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México D.F. Martes 12 de octubre de 2004
Presentan con éxito colectiva en Lille,
Capital Cultural del viejo continente
El interés de Europa por el arte mexicano trasciende
el ''exotismo'' prehispánico
La muestra incluye obras de Francisco Toledo y Vicente
Rojo, entre otros creadores
El próximo enero viajará a México
y entonces el énfasis se pondrá en los artistas europeos
YURIRIA ITURRIAGA CORRESPONSAL
Lille, Francia, 11 de octubre. El éxito
de los actos culturales París-Berlín, París-Moscú
y París-Nueva York, en el Centro de Arte y Cultura Georges
Pompidou, llevó a las autoridades francesas a planear exposiciones
similares con América Latina.
Sin embargo, fue el gobierno de la ciudad de Lille, declarada
Capital Cultural de Europa en 2004, el que con el inapreciable concurso
del comisario de las antedichas exposiciones, el historiador del arte Sergio
Faucherau, y amante en particular del arte moderno mexicano, organiza la
exposición México-Europa. Ida y vuelta 1910-1960,
inaugurada el pasado 4 de septiembre en el Museo de Arte Moderno de dicha
ciudad francesa, casi colindante con Bélgica.
La muestra, declarada de ''interés nacional'' por
el Ministerio de la Cultura francés, dejará su espacio en
Lille el 17 de enero próximo para viajar a México, donde
será expuesta aunque con mayor énfasis en los creadores europeos,
mientras que por ahora los artistas mexicanos representan dos tercios de
las más de 300 obras que componen la muestra.
Dos
enormes frescos cuyos muros fueron transportados en un avión especial
hasta Europa, óleos y dibujos, grabados y carteles, esculturas,
fotografías y escenas de cine, libros y partituras; del Doctor Atl
y Roberto Montenegro a Vicente Rojo y Francisco Toledo pasando por decenas
de nuestros mejores artistas, y de José Juan Tablada y Alfonso Reyes
a Carlos Monsiváis, pasando por aquellos de nuestros escritores
que dialogaron con Francia en el siglo XX, la sucesión de obras
plásticas y objetos gráficos invalida con su éxito
arrollador la idea de que sólo el ''exotismo'' de nuestras culturas
prehispánicas y si acaso algunas expresiones del periodo colonial,
despiertan interés en el público europeo.
Por el contrario, esta exposición pluridisciplinaria
no sólo desmiente otros lugares comunes sino que ejemplifica, para
sorpresa de los visitantes, la importancia de la determinante histórica
en la creación artística. El compromiso del arte con un periodo
particular de la historia de México y de un mundo donde dos guerras
mundiales, la Revolución rusa y la Guerra Civil española,
alimentaron con artistas de diversos orígenes el arte moderno mexicano.
Ciertamente, no es un azar la elección de esa muestra en la Capital
Cultural de una Europa donde el mestizaje cultural y las reivindicaciones
nacionales están a la orden de la reflexión.
Muestra de larga memoria
Esta exposición del ''genio artístico mexicano''
(como lo califica la diputada europea Martine Aubry) enseña al visitante
que el arte mexicano les fue familiar y muy apreciado por artistas como
Modigliani, Van Dongen, Picasso y Lipchitz, o por escritores como Guillaume
Apollinaire, André Breton y Antonin Artaud, y que ejerció
una influencia decisiva en artistas como el estadunidense Jackson Pollock
y muchos de sus connacionales a quienes dieron clases nuestros muralistas
José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera.
También se muestra la influencia en los mexicanos
de corrientes estéticas europeas como el cubismo, fauvismo y neoimpresionismo
y en menor medida el futurismo italiano; mientras que el estridentismo,
el muralismo y el ''surrealismo a la mexicana'' sorprendieron a los creadores
europeos. Tanto como les sigue intrigando el papel de la Revolución
Mexicana en un arte cuya libertad y variedad de expresiones no concuerdan
con su dependencia de la política cultural gubernamental. O como
la llamada ''ruptura'', a partir de los años 50, donde la obra de
los artistas que la representan sólo tiene en común su rompimiento
con el arte comprometido socialmente, fenómeno que al decir del
profesor Faucherau sería imposible en Francia, donde los artistas
se ignoran o se unen por afinidad estética.
Contrastados, los trabajos del Taller de Gráfica
Popular, desde José Guadalupe Posadas hasta un cartel reciente que
exige el ''retiro de las tropas estadunidenses de Irak'', con el papel
detonador en el grabado mexicano del francés llegado a México
en los años 20, Jean Charlot. Y ediciones de nuestros más
grandes poetas de la primera mitad del siglo XX, con libros de autoría
europea y estadunidense respecto de nuestro país. Y fotografias
de nuestra tierra y nuestra gente tomados por extranjeros, desde Sergei
Eisenstein hasta Henri Cartier-Bresson, con imágenes realizadas
por nuestros fotógrafos más importantes, el visitante europeo
realiza un recorrido apretado por la historia de México mediante
su arte y en diálogo permanente con Europa.
Mientras que en diversas salas de la ciudad de Lille se
realizan de forma paralela conciertos de música clásica mexicana,
entre los cuales ya han sobresalido dos de la violonchelista Jimena Giménez
Cacho, con una pieza de su autoría en el programa. Además,
se pueden visitar otras exposiciones de mexicanos en el contexto de la
colectiva México-Europa. Ida y vuelta, 1910-1960, de arquitectura
con maquetas y dibujos de Mathias Goeritz, Félix Candela, Juan O'Gorman
y Luis Barragán, entre otros; y de artistas más recientes
entre los que destacan las muestras de Agueda Lozano, en Lille y de Saúl
Kaminer, en París.
Todo eso ha despertado interés en nuestro país
sin precedente, por el alcance europeo de una manifestación que
confirma la frase del ministro de Cultura de Francia quien, citando a Luis
Cardoza y Aragón, aludió a ''la universalidad de la particularidad
mexicana''.
Con el concurso del Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes, pero también gracias a muchos coleccionistas particulares:
25 mexicanos, 37 europeos y cinco estadunidenses, y sobre todo merced al
conocimiento, imaginación y genialidad, guiados por el evidente
amor por México que Sergio Faucherau, comisario de la exposición,
puso en la concepción del guión, en el detalle de las cédulas
explicativas y en la síntesis excepcional del catálogo, que
quedará como obra de referencia para los propios mexicanos, ese
acto será de larga memoria.
Luego del privilegio de visitar la exposicion, guiados
por Faucherau, éste comentó a La Jornada con gran
humor, a propósito de un error de imprenta que daba por muerto en
2000 a nuestro José Luis Cuevas: ''No hay nadie que esté
más vivo que él, acabo de volver a constatar''.
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