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18 de octubre de 2004 |
GARROTES Y ZANAHORIAS DE TOROS Y MANADAS En las últimas semanas el principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) ha registrado varios récords. Ahora es cuando invertir, dicen muchos, pero ¿será? Por cierto, el fenómeno alcista es regional. El índice MSCI, que mide las bolsas de todo el mundo, muestra un aumento en América Latina de más de 11 por ciento en lo que va de este año. Muchos hablan del auge económico de China e India, pero en el mismo lapso el índice asiático ha caído 2.5 por ciento. Varias son las razones, según los expertos. Las economías asiáticas dependen mucho más que las latinoamericanas del sector exportador. Por tanto, son más vulnerables cuando el ritmo de crecimiento de la economía global pierde velocidad, como parece ser el caso ahora por las alzas en el precio del petróleo. También, como reflejo del retraso regional en la materia, la tecnología tiene una ponderación cero en el índice latinoamericano pero de 25 por ciento en el asiático. Este año, sin embargo, la desventaja ha vuelto ser ventaja: por preocupaciones sobre la futura rentabilidad del sector, las acciones de empresas de tecnología en general se han estancado. Así las contradicciones. Latinoamérica se encuentra atrasada en tecnología y exportaciones; por lo menos este año ¡bendita sea! Por supuesto que hay nubes en el horizonte, sobre todo por encima del río de la Plata. Si fracasan las negociaciones de Argentina con los tenedores de bonos y con el Fondo Monetario Internacional, estallaría otra crisis capaz de contagiar a la región. Mientras, sin embargo, muy poco parece ser capaz de frenar el optimismo en la BMV. Todos, o casi todos, parecen querer comprar. Antes de sumarte a la manada, sin embargo, vale la pena leer Mexico for the global investor, de Timothy Heyman, tal vez el principal guru de las inversiones en el país. Heyman es firme creyente en la necesidad de mantener una opinión contraria en los momentos en que la sicología del mercado aconseja invertir "porque todo mundo lo está haciendo". El inversionista sabio debe tener un amplio portafolios, no sólo de acciones bursátiles, sino de deuda y monedas. Después del colapso del peso a fines de 1994, apunta Heyman, "todo mundo" opinaba que la devaluación iba a seguir su curso en 1995. Al contrario, el tipo de cambio se mantuvo estable. El inversionista de opinión contraria hubiera ganado ese año bastante más al apostar en la deuda en pesos que en la bolsa, y con mucho menos riesgo de volatilidad. Cuando sube el índice de la bolsa, apunta Heyman, es porque ya hay muchos compradores que ya compraron. En el futuro es previsible que se van a convertir en vendedores, con una consecuente pérdida de valor en las acciones. No te dejes ir con los
sentimientos, aconseja. "Casi siempre cuando el inversionista siente
que quiere comprar, debería de vender, y viceversa. Más
importante aún,
es que cuando le da la sensación de que tiene que 'hacer algo'
o sea,
comprar es bastante probable que lo que debería hacer es
absolutamente
nada. Tal vez, como el silencio del buen actor o buen músico, el
summum artis del buen inversionista es saber precisamente
cuándo no invertir," concluye Heyman§ |