México D.F. Viernes 17 de septiembre de 2004
Su coreografía El evangelio de Myriam
cerró el sexto Festival Música y Escena
Pilar Urreta busca volver ''a la danza como ritual'',
lejos de la frivolidad
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
''Me importa mucho que la danza no se quede en la frivolidad,
en la parafernalia técnica. Ya hemos visto bailarines volar, nadar,
haciendo cosas extraordinarias a nivel técnico y empleando cosas
como el video. Quiero regresar al origen de la danza", expresa la coreógrafa
Pilar Urreta.
Su
coreografía El evangelio de Myriam o El oráculo
y la higuera cerró el sexto Festival Internacional Música
y Escena en el Teatro de las Artes, del Centro Nacional de las Artes.
Como coreógrafa ''lo que puedo ofrecer es una búsqueda
personal en la cual quiero que se comprenda que el arte está profundamente
vinculado a lo espiritual y que no es solamente la parte del espectáculo,
quiero regresar a lo que es el origen del teatro como ritual, la danza
como ritual".
En esa obra Pilar Urreta retoma un personaje histórico
polémico: Myriam de Magdala o María Magdalena a partir del
testimonio escrito que dejó esta mujer convertida en la historia
occidental en una prostituta salvada por Jesús. Sin embargo, algunos
estudios la colocan como su discípula y, más allá,
como esposa de Cristo.
Urreta expresa que es un tema que se ha convertido en
moda a lo largo de los meses recientes:
''Se puso de moda por la película de Gibson o El
código Da Vinci, pero comenzamos a trabajar este tema en 1998,
mucho antes del boom. Descubrí la historia de Myriam, como
una de las primeras discípulas de Jesús, y me atrajo mucho".
Sin embargo en esta coreografía, con música
de Jorge Torres, ''no habla de la figura histórica de Miriam y no
narra ninguna parte de la historia del primer cristianismo ni la historia
de Jesús. En absoluto es una obra religiosa. Es sobre la corporalidad,
la espiritualidad, lo tangible, lo intangible y nuestro lenguaje es abstracto:
son imágenes poéticas abstractas, sonoras y visuales".
Ni juicio teológico ni ético
Myriam es una figura atrayente ''porque en nuestra memoria
histórica y en nuestro inconsciente colectivo hay algún elemento
que nos llama hacia ella'', dice Urreta.
''Me interesó que está acompañada
de otras mujeres, también discípulas de Jesús, que
representan arquetipos femeninos universales: Marta, la compasión;
María Betania, la sabiduría científica; Salomé,
la integración de los elementos de la sexualidad, la sensualidad;
Petra es la imagen de una mujer oráculo; mientras que Miriam es
una especie de compendio de los otros cuatros.
''La obra es acerca del proceso de esas cinco mujeres,
pero para nada es una obra sobre religión. En la introducción
sí se señala el rechazo por parte de los hombres hacia las
mujeres tras la muerte de Jesús, pero después estamos elaborando
desde la parte de la espiritualidad y el cuerpo."
Jorge Torres señala a su vez que el acercamiento
estético del montaje no pretende ser ''un juicio teológico
ni ético de esto, sino presentar una revisión estética
y hacer una propuesta coreográfica alrededor de esta mujer, que
según el testimonio escrito de Myriam resulta ser la consorte de
Cristo, una mujer muy cercana a él y que la historia se ha encargado
de transformarla hasta convertirla en prostituta.
''Lo hermoso del evangelio, al margen de esta transformación
histórica grotesca, es el valor de la mujer pero no nada más
en el sentido feminista, sino del hombre y ella juntos. Si Cristo y María
Magdalena realmente fueron esposos eso da una dimensión enorme a
la sexualidad humana."
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