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México D.F. Lunes 18 de octubre de 2004
"Fue una gran enseñanza; me bajaron a
la tierra", expresa Guadalupe Miranda
Relatos desde el encierro, testimonio de sobrevivencia
de reclusas de Puente Grande
El documental fue presentado en la José Revueltas
y se volverá a proyectar el jueves
JUAN JOSE OLIVARES
Relatos
desde el encierro es un documental sobre las reclusas de Puente Grande,
Jalisco. Estas mujeres dan testimonio de su vida, de su experiencia emocional;
desde su intimidad relatan sobre la sobrevivencia y la libertad. "Con este
documental ellas salieron de la cárcel mostrando una parte suya.
Siento que después de conocerlas mi manera de ver el mundo cambió.
"Fue un año de reubicación de mis valores.
Quedé en shock un rato, fue como saber que todo lo que yo
pensaba era de otra manera", opina la realizadora Guadalupe Miranda.
El trabajo, que se presentó ayer en la sala José
Revueltas del Centro Cultural Universitario en el ciclo del 50 Aniversario
de la Fundación Unión Latina y que se proyectará de
nuevo el jueves 21, a las 17 horas, recientemente ganó el sexto
premio Unión Latina en el Festival de Cine de Biarritz (Francia,
donde se recibieron cien documentales de 20 países), además
de obtener una mención en el pasado Festival de Cine Morelia.
Guadalupe Miranda, egresada del Centro de Capacitación
Cinematográfica y autora de otros documentales, como Las compañeras
tienen grado (sobre mujeres zapatistas) tuvo que hacer de todo: quedarse
a dormir una noche en el penal junto con su equipo de trabajo, tomar cursos
de criminología, derechos humanos, y ganarse la confianza de las
mujeres con la realización de talleres de fotonovela dentro del
reclusorio.
"Hice la cinta por el deseo de saber qué era la
libertad. Uno vive con una sensación de angustia, es una constante
sensación de prisión en el trabajo, en la falta de recursos,
sentir de que hay mucha pobreza, y que lo que puedas hacer es muy poco.
Estas mujeres están muy solas, no tienen parejas, hijos. Luego de
conocerlas vi la fuerza con la que sobreviven, la dignidad con la que asumen
sus acciones, sus decisiones, sobre la moral. Como ellas resumen en una
respuesta corta, concisa lo que es la muerte, la vida o la libertad", comenta
en entrevista la directora.
Agrega: "Fue una enseñanza grande, me bajaron a
la tierra. Ellas abrieron su corazón, entregaron su confianza, para
que los demás nos sensibilicemos ante la gente que está en
prisión, que es, supuestamente, como la escoria de la sociedad.
En una prisión de hombres siempre está lleno y en el de mujeres,
no. Una mujer presa la tendrá más difícil en el encontrar
trabajo, ser mamá presa de un niño pequeño, al que
la familia prefiere decirle que su madre se murió o que dejó
al marido".
Miranda dice que supo todo lo que sucede en un penal.
"Nos tocó ver de todo: gente que se traga el cloro, atenta contra
su vida, intentos de suicidio. Tuvimos que mantener una postura de no vulnerar
esa parte de ellas que está en perpetuo tormento. Hay algunas que
se las ven duras, porque no tienen familia ni ropa ni quien vea por sus
casos. Unas sostienen a sus familias desde adentro. La cinta intenta ser
un acercamiento a la humanidad. No era mi interés saber qué
habían hecho. El punto es que están allí y los demás
pasamos de largo y no nos enteramos. Hay casos de mujeres que por haber
robado un jabón están allí".
Lucrecia Gutiérrez fue la editora del documental.
Eran 30 horas de material, primero fueron a filmar, una etapa de entrevistas,
luego de imágenes. "Para nosotros lo más importante era no
caer en el sensacionalismo, la tragedia, eso es lo fácil porque
están en una situación difícil de abandono, de soledad,
de pobreza económica, pero lo más importante era respetar
su dignidad."
-¿Cómo seleccionó a las entrevistadas?
-Los primeros meses fue ver películas y leer libros
de derechos humanos. Tomé un curso de criminología y penitenciarismo,
porque lo que quería era ver el fenómeno carcelario y la
sensibilidad de la gente. Cuando estaba fogueada de información,
me atreví a entrar al penal (hubo gente funcionaria de un sistema
penitenciario que me apoyó y orientó sobre por dónde
ir). Hicimos un proyecto de fotonovela, ellas escribían un poema
o historia y de allí hacíamos fotos; participaban bien prendidas;
eso lo hicimos en tres ocasiones y fue la puerta para poder conocernos,
de allí se hizo la química con quienes fueron las protagonistas.
Luego de ocho meses de conocernos; mantuvimos una relación cercana.
Fuimos cinco mujeres el equipo de filmación (Andrea Borbolla, Lorenza
Manrique, Mercedes Moncada y Aurora Ojeda), ningún hombre podía
ingresar al área de dormitorios. Inclusive nos quedamos a dormir
una noche, y fue fuerte experiencia, porque cuando cierran el candado se
siente que no vas a salir. Nos quedamos en el que era el cuarto de segregación.
"Me preguntaron sobre la relación entre el humor
y la tragedia, porque en Francia todo la cinta se reía la gente.
Y es que desde que llegas al penal, ellas se cagan de la risa, todo el
tiempo están en la cábula, pero no es de alegría,
sino de autoironía. Ellas tienen necesidad de abrirse porque son
como una olla exprés, que con cualquier oportunidad sale disparada",
comenta la realizadora (quien tuvo las becas Rockefeller, Mc Arthur y otra
del Fonca), que desea mostrar su trabajo en los centros de readaptación
y que prepara, junto con Miguel Erhenberg, otro documental sobre readaptación
penitenciaria. "Buscamos financiamiento para dar seguimiento al tema, sobre
qué es lo que pasa cuando salen de la cárcel, a qué
se enfrentan esas personas."
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