Partituras intrincandas integran el programa que hoy interpretará en la Manuel M. Ponce

México, parte del circuito internacional de música de concierto sólo como consumidor: Bruck Santos

PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL

Partituras intrincadas, poco ejecutadas en México, que van del sonido al ruido y de regreso, o del microtonalismo al indeterminismo (sin tonalidad), serán hoy interpretadas en la sala Manuel M. Ponce con un solo instrumento, en el concierto La viola y otros espectros, en el que el violista mexicano Alexander Bruck Santos integrará un programa que relaciona algunas de las obras más emblemáticas del repertorio para viola de los últimos 50 años, con la música de Johann Sebastian Bach.

Nacido en Alemania, de madre mexicana y padre alemán, radicado en México desde los 16 años, Alexander está becado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, para estudiar en París con el violista Garth Knox. Está en México para ofrecer este recital.

Bruck dice: "No se da con frecuencia este programa ni hay intérpretes mexicanos tocándolo. Aunque México es ya parte del circuito internacional de música de concierto, lo es sólo como consumidor. Traen orquestas a festivales, para eso sí hay dinero. Pero para un músico mexicano es difícil plantear un proyecto serio y tener reconocimiento: uno tiene que venir de Europa para que eso pase, y no es lo ideal. Aunque seas bueno, no se fijan en ti si 'sólo' estudiaste en la Nacional de Música. Y cuando estás aquí la actitud es: 'ni le hagas la lucha, Ƒpara qué? Tocas bien, los otros tocan peor que tú, Ƒpara qué aspirar a más?' No hay falta de talento, sino de apoyo".

Alexander se aviva al hacer un desglose de la música que interpretará. Primero ejecutará C'est un jardin secret, ma soeur, ma fiancée, une fontaine close, une source scellée... (1976), de Tristan Murail (estreno en México) y Prologue de Gérard Grisey (1976). La segunda parte incluye Sonata para viola sola, "al canto de un ángel" (1955), de Bernd Alois Zimmermann (estreno en México) y la Suite No 2 en Re menor, original para violín, de Bach.

El también integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional desde 1999, expone: "Murail y Grisey vienen del espectralismo, corriente de los 60, que facilitada por los descubrimientos en electroacústica, se basa en el fenómeno físico del espectro armónico: es decir, cada nota, por ejemplo un Do, está compuesta por distintos sonidos: en principio oyes uno solo, mas si te fijas hay varios, llamados 'armónicos'; en teoría, en cada nota hay una serie infinita de microtonos.

"Así, Grisey usa el espectro armónico como base de composición; en Prologue se basó en la secuencia microtonal de un trombón; armó un sistema a seguir donde interviene además el timbre. Este sistema de composición está asociado al serialismo de Karlheinz Stockhausen, y sobre todo de Pierre Boulez; creado por Arnold Schönberg, implica establecer una serie con reglas propias, donde las notas no tienen una función armónica, pues deben tocarse en estricto orden dodecafónico (las doce notas habituales), en ascendente o descendente... Suena muy cercano a Iannis Xenakis."

En la obra de Murail, cercana a la experimentación electroacústica de John Cage de los años 50, "hay espectralismo pero no estricto, pues no usa microtonos sino una entonación 'temperada' (cada nota estable, como suena el piano). Se trata de que haya una transición casi imperceptible de sonido a ruido y de regreso; de lento a rápido, de armónico a no armónico. Aparte, entran otros componentes para que lo formal se rompa y tenga forma orgánica; por ejemplo, hay un 'latido de corazón' constante, hecho con los graves, rítmicamente".

Por su parte, Zimmermann, "influenciado por el serialismo de Schönberg, pero sobre todo por Alban Berg, hace alusión a un concierto para violín de éste; esta Sonata... de Zimmermann empieza dodecafónica mas termina serialista. Es una obra muy expresiva, de muchos contrastes dinámicos, muy desgarrada. Hace también una cita al coral Chacona de la Partita de Bach, en Re menor. La suite que presento de Bach está también en Re menor, que en los cánones barrocos era la 'tonalidad del sepulcro', que implica duelo o muerte".

Bruck aclara sobre su interpretación: "No tengo preparación en repertorio barroco: no toco a Bach a la barroca sino a partir de la partitura, como si me la hubiera dado un cuate ayer, así lo relacionas con lo actual. Decía el director Daniel Barenboim: 'Hay que tocar la música clásica como si la hubieran escrito ayer y la contemporánea como si la viniéramos tocando hace 300 años'. Para mí esto no es música de concierto... šes como rock!

"La viola tiene muchos armónicos impares (no coincidentes con el tono fundamental), es decir, un espectro menos puro que el violín o el violonchelo; el del violín es más penetrante, claro y brillante, y el del chelo muy grueso. El de la viola es más terroso, áspero, granulado... el equivalente a una voz femenina ronca", manifestó a propósito de su instrumento.

La cita es hoy en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes a las 19 horas. Entrada libre.