México D.F. Miércoles 22 de septiembre de 2004
Arnoldo Kraus
2004: estado de la población mundial
El Fondo de Población de Naciones Unidas recientemente informó que la población mundial crece a ritmo menor del previsto hace una década. Ahora aumenta 76 millones de seres por año, mientras que a mediados de los años 90 lo hacía a un ritmo de 82 millones. La noticia es buena, las causas no. Entre otras razones, el sida y los anticonceptivos son motivo de esa desaceleración. Junto con el sida, otra pandemia, la de mujeres que mueren por complicaciones evitables del embarazo o del parto, "contribuye" en el decremento de la población.
Aunque no se conoce con exactitud la cifra, se dice que "más de medio millón" (las comillas son mías, la cifra s del Fondo de Población de Naciones Unidas) de mujeres fallecen "por haber embarazado". A ese número habría que agregar los hijos e hijas que quedan desamparados tras la muerte prematura de la madre, los gastos por la enfermedad perinatal y los "costos de la muerte". Muchas familias quedan endeudadas tras haber costeado las complicaciones derivadas del parto y del fallecimiento.
La "hermandad silenciosa" entre el sida y las mujeres muertas por complicaciones del embarazo es lamentable. Son muchas las semejanzas. La inmensa mayoría de los que fallecen son jóvenes, pobres, viven en regiones en de-sarrollo, no tienen acceso a la salud, son motivo de discursos penosos, vacíos y nauseabundos de políticos ineptos, son víctimas de los dedos flamígeros de las religiones -en el caso del sida me refiero a los homosexuales- y, finalmente, son una de las causas por las cuales el crecimiento de la población se ha desacelerado.
Si reviviese Thomas Malthus -siglos XVIII y XIX- continuaría asegurando que las guerras podrían detener el crecimiento de la humanidad. Ese extraño demógrafo proponía que el ser humano "trabajase" para el ser humano aniquilando congéneres. La versión malthusiana contemporánea sobre el control demográfico recae en el sida y en la pobreza de las jóvenes embarazadas. Ambas circunstancias realizan la tarea sucia de matar indefensos.
Desde hace mucho tiempo se sabe que las enfermedades son excelente camino para sopesar la marcha de la humanidad. A nivel de masas el sida y a nivel individual las mujeres embarazadas mal atendidas muestran algunas de las caras duras de la realidad y denuncian la incapacidad de los políticos responsables de esos decesos. Los demógrafos deberían mostrarse preocupados porque esas enfermedades son uno de los factores principales para detener el crecimiento de la población. Aunque es imposible, políticos y religiosos deberían mostrarse avergonzados.
En el mismo informe del Fondo de Población de Naciones Unidas hay otros datos en los cuales vale la pena cavilar. Esos elementos permiten entender algunas de las vías por las cuales el ser humano no sólo descuida al prójimo pobre y desprotegido, sino que, por su avaricia y ceguera, se tiende trampas a sí mismo. No se requiere ser escéptico para temer al futuro. Tan sólo se necesita "jugar un poco" con los números que siguen.
* En Europa casi 30 por ciento de la población es mayor de 65 años; en América Latina l7 por ciento y en algunas regiones de Africa 6 por ciento.
* El crecimiento de la población en los países desarrollados ha declinado más rápidamente de lo previsto (la tasa de crecimiento 2000-2050 en las regiones más desarrolladas será de 0.2 por ciento y en las menos desarrolladas de 1.5 por ciento).
* En 2007 los residentes en ciudades constituirán la mayoría de la población mundial. La migración hacia las ciudades continúa en ascenso al igual que las migraciones internacionales -en 2000, uno de cada 35 habitantes vivía fuera de su país.
* La ONU considera que en 2050 la Tierra estará poblada por 8 mil 900 millones, esto es, 2 mil 500 millones más de seres que en 2004. En 1950 el mundo estaba habitado por 2 mil 500 millones de personas.
* La esperanza de vida de una mujer en los países más desarrollados es de 80 años; en los pobres es de 65 años.
Los números humanos requieren reflexión orwelliana para entenderlos. El envejecimiento de la población en los países ricos, y el casi nulo crecimiento en esas naciones, aunado a la miseria en las naciones menos desarrolladas, al fenómeno de la migración, y al abandono de las tierras, impondrá serias amenazas en el futuro para quienes habitan en los países ricos. Para integrar el rompecabezas, a los datos duros deben agregarse los datos morales asociados a los y las muertos por sida y por abortos. Ni los números ni el sida ni la Tierra ni las mujeres que perecen por complicaciones del embarazo mienten. El equilibrio, cada vez más endeble, continúa deshilachándose.
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