Gabriela Rodríguez

Jóvenes árabes

ƑQué puede significar estar viviendo el momento histórico de mayoría de jóvenes en la población mundial? Los demógrafos consideran que por el solo hecho de contar con una estructura poblacional de mayor mano de obra potencial hay una ventana de oportunidad; se llega a hablar hasta de un "bono" demográfico, de una situación favorecedora del crecimiento económico que se perfila en todos los países que entramos tarde a la transición demográfica, es decir, los pobres. Tengo mis dudas al respecto y, como últimamente he perdido la fe en los de mi rodada, quisiera pensar que hay una masa más cuantiosa de mentes nuevas que pueden inventar algo diferente a este legado de horrores y desigualdades que estamos heredando los de la anterior generación. Quiero hacerme a la idea de que hemos tocado fondo y que no ocurrirá nada peor en el futuro que la masacre de 150 niños por la espalda en la escuela de Belsán o que los crímenes masivos que el terrorismo de Estado de Estados Unidos ha perpetrado en tantos países, justificándose en la pureza moral y en la guerra preventiva.

Hay más de mil millones de mentes frescas en el mundo que viven hoy en su segunda década de vida, que están bautizados por occidente como adolescentes y que están dispersos en los cinco continentes: 700 millones viven en Asia, 160 en Africa, 100 en América Latina, 98 en Europa, 96 en los estados árabes y 50 en Estados Unidos y Canadá. 85 por ciento vive en países económicamente dependientes y casi la mitad se ha desplazado hacia las zonas urbanas en búsqueda de mejores oportunidades, sin encontrarlas por cierto. 175 millones de adolescentes y jóvenes (una de cada 35 personas) emigran hacia otros países y envían remesas hasta de 88 mil millones de dólares hacia sus lugares de origen, importe superior en 30 mil millones a las remesas encauzadas por conductos oficiales. Una de cada tres adolescentes da a luz antes de cumplir 20 años, y 82 millones ya estarán casadas antes de llegar a los 18; cada 14 segundos se agrega un o una adolescente a las listas de infectados de VIH/sida. Se estima que para 2015 cinco por ciento vivirá en 22 megaciudades, 16 de éstas ubicadas en este lado precario del mundo, adjetivado por Naciones Unidas como países "en desarrollo".

Se trata de una generación que se distingue por una desconfianza total hacia los políticos y los partidos, es decir, una generación realista, cuyas perspectivas no gustan de ir más allá de su propio grupo de referencia: la juventud. Un grupo que celebra la diversidad y las creaciones estéticas y musicales por encima de cualquier proyecto ideológico, que hereda la lucha por la equidad de género y por la libertad sexual, así como la defensa de códigos individualizados como legado de intensos movimientos culturales y políticos del siglo XX.

Por ser blanco privilegiado del estigma de Occidente, me referiré al perfil de los adolescentes árabes. Un interesante estudio realizado en siete países por el Centro de las Mujeres Arabes para la Capacitación y la Investigación (CAWTAR, por sus siglas en inglés) muestra un conjunto de transformaciones culturales y complejos procesos identitarios entre adolescentes de Argelia, Bahrein, Egipto, Líbano, Marruecos, Túnez y Yemén. Las investigadoras, dirigidas por Soukeina Bouraoui, reportan la emergencia de una adolescencia producto de la modernidad y la influencia del individualismo de los países europeos. Sin simplismos, se habla de una hibridación de elementos culturales individualistas y comunitarios que han construido una estructura sui generis.

La mayoría de adolescentes no están satisfechos con la situación de las mujeres árabes, reconocen la existencia de discriminación e injusticia de género, que coexiste con patrones religiosos que refuerzan el papel de las mujeres centrado en las responsabilidades familiares hacia el esposo y los hijos. En cuanto a las preferencias en el noviazgo el interés de las adolescentes está puesto en la calidad moral de alguien con quien desean casarse, en tanto que los adolescentes están pensando en la belleza y la sexualidad de su pareja. Las diferencias de clase son significativas, el modelo patriarcal vertical y tradicional se combina con patrones consumistas y vocaciones profesionales entre familias de estratos medios y altos, y los valores se afilian a una identidad heredada y tamizada por el fundamentalismo religioso, sobre todo entre grupos rurales con menor nivel educativo.

Los medios electrónicos de comunicación han cobrado gran poder de transformación cultural. La imagen corporal y el rechazo a la obesidad son de enorme importancia entre adolescentes; la ropa occidental es más usada entre mujeres universitarias. Ahora son más aficionados a la televisión y al Internet, y menos a la lectura y al cine. Escuchan algo de música local, pero sobre todo a grupos y cantantes internacionales y occidentales.

Ciertas costumbres religiosas han tomado nuevos sentidos, usar el velo se ha convertido en una expresión de identidad cultural y política, y por la fuerza de esta expresión simbólica no debe trivializarse. La polarización es difícil de resolver, hay adolescentes que se identifican como individuos globalizados y ligados a patrones de consumo, frente a quienes como reacción rechazan todo modelo occidental y asumen una identidad cultural tradicional. Estos últimos representan un blanco potencial para los actuales fundamentalistas, pero, al mismo tiempo, están construyendo un nuevo movimiento de resistencia.