicas, respecto de los cambios ocurridos, tanto que algunos artistas se abstuvieron de enviar trabajos como protesta silenciosa que nunca se entendió, porque nada dijeron públicamente al respecto.

Sus voces sólo fueron escuchadas entre ellos mismos y algunos convocantes. La idea que se esgrimió fue que si la Bienal Tamayo se había constituido en uno de los escasos espacios propiciadores de la pintura, como el maestro la pensó, así debió haberse conservado. Sin embargo, la situación fue de dos filos pues la convocatoria fue atendida por un número elevadísimo de artistas (y de ''espontá-neos") que se atuvieron en la gran mayoría de los casos a los puntos designados, en cuanto a formato y elaboración.

El jurado es en todos los casos un cuerpo colegiado que no cancela las predilecciones individuales, mismas que son mitigadas en aras de lograr consensos, siempre y cuando las diferencias de opinión sean tan sólo de matiz, no de raíz. La parte difícil del jurado no está fundamentalmente en la premiación, sino en la consecución del salón, lo que se dificulta porque la elección de las 50 obras participantes se realiza por medio de proyecciones. Antes no sucedía así, pero ahora no es posible pretender otro tipo de selección, por el número creciente de candidatos.

En esta versión se recibieron más de mil 500 obras acompañadas de sus respectivos expedientes. De modo que la selección corresponde aproximadamente a 3.3 por ciento del envío. Varios artistas de primera línea, cuyas obras se mantuvieron hasta la ronda final, terminaron por no ser seleccionados después de arduas consideraciones relacionadas, en muchos casos, con sus respectivos renombres en vinculación con el nivel de las piezas que enviaron. A veces sucede que no tienen buen ojo para elegir la participación o que la realizaron con prisa, en fecha tardía.

Salvo en ciertos casos contundentes: pongo por ejemplo (en orden alfabético) a Pilar Bordes, Miguel Castro Leñero, Rafael Charco, Arturo Elizondo, Demián Flores, Carlos Gutiérrez Angulo, Francisco Larios, Georgina Quintana, Carla Rippey, Trini, Roberto Turnbull, Teresa Velásquez, Saul Villa, Boris Viskin, el margen de error existía y no sólo por desconocimiento del artista, sino también por el acierto o desacierto implícito en la propuesta.

A veces eso no resultaba difícil de elucidar. Así, Isaac Holoschutz envío un acrílico y tinta sobre tela que se mantuvo hasta el final, fue seleccionado y su ''realidad", es decir, el objeto no desdijo lo que pudo verse en la proyección, lo mismo que sucedió con la glosa de Cristo entrando a Bruselas, de James Ensor, creada por el joven de 23 años Alfredo Echeverría en carboncillo, pluma y tinta. Salvo que esta pieza es mucho más pictoricista que dibujística, no falló en llamar la atención.

Sin embargo, obras como ésa y como el festejado grabado al aguafuerte de Tatiana Montoya, Células y núcleos, casi no ofrecían problema, pues destacaron desde el principio. Otros, en cambio, sí. Nunca pudimos imaginarnos bien la propuesta -interesante sin duda mediante su descripción- de Yolanda Paulsen, ƑComunicación? Sólo en la luz. Debido a la complicación implícita en su montaje (la obra fue admitida por su novedad) resultó difícil calibrarla a la hora de la premiación con todo y que la artista estuvo presente para asesorar la museografía correcta.

Algo similar sucedió con el tríptico (finalmente no admitido) de Gabriel de la Mora: Sueño-autorretrato de un corte de pelo. Aunque Gustavo Monroy y yo pugnamos por su aceptación en vistas de la descripción contenida en la ficha técnica y debido al conocimiento de otras obras de este artista, no logró consenso porque en realidad no fue posible imaginarla a partir de las diapositivas enviadas. Ni siquiera bastó que estuviese dibujada con pelo humano y pelo sintético para acrecentar su visibilidad. Claro que es obvio que los dibujos con pelo o la utilización de elementos capilares es cosa ya muy vista, desde hace más de una década.

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